[Perelman]La argumentación, el orador y su auditorio (original) (raw)
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La argumentación, el orador y su auditorio
Centro Sur, 2021
Parte este trabajo, del concepto clásico de argumentación, para desarrollarlo posteriormente en favor de quien debe utilizar las técnicas adecuadas con miras a convencer o persuadir en determinada dirección, a un receptor que debe sumarse a su propuesta. De esta manera tomaremos como base el libro de Perelman referido, en especial el capítulo, ´La argumentación, el orador y su auditorio´. Es entonces claro nuestro objetivo de incrementar con puntos concretos, la habilidad del orador para que su desenvolvimiento ante su variado auditorio –jueces, contraparte, testigos, jurado, etc.- sea óptimo, no solo con las técnicas argumentativas adecuadas a cada situación, sino con un desempeño eficiente de todos los elementos que deben alimentar su discurso. Veremos como todo esto va más allá del manejo de una lógica perfecta en las fundamentaciones de sus tesis; vale decir, una preparación física adecuada, una disposición psicológica firme, un dominio corporal en todas sus facetas, una hegem...
El concepto de auditorio en la decisión judicial. La perspectiva de Perelman (el debate continúa)
2011
FILOSOFÍA Y TEORÍA DEL DERECHO El concepto de auditorio en la decisión judicial. La perspectiva de Perelman (el debate continúa) The concept of audience in judicial decisions. The Perelman perspective, the debate continues Pedro Antonio García Obando ] 24 [ Revista vol. 13. núm. 14 julio-diciembre 2011 El concepto de auditorio en la decisión judicial. La perspectiva de Perelman (el debate continúa) *
Perelman tratado argumentacion (johana)
Tornado del Trufodo hrslciriro <le m~ri,lifilusdfi"a dr Jcbiir <iuru*ici Ilcdo~ ya. Madrid, Ed. Nhjriu. 1988. Cf. Joidi Berrio. Teorio socio1 de lo persuarrón. Barcelona. Ed. Miire. 1983. p&r. 34-50, ' Cf. Ch. Prrelman y L. Olbrechls-Tytcca. liairi de /'úrgutnenldion (Lu rtriuaelle rlzéronyur). 3.' ed.. Éditioiir de I'Uiiivcniri de tlruxrlles. 1976. ~á~a. 37.38. Prólogo u lu edicrón e~poñulu Y co, de lo irracional, todo el cuiiteiiidu de las ciericias Iiiiiiialiaa Y sociales. que. EOIIIO la ~tica, sc resisten i(una l'ui~i~ali~acii>~i sólo posible con verdades uriiversalnieiiie cnriviiiceiite~. deniostrables con pruebas constrictivas '. Asi, el prestigio que desde finales del siglo pasado hahia adquirido para el pensador occidsiiial la lógica formal, indu~.ia a ver la retórica como tina antigualla iriecu~~erablr. Reducida. pues, la rctórica a arte de 13 expresión, perdió lodo interes filosófico. no siendo extrano por ello que no aparerca el támino retórica ni en el Vorobu1ar;o téc.n;.nico y crítico de lo/ilos»-Jiá, de Andrk Lalande, ni en la norteamericana Enc~clopedia o/ Philosophy (1967). Laguna subsanada, sin embargo. por e1 Diccionorio de f~losofia de Ferrater Mora. No mejor suerte ha corrido la retórica en los paises socialistas, en donde ha sido considerada como un simbolo de tina educación formalista, inútil. burguesa. anti-igualitsria, Por esto no es nada extraño que hasta hace apenas unos decenios la opinión predominante sobre la retórica hü sido peyorativa: sinónimo de artificio, de insinceridad, de decadencia. Iricluso actualmente la retórica todavía tiene connotaciones peyorativas: «es un retórico>,, «no iiie vengas con retóricasi>, etc.! son expresiones que indican que el terniiiio retórica se asocia más o menos con la falsificación, lo insincero, la hinchazón verbal, la vaciedad conceptual ... Las causas de esa mala fama aparecieron ya en la epoca postciceroniana cuando la retórica, por las razones politicas que tan acertadamente analizara Tácito en SU Diúlugo de oradores, cmpero a perder su dimensión filosófica y dialictica. reduciéndose paulatinamente a un redundante ornamento; en otros términos. la retórica aristotklica se vio reducida al L.ibro 111, iiueiitras que los dos primeros iban siendo relegados '. ' Ihidetn, 34-35. ' i f K. Spaiig. iii~damenros de ietórra. Pdmpldiia. 1:tINSA. 1919, p a p 13 ' J. Berno, op. cit.. pág. 12. No EC mmprcnde por que no se incluyó la rctorica dentro del drganon. iQuizl i,oi no habcrla considerado parie sino antiiirnfa (cumplemento) de la dtal&ctica? ('reo quc aqui radica el principal motivo de su merainaci6n y malenlcndimiento Iii>ii>rieo. ' ~óp;ior, 1 2. IOlb, 1-4; ~licuni~ornúqueu. 13. 1094h 12-28. Citado por Perelb iu:n. i910, p&. 