¿Qué hacer con el ángel? J. L. Borges y F. L. Bernárdez, dos formas de escribir la experiencia mística (original) (raw)
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¿Qué hacer con el ángel? Sobre Borges y F.L. Bernárdez
Este trabajo propone una lectura de dos textos de escritores argentinos, publicados casi contemporáneamente, El buque (1935) de Francisco Luis Bernárdez y "El acercamiento a Almotásim" (1936) de Jorge Luis Borges, que pueden considerarse como dos modos, diametralmente opuestos, de dar cuenta de una experiencia mística. Una "positiva", que apuesta por un discurso conceptual y una "negativa" que opta por la alusión, la paradoja y el silencio. El poema de Bernárdez tiene en su centro una revelación mística, experimentada por el yo lírico, que es transmisible en términos discursivos y que implica una propuesta moral. En este sentido, puede pensarse que El buque es representativo de la estética sostenida por un grupo de poetas católicos que, apoyados en la teología escolástica, proponían que la literatura debía estar al servicio de la difusión del mensaje cristiano y del renacimiento espiritual del pueblo. Borges escribe una reseña de este poema y, meses después, "El acercamiento a Almotásim", relato que puede leerse como una respuesta polémica a la forma de presentar la experiencia mística que propone el texto de Bernárdez. Frente al "decir excesivo" que atribuye al poeta católico, Borges subraya en su escritura la dimensión inefable, intransmisible que caracteriza para él a toda experiencia directa de lo trascendente.
Cuadernos de Teología Vol.14, 2022
Se propone dilucidar las formas de representación que tiene la experiencia mística en tres cuentos de Jorge Luis Borges, para esto, y tomando en cuenta que la representación de lo místico presenta un problema intrínseco a la experiencia, se analizan lenguaje y simbolismos de los relatos, por medio de la siguiente pregunta de investigación: ¿Cómo se representa la experiencia mística en la obra de Borges, tanto en su obtención (rapto místico) como en sus posibles consecuencias para quienes la viven? La hipótesis que guía esta investigación será que, en estos aspectos de los cuentos a analizar, lo místico se configura con diferencias y matices entre ellos, lo que expone una visión amplia y profunda del fenómeno.
1992
En una entrevista con Richard Burgin, Borges recuerda que una editorial les pidió a seis escritores argentinos que escogieran el mejor cuento que conocieran y publicó los relatos elegidos en una antología. Borges se había decidido por "Wakefield", de Hawthorne, pero el libro incluía un cuento chino, el cuento de la sirenita de Hans Christian Andersen y "Bartleby", de Melville; también, lo que Borges describió como "una desagradable historia, bastante falsa, de Lovecraft" (84). De acuerdo con Borges, elegir un cuento de Lovecraft como el mejor del mundo era algo que sólo podía tener el propósito de asombrar a la gente; él no creía que nadie pudiera sostener esa opinión en serio. Es una lástima que Burgin no lo interrogara más al respecto, porque a mí me parece que "El Aleph" es una especie de parodia de Lovecraft.
La experiencia mística y la brujería
2022
Se ha tomado una entrevista con el conocido neurobiólogo español Francisco J. Rubia para poner de relieve la necesidad de contar, en el plano estrictamente racional, con los elementos no racionales que forman una parte importante de la vida humana, por lo que no se puede considerar el éxtasis místico como una patología, sino que es una función más del cerebro, igual que tiene la otra, la analítica. El estudio de las estructuras del cerebro nos puede ayudar a comprender su funcionamiento y la generación tanto del pensamiento sincrético como el analítico, que son dos formas de enfocar lo que entendemos como realidad. Los enlaces del texto pueden ayudar al análisis del mismo. Es algo importante en el esquema que ofrecimos de los Principios teóricos en la historia, que contemplan los dos lados del problema al mismo tiempo para ofrecer una visión más completa del análisis histórico.
