Pierre Menard, autor del Quijote (original) (raw)
Jorge Luis Borges, autor de esta increíble obra, nuevamente - como fue su costumbre- roza a punto de rebasar los límites de la cordura; combinando la realidad con ficción, haciendo una mezcla casi homogénea provocando en nosotros una sensación de confusión, de maravilla, de fantasía, algo parecido al deslumbramiento o fascinación que obtienen los niños al presentarse frente a algo nuevo, si bien no desconocido del todo, desconocido en la forma o en el modo en el que les llega. Siguiendo esta analogía, lo que se nos presenta a nosotros de una forma o modo nuevo, es el hecho que “antes de aquel mes de septiembre de 1939, podíamos creer que un libro insulso o maravilloso o altisonante o transformador debía su calidad exclusivamente al ingenio de su autor. Después de aquella fecha, no sin cierto orgullo y no sin cierto terror, sabemos que no es así.”[2] Esto es lo que distingue, en mi opinión, a un autor de un buen autor: la habilidad de golpear al lector y sacudirlo de su realidad; una realidad que había aceptado sin cuestionarle nada.
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