El enigma emblemático del "Primero sueño", de Sor Juana Inés de la Cruz (original) (raw)
Podemos afirmar que en las tres partes de la antigua retórica se originan, de la teoría literaria moderna, el estudio de la imaginación (correspondiente a la inventio), el de la estructura (a la dispositio) y el del estilo (a la elocutio). El género de la silva en el ámbito hispánico atraviesa por estos territorios conformándose poco a poco a partir de la canción, el madrigal y la estancia desde fines del siglo XVI. A lo largo de este trayecto, la silva estuvo ausente de los tratados de retórica, no siendo sino hasta fines del siglo XVII, como nos advierte José Manuel Rico García 1 , en la Rythmica de Juan Caramuel, de 1665, cuando se la menciona por primera vez. Esto nos pone ante el hecho de que la silva fue en España un género que se crió hasta cierto punto empíricamente, difundida sólo a través de la lectura directa entre poetas. La silva latina de Estacio sólo inspiró a contados poetas, como Quevedo, siendo más la oda y la epístola moral los sustratos de la silva española ya con su metro característico, luego imitado por los italianos. Así ubicada, la silva fue espacio de ruptura e innovación con respecto a los géneros conocidos. De hecho, estudiosos de este género, como Begoña López Bueno 2 , la consideran atalaya metapoética o taller de reflexión en torno a sí misma como forma poética. Esta consideración de la silva será el punto de partida del presente trabajo. Para empezar, Juan Montero y Pedro Ruiz 3 nos describen, por su parte, la evolución del género desde la silva/selva en octavas. En este punto de partida del género, se retoma de la silva latina su tendencia a la ekphrasis de los ciclos naturales, como las cuatro estaciones o la noche y el día. La silva/idilio, se centra en un pastor entablando un diálogo con la naturaleza, varios ejemplos los tenemos en Quevedo 4 . La silva/salmo, por su parte, recupera de la retórica eclesiástica la integración de los Salmos en el discurso, los cuales se traducían y adaptaban de manera parafrásica, modificando los esquemas métricos. Quevedo participa también de este tipo de silva 5 , que se apoya en todo un aparato de ejemplos extraídos de la Biblia y de la historia misma. En esta silva/salmo el mundo de la naturaleza suele ser objeto de atención poética más allá de la mera interlocución de la silva/idilio, y entronca así con la tradición bíblica y románica del libro de la naturaleza 6 . La silva/oda fusiona la filosofía moral con la filosofía natural, y la silva llamada por los autores meta-artística es la que se desenvuelve ampliamente a partir de Rioja y Góngora 7 , entre otros, hasta culminar con la silva/soledad, propiamente: poema extenso y descriptivo, a veces dividido en partes, enfocado a la naturaleza o al arte, sin receptor preciso y obediente a la estilística culterana 8 . La silva meta-artística, llamada así por hacer preocupación suya ya sea el poema mismo o las relaciones entre arte y naturaleza, conlleva una tendencia clara a la asociación con otros