Borges y las Escrituras del Yo
Vanderbilt E Journal of Luso Hispanic Studies, 2007
Una máscara no será nunca un objeto entre otros. Mijaíl Bajtín. La cultura de la Edad Media y el Renacimiento Confesar un hecho es dejar de ser el actor para ser un testigo, para ser alguien que lo mira y lo narra y que ya no lo ejecutó. Jorge Luis Borges. "Guayaquil" Introducción Como mi propósito en este trabajo consiste en describir un estudio tropológico de las escrituras del yo en Borges, y dirigir esa descripción hacia su posible sentido ético, no será completamente arbitrario que comience relatando una anécdota personal. Ocurrió hace unos años, durante una clase de literatura. El que por entonces era mi profesor hablaba de la constitución de sujetos históricos por medio del lenguaje, y para ello citó una frase del ensayo "El falso problema de Ugolino," de Borges; concretamente, el tópico de que un personaje literario no es sino una "sarta de palabras." Casualmente había leído días atrás ese ensayo, así que al oír aquello reaccioné diciendo que la frase no era de Borges, pese a aparecer en el ensayo, sino de Stevenson, y que en realidad el ensayo de Borges no proponía eso, sino más bien lo contrario: que el personaje de Ugolino era ambiguo porque Dante así lo había querido, al escribir el excelente verso "El hambre pudo más que el dolor." Quizá hoy, a principios del siglo XXI, sí sea momento de replantearnos qué puede hacer un crítico cuando, invocando falacias autoriales o intencionales, o imposibilidades lingüísticas, se le proscribe toda alusión a la maestría de un autor que no tenga un cariz meramente apologético. Mi tarea aquí es ésa precisamente: intentar revelar someramente algunas de esas argucias de Borges, con respecto a las escrituras del yo. 1 Por razones de espacio, me limitaré a un esbozo de los problemas teóricos mayores que esta tarea implicaría. Primero, analizaré a modo de ejemplo dos de los marcos teóricos postestructurales que más afianzados han estado en el pensamiento crítico actual; dos marcos que, pese a sus diferencias radicales, subrayan de un modo similar las imposibilidades o la inconveniencia de mantener un sujeto centrado, y terminan por aconsejar una prudente suspensión de la agencia, para centrarse en las figuras retóricas que constituye la escritura del yo: la prosopopeya, tomada en su sentido negativo. Me refiero en concreto al de-facement demaniano y al concepto de Ideology de Althusser. Ambos paradigmas, como digo, sustituyen al sujeto consciente para llegar a un método tropológico, y yo espero proceder aquí al revés: vislumbrar a un sujeto consciente plausible, a través de una disposición tropológica específica. Para ello someteré a estos dos marcos a un contraste con el texto "Borges y yo,"
De lecturas y ángeles, 2019
Hace casi treinta años, entraba yo en la sala de profesores y, acomodado ante una de las mesas, abría el periódico y buscaba presuroso la nueva colaboración en El País de Antonio Muñoz Molina, el artículo nuevo, esas palabras suyas que me hablaban del pasado, del presente y del futuro. Yo, por entonces, cuando aún daba clases en el instituto gijonés Padre Feijoo, no creo que estuviera mucho más pirado que mis compañeros de profesión-lo jus-to en un escritor de ficciones que, además, procuraba transmitir al alumnado co-nocimientos de química y física-, pero seguramente parecía estarlo pues cabe-ceaba ante el diario abierto por la página de costumbre y luego-mientras hacía mías aquellas palabras sin acritud en la acusación ni burla en lo absurdo ni com-placencia excesiva en lo ejemplar; aquellas palabras cabales que también citaban obras y pensamientos de autores ilustres en los campos del arte y de la ciencia, que invitaban a beber en otras fuentes de sabio manar-extraviaba la mirada como un demente sin remedio, extasiado en realidad por la prosa impecable de Muñoz Molina, por el sentimiento y el perdón y el conocimiento que albergaban aquellos textos breves. Por entonces, ya había leído yo El invierno en Lisboa, la novela que aún hoy más me atrae del atinado autor ubetense que va de cabeza hacia el premio Nobel de Literatura por más que muchos sean los llamados y pocos los elegidos no siempre por motivos literarios. También había leído ya El jinete polaco. No recuerdo si había leído alguna otra obra de Muñoz Molina. Desde luego, no había leído aún Beatus Ille, su primera novela. Sí recuerdo que, por entonces, a un buen amigo, a un docente de mi propio departamento-antes de la reforma educativa de turno, la que nos aportó a los docentes mucha más teoría vana que práctica nutriente, se llamaban seminarios a los departamentos actuales-, le recomendé, entusiasma-do, la lectura del ya citado Jinete. Casi me lo tira a la cabeza semanas más tarde, incapaz de leer ni cien páginas de esa voluminosa historia en la que Muñoz Molina demuestra-como en cada una de sus creaciones anteriores y posteriores-una sólida maestría en el manejo del idioma español y un completo dominio de las herramientas del oficio de narrador. Aprendí la lección, eso creo, y, tras no haber fenecido de un librazo en la cabeza por simple amistad, apenas recomiendo libros encuadernados en tapa dura, como la del Jinete Polaco. De tapa blanda Las apa-riencias, en menos de doscientas páginas recopilados parte de aquellos artículos
Vivencias con dos grandes Maestros de la Literatura: J.J. Arreola y J.L. Borges
Notas de la autora, 2021
En la época los 70, los estudiantes y profesores jóvenes discutíamos muchos el estilo de la carrera, el tipo de enseñanza, lo obsoleto del enfoque de muchas materias. Hacíamos asambleas, protestas e invitaciones a las autoridades para ser oídos. Logramos que un día el Director y sus Secretarios Académicos se presentaran y nos escucharan.Tener en la facultad a escritores mexicanos y hacer invitaciones a escritores y profesores extranjeros que estén de visita en nuestro país. No recuerdo quién me hizo el contacto del Maestro Arreola. Oyó el proyecto y el porqué nos interesaba que escritores mexicanos tuvieran presencia en la facultad.