Colón, personaje novelesco (original) (raw)
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El acto de escritura de Cristóbal Colón dirigido a la Corona para anunciar el Descubrimiento fue un evento tan crucial como el acto de descubrimiento mismo. Su carta no solo hizo que el evento histórico fuera conocido por otros sino que el futuro mismo de la empresa dependió de cómo se la representó para aquellos que estuvieran en posición de decidir su destino.
La caracterización del personaje novelesco : perspectivas narratológicas
Signa: Revista de la Asociación Española de Semiótica, 2006
Este artículo aborda los siguientes dos presupuestos básicos: a) Exposición detallada de diversas perspectivas teóricas acerca de la técnica de caracterización del personaje novelesco; b) Definición de las diversas modalidades de dicha técnica, complementada con ejemplificaciones (textos o citas literarias) aplicadas a cada caso.
Colón y la modernidad: de un centenario a otro
Cristobal Colon 1506 2006 Historia Y Leyenda Congreso Internacional 2006 Isbn 84 7993 037 3 Pags 335 344, 2006
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Cristóbal Colón: los libros del Almirante
La conocida pasión bibliófila de Hernando Colón no surgió de la nada sino que procedía tanto de su tío Bartolomé como, sobre todo, de los libros anotados por su progenitor, porque, de acuerdo con lo que comenta Francisco López de Gómara, en su "Historia de las Indias" (1552), no le extrañan los miles de volúmenes atesorados por don Hernando por ser <>. El propio Colón reconoció siempre la importancia que los libros habían tenido en sus proyectos y sus logros, aunque el examen de sus aficiones librescas tropieza con no pocos problemas, entre los cuales el más grave resulta el de la diacronía. Fue, con todo, el período portugués, que se extiende probablemente desde 1476 o una fecha cercana hasta los primeros meses de 1485, el que marcó un progreso transcendental en la ampliación de los saberes de Colón. Allí, en efecto, según su propia confesión, incrementó notablemente su arsenal de lecturas de astrología, geometría y aritmética, y profundizó en otras materias (<<he yo visto y puesto estudio en ver de todas escrituras cosmografía, istorias, corónicas y filosofía y de otras artes>>), además de adquirir unas habilidades cartográficas que le permitirán subsistir algún tiempo, durante su permanencia en Castilla, vendiendo a los navegantes cartas marinas. Más en concreto, por aquellos años debió de echarse al coleto, junto con la inseparable Biblia, la "Geografía" de Ptolomeo, más la "Imago mundi" de Pierre d’Ailly; con alguna posibilidad, la "Historia rerum ubique gestarum", de Eneas Silvio Piccolomini; la "Historia natural", de Plinio; y acaso el libro de viajes de Marco Polo. En suma, cuando Colón pisa Castilla en la primavera de 1485, además de su vasta experiencia marinera, es un hombre bastante cultivado: conoce varias lenguas (italiano, portugués, latín, amén de chapurrear ocasionalmente una jerga levantina), posee sobrados conocimientos cartográficos y se encuentra arropado por un apreciable caudal de lecturas de temática geográfica y cosmográfica que le resultaban imprescindibles para defender su plan. Ahora bien, a falta de inventario, la biblioteca de Colón, como la de cualquier otro contemporáneo, únicamente cabe reconstruirla por los apuntes que puedan suministrarnos las compras realizadas, los libros con su firma o sus notas y cualquier otra mención documental. A partir de estos presupuestos, establezco que entre las compras figuraron la citada "Geografía" de Ptolomeo (es decir, su "Cosmographia sive de situ orbis"); un "Almanach perpetuum", que corresponde sin duda al libro de Abraham Zacut publicado con ese título en Leyria, en 1496; la relación viajera de Maco Polo; la "Historia rerum ubique gestarum cum locorum descriptione non finita", de Pío II (Venecia, Iohannes de Colonia et Iohannes Manthem de Gherretzem,1477); el volumen misceláneo de Piere D’Ailly, encabezado por la "Imago mundi" y seguido de otros doce opúsculos suyos más cinco de Jean Gerson (Lovaina, Johannes de Westfalia, hacia 1483); y la traducción <> de la "Historia naturalis" de Plinio, realizada por Christoforo Landino para el rey Fernando de Nápoles(Venecia, Bartolomaio de Zani Portesio, 1489). Colón tenía la costumbre de acribillar los márgenes de sus libros con signos diversos (cruces, subrayados, doble lineado serpeante), como