El mundo del libro (original) (raw)
La prosa de Eduardo Castillo t uvo todo su prestigio allá por la década del año 20 al 30 de este siglo XX. Castillo era un inspirado y un enfervorizado. Sin poner pie en la realidad que nunca coincide con nuestros sueños. Fantasmal, parecía un pájaro cuyas alas hubiera tronchado la tempestad. Fue poeta hasta los huesos. Sin que esto quiera decir que su obra literaria obedezca a un esfuerzo de creación. E s hija legítima de su vasta cultura y su cur iosidad inagotable. Castillo per teneció a una generación de escritores que vivier on en la torre de marfil de sus soledades. Sus furores vitales no t.rascendian en la vida opaca de su tiempo. Era la suya la agonía de quien padece en la tarea h ermosa e inútil de domeñar los vocablos . Muchos de ellos coloreados y purpúreos. Porque Castillo, desde el punto de vista de la imaginación, era un millonario. En la vida común no tuvo nunca esos tesoros que iba numerando en poemas y prosas. Amadas imposibles, chis peante río de joyas para esas mujeres casi ingrávidas, todo ello como material noble, pero sin ninguna raíz en el mundo crepitan te que se movía en torno suyo.