(2006) El tejido social matsigenka. In La Cultura Ancestral Matsigenka: respuestas a la modernidad del siglo XXI. CONAP. Lima. pp 22-43 (original) (raw)

Una sociedad puede ser representada de diversas maneras, pueden tenerse muchas perspectivas para echar un vistazo a un grupo de reglas seguidas por determinada gente que convive e interactúa hacia adentro y afuera de su universo social. Con el espacio social de los pueblos amazónicos, como con otros muchos que casi siempre han sido vistos como las afueras del mundo occidental, o bien los adentros inexplorables, hemos preferido primordialmente nuestra perspectiva. El énfasis en esta perspectiva es producto de un sinnúmero de razones, unas elusivas, otras claras e imperativas, razones entre las que se encuentran las propias características emergentes de ciencias como la antropología, los procesos colonizadores en diversos estadios de los Estados, las mitologías modernas respecto a la cornucopia amazónica o los intereses en proteger áreas naturales. Como se quiera, éstas, que son solo algunas de las razones, han generado un espacio en el que la visibilidad del indígena, en su propio espacio, ha dependido básicamente de fuerzas exteriores al color de sus capacidades. Hoy poco a poco se abren opciones de interlocución más representativas. Escenarios en los que las representaciones pueden practicar un contrapunto o las voces una polifonía. Acá vamos a intentar un contrapunto de representaciones y una polifonía de voces para hacernos una idea de los cambios en las estructuras sociales matsigenka. Los nudos del tejido: la familia matsigenka. La sociedad como un tejido es una metáfora difundida, diríamos que es una metáfora privilegiada. Los matsigenka también echan mano a la metáfora del tejido. Una mujer matsigenka, situada en el origen, teje en su telar las idas y vueltas de generaciones de varones alrededor de generaciones de mujeres. Los hombres se desplazan como los hilos de la trama lo hacen en el telar con la lanzadera. A través del territorio matsigenka van los hombres uniendo la urdimbre de las mujeres, afianzándola como el complemento del tejido que se va haciendo en el tiempo. No debemos dejar pasar que la idea que debemos hacernos de la sociedad matsigenka tiene, sin lugar a dudas, que incorporar al espacio. Estos hilos masculinos, liados a los femeninos, tejen la apropiación de un territorio, moralizan una topografía. Allí donde mencionamos un topónimo matsigenka hubo o hay un nudo de hombres y mujeres. Si queremos tener una idea gráfica de cuáles son las dimensiones del tejido-de la sociedad matsigenka-urdido por generaciones, debemos hoy ver el mapa y leer las toponimias. Salta el relieve, la huella del tejido y esa geografía mitificada resultante, la que reúne el lugar de los huesos Tonkini o Pongo de Maenike, el cerro Tasorintsi Ompikirini que sopla y transforma al chamán, las enormes piedras Pantiorikiti en las que dejó la marca de sus dedos el megalítico héroe Shongavárini, las trampas del dios Luna, Kashiri, en los ríos Parotori, Muipaya, Picha; todos esos lugares diseminados en el territorio matsigenka son como los brocados, los rombos, los zigzag que coletean y cimbrean en las cushmas, coronas y bolsas tejidas por las mujeres matsigenka.