testimonian algunos de sus ejemplares preservados. Pero, además, Colón hizo intercambios de libros y recurrió a los empréstitos que le permitieron leer o transcribir títulos como la "Glosa ordinaria" de Nicolás de Lyra, editada en Roma en 1471-1472; Mandeville; el "Catholicon" de Juan Balbo; y distintas cartas de marear. Aparte de estas obras, cabe escarbar en otras lecturas de Colón a través de vías complementarias, como el examen de las citas esparcidas en sus distintos escritos: "Geografía" de Estrabón, Flavio Josefo (o sea, las "Antigüedades judaicas"), "La Ciudad de Dios" de san Agustín, las "Etimologías" de Isidoro de Sevilla (o a alguno de los muchos resúmenes que circularon durante la Edad Media), el "Universal vocabulario en latín y en romance" de Alonso de Palencia (Sevilla, 1490). La conclusión de este artículo, calificado como “magistral” por la reputada americanista Consuelo Varela, es que la biblioteca de Colón puede considerarse bastante estimable para lo habitual en un marino de fines del siglo XV e incluso muy superior a la de otros personajes de su entorno, sobresaliendo su constitución con libros no muy comunes, seleccionados en su mayoría con buen tino de acuerdo con su misión.
Rilce, 2004
A pesar de la marca dejada en la vida social, política y cultural de Argentina, por Juan Domingo Perón, no existen muchos abordes literarios de este personaje. En ese vacío, resalta con especial intensidad "La novela de Perón" (1985), de Tomás Eloy Martínez. Esta obra se acerca a la persona del líder, desde los resquicios que la historiografía ha dejado vacantes. Recurre a una técnica cercana al discurso periodístico. Busca, mediante la acumulación de testimonios y de relatos, alcanzar una imagen más abarcadora del viejo ex presidente. Otra novela que también se concentra en el pasado de Perón es "El muchacho peronista" (1992) de Marcelo Figueras. Sin embargo este texto no pretende indagar en el personaje histórico, sino que utiliza a Perón como figura novelesca. En ambos casos, la confrontación entre historia y ficción hace referencia al modo en que se construyen todos los relatos, que poseen una matriz común. In spite of the trace left by Juan D. Perón in Argentina's social, political and cultural life, there are not many literary approaches to his figure. "La novela de Perón" (1985), by T. E. Martínez represents a remarkable exception in this panorama. This work tries to get closer to the leader, coming from the empty gaps left by historiography. The style in which it is written borrows from journalistic techniques. Through the accumulation of testimonies and stories, the plot seeks to reach a more comprehensive image of the old ex-president. Another book concentrated in Peron's past is "El muchacho peronista" (1992), by Marcelo Figueras. This text is not interested in investigating his historical personality. Instead of that, it prefers to develop the character's fictional aspects. In both cases, the confrontation between history and fiction refers to the common matrix shared by every story.
Diario Digital Nuestro País, 2021
Esta disertación explora el contenido del artículo “El rey judío de Narbona”, de Aryeh Graboïs (de Annales du Midi: revue archéologique, historique et philologique de la France méridionale, Tome 109, N ° 218, 1997, pp. 165-188), y del libro Un principado judío en la Francia feudal, 768-900, de Arthur Zuckerman (de Columbia University Press, 1972). Ambas publicaciones nos trasladan a una historia que no se explica en las escuelas: el principado judío de Narbona, y su relación con Carlos Martel y Carlomagno. Pero su interés se traslada a la figura del descubridor de América, Cristóbal Colón. Para ello se realiza una contextualización argumentada sobre el linaje que se explora en estas dos obras, llamado Kalonimus, y su posible parentesco con Colón. La tesis es que el último gran príncipe judío fue Colón, pero la historia oficial ha distorsionado los hechos, el tiempo y los nombres para que no lo podamos ver. Detrás de ellos está el misterio no reconocido de la obligada conversión judía de 1492 y del mítico Priorato de Sión. Todo ello, sin una mirada neocronológica, que desmonta y reconstruye la historia sagrada y su mapa cronológico oficial, y la ubica en la Edad Media, es imposible de creer. O dicho de otro modo, es posible verlo así si se entiende, y se acepta (que son dos cosas distintas), la Nueva Cronología de Fomenko y Nosovsky.