Soja Transgénica y la Crisis del Modelo Agroalimentario Argentino (original) (raw)
El hambre, la pobreza y el empobrecimiento generalizado que embarga a millones de personas constituyen algunas de las manifestaciones más agudas de la crisis Argentina actual. Que en el año 2001, en lo mas profundo de la crisis, más de la mitad de la población – 20 millones de personas según cifras oficiales – se hallaban por debajo de la línea de pobreza, y un cuarto fuese indigente, es decir, no percibía ingresos suficientes como para cubrir sus necesidades alimenticias básicas, constituyó una situación inédita en la historia social y económica de nuestro país. Tal cuadro, por cierto contundente, se complementa con informes periodísticos presentados en los medios que muestran niños famélicos, no pudiendo ser atendidos por sus padres, o bien, no recibiendo la asistencia adecuada por parte de organismos oficiales. Esta situación se torna escandalosa cuando consideramos que en el país existe un enorme potencial productivo en materia alimentaria, capaz de producir alimentos en cantidad y calidad suficiente como para alimentar varias veces la población nacional. Y que a lo largo de la década de los años 1990 la producción agropecuaria-cerealera y oleaginosa fundamentalmente– siguió aumentando vertiginosamente. Se estima que en el país se producen más de 70 millones de toneladas de cereales y oleaginosas por año, casi dos toneladas per cápita, y 90 millones de toneladas de productos agropecuarios de todo tipo. Sin embargo, estas cifras deben ser matizadas: casi la mitad del volumen de la producción de granos es soja, en su casi totalidad transgénica y de exportación. Históricamente considerada uno de los " graneros del mundo " , la Argentina se encontraba entre los pocos países del tercer mundo que, en el nivel nacional, no tenía déficits alimentarios externos y que, además, era un importante exportador neto de cereales y de otros productos básicos a la economía mundial. ¿Cómo se explica entonces que cundan el hambre y la miseria, en un país como la Argentina? ¿Cómo se explica que habiendo aumentado en la década de los años 1990 tanto la producción agropecuaria como la oferta de alimentos a nivel global, simultanea y en forma significativa aumentara el hambre y la pobreza? ¿O en términos más dramáticos, que mueran de hambre 100 niños por día en el " granero del mundo " ? ¿Qué papel tuvo en estos procesos el auge fenomenal de la producción de la soja transgénica? Creemos que, como punto de partida, es útil abordar esta problemática en los términos del enfoque que nos presenta Amartya Sen para analizar las hambrunas habidas en muchas partes del mundo. Según este autor se producen penurias alimentarias extremas e incluso hambrunas cuando se derrumba el acceso a los entitlements alimentarios de la población, entendiendo por entitlements, las habilitaciones que les permiten a las personas acceder a determinados bienes, en este caso específico, a los alimentos necesarios para cubrir sus necesidades alimenticias básicas. Sen critica el enfoque que plantean la FAO y otros organismos internacionales en la medida en la que se esfuerza casi exclusivamente por impulsar el aumento de la producción agropecuaria. Según Sen no existe necesariamente hambre porque faltan alimentos – se trata de una situación palpable en nuestro país – sino porque vastos sectores sociales no pueden acceder a ellos. Una hambruna es una situación en la que muchas personas no tienen alimentos para comer. Esto es diferente que decir que no existen disponibilidades alimenticias suficientes en la comunidad (véase