7. Prólogo u lu erlición espailolu-~ ~ I I iiiedio para sacar a la filosofia de su «inip.iw y dailu diiiiciisii,ii iiiterdisciplinar '. Por cso, la nueva relórica está sieiido considerada un iiiipoiiante halla-rgo para campos filos6ficos cuino la filosofia dcl derecliu. la 16gica. la éiica y, en general, para todo aquel sabei qiir depeiida de la razón práciica. Por otra parte, resulta lógico que en la rehabilitación de la retórica clásica baya influido mucho la rehabilitación <le sus creadores, los sofistas, iniciada ya por Hegel. La rehabilitación de la retórica corre hoy pareja con la dcsconfianza progresiva por la lógica formal. iniciada por Scliopenhauer un siglo antes. Para éste las leyes o verdades demostrada son convenciones; teorias cientificas (de Ptoloiiieo. Newton ...) demosiradas racionalmente han resultado errores crasos. Schopeiiliauer se adelantó tambikn a Perelman en su aguda visión de la no separabilidad entre la retórica-argumentación y la retórica-ornamentación, pues, para él. escribir negligentemente significa no apreciar las propias ideas expresadas. del mismo modo que una joya no se guardd en una caja de cartón. «El interes excepcional que los filósofos atribuyen últimamente a los,problemas del lenguaje. el h~h o de que la lingüistica es considerada como «ciencia humana global». la rehabilitación de la sofistica, la insistencia con que se proclama el alcance reducido de la lógica formal, el surgimiento de lógicas no formales, preparan la rehabilitación de la retbrica como termino. al tiempo que su reintegración eii la problemática filosófica» 9. Por todo esto no resulta exiraño que algunos neopositivistas muestren al final cierta comprensibn hacia la nueva retórica. Asi. Carnap reconoce que la lógica formal no sirve para la vida, y, por su parte, Ayer recensiona positivamenle, en 1953, Rhéloriqire el I'hilosophie, de ~erelman lo. ' Cf. V. Floreiu, Lo rhérorique er lo néorhtrorique, 2.' ed.. Paris, E d 1-ci Bdles Leltres, 1982, pAg. 4. .. Florescu, op. cal., p k. 159. 'O Parir, PUF. 1952, pág. 158. " Florcrcu, op. cll.. p6g. 198. 8, El primer uabajo de Perdmiin robic rl lema de la argunieniaiibn fue una conferencia de 1949. pubiiiads un ni\<> nias tarde bajo el lilulo dc Lug;qiir ri rhnur;que y reimpresa dos anos mas iardc cn su ririmera obra a i c n h i i rnbrc IJ cucsiiuii, Rhe'lrique el phiiosophie, PIIF. IYSZ, a la que sigui*. rii 1958. 7iuiir <lk, IIrrgumenro1;on.
Intellectio Retórica: la causa de la controversia entre orador y auditorio
Teorías para el Diseño Gráfico, 2012
Para Aristóteles y Helena Beristáin la Intellectio se manifiesta de manera muy general, al incluirlas en la Inventio, nombrándolas como una formulación de preguntas ¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde? que ayudarán a situar la circunstancia específica de la enunciación del discurso (Rivera, 2007). Para Lausberg, la Intellectio y la Inventio se sitúan en la Res, en el Qué del discurso. Distingue a uno del otro, al ubicar a la Intellectio como operación reflexiva donde comprenden ideas y pensamientos respecto a la causa de la controversia entre orador y auditorio, siendo la operación fundamental para la construcción del discurso. En este momento se piensan las posibles refutaciones del auditorio. La Intellectio es la guía del resto de las operaciones; establece un espacio donde se consideran las opciones a favor y en contra antes de tomar una decisión. Mientras que la Inventio es un proceso activo y creador, es decir, productivo. (Rivera, 2007). De lo anterior, utilizaremos la Intellectio como una operación donde se reflexiona acerca de la causa de la controversia entre orador y auditorio, para comprender ideas y pensamientos que más adelante nos ayudarán a producir el argumento.
La auctoritas del orador en el proceso de la persuasión
El talante del orador (ὁ ἦθος τοῦ λέγοντος), su credibilidad (ἀξιοπιστία), entra en el proceso de la persuasión como una prueba más en la que el orador apoya su argumentación y lo hace del modo que detalla Perelman cuando afirma que el que argumenta expone continuamente su prestigio, ya que el oyente emite un juicio a lo largo de toda la exposición sobre cómo éste trata los temas de los que habla. Este prestigio aumenta o disminuye en función del modo de argumentar. Una argumentación vergonzosa, floja o incoherente, lo único que hace es perjudicar al orador, mientras que un razonamiento seguro, claro y comprensible actúan a su favor (Perelman 1989:61).