LA ÉTICA KANTIANA (original) (raw)

ETICA DE KANT

Quid ningún filósofo haya influido tanto en la filosofía moderna y contempohea como Kant (17241804). Ya Descartes había puesto las bases para una Ética annopocéntrica. Pero fue Manuel Kant el que realizó l a desvinculaci6n total de la hica de cualquier presupuesto teológico y metafísico. fi1 fue. en efecto, el que hizo en filosofía la revolución copernicana: se ha creído que en el conocimiento el sujeto Se adecúa al objeto. La realidad es distinta: el &jeto se adecúa al sujeto: lo que el sujeto conoce es producto de su pensamiento que estructura los datos d e los sentidos. LO mismo acontece en Ética: el sujeto -la razón-se da a d misma sus propias normas. El hombre, pues, tanto en 10 especulativo . -como en lo ~ráctico es esencialmente activo. Las obras eticas fundamentales de Kant son: Fundanentación de la metafisica de la costumbres (1785) y Critica de la razdn prdctica (1788).

LA ÉTICA DE KANT, LA ÉTICA KANTIANA Y LA ÉTICA CONTEMPORÁNEA

Estudios 149, vol XXII, pp. 95-108, 2024

kantiana del deber también como un modelo de formación del carácter, y por tanto, como una ética de la virtud. El planteamiento de Kant es fecundo incluso en propuestas éticas que difieren de él, específicamente en lo que podría llamarse su "ética material". Finalmente, se muestra cómo la discusión ética contemporánea no puede prescindir de las luces que ofrece el filósofo de Königsberg.

ETICA KANTIANA – ETICA ARISTOTELICA

En el presente trabajo me abocare al concepto de ética y la comparación entre los modelos de evaluación moral kantiano y aristotélico; Basándome en la "Fundamentación de la metafísica de las costumbres" de Kant y en la "Ética Nicomáquea" de Aristóteles, se expondrán las semejanzas y discrepancias, analizando los fundamentos de cada uno de los modelos.

KANT ETICA

La ética kantiana se engloba dentro de las éticas del deber que niegan que se pueda justificar y fundamentar la corrección moral de una acción en sus buenas consecuencias. En lugar de centrarse en las consecuencias, las éticas de deberes se centran en el deber. Consideran que hay principios o normas que deben respetarse. De ahí que estas teorías se conozcan como "éticas de principios". Contrariamente a lo que plantean muchas teorías consecuencialistas, el filósofo alemán Inmanuel Kant (1724-1804) afirmó que la felicidad no es siempre buena porque a veces conduce a la arrogancia y porque un espectador razonable e imparcial no sentirá nunca satisfacción al contemplar a una persona a quien siempre le va todo bien, pero cuya felicidad es inmerecida ya que su voluntad no manifiesta ningún rasgo de bondad. Immanuel_KantSegún Kant, lo único absolutamente bueno, siempre y en toda situación, es a buena voluntad. Y decir que una persona actúa por buena voluntad equivale a decir que actúa por respeto al deber y no solo conforme al deber. Se puede actuar conforme al deber, pero por motivos interesados, esto es, movido por inclinaciones, deseos, ventajas o consecuencias beneficiosas. En cambio, actuar por respeto al deber es tener como único motivo el propio deber, el deber puro. Ahora bien ¿qué significa actuar por deber? El deber es un imperativo. Un imperativo sin condiciones, un imperativo absoluto o categórico. Sin embargo, no nos lo impone ni la sociedad, ni una autoridad externa, ni Dios, ni nuestras propias inclinaciones o creencias: nos lo imponemos nosotros mismos en tanto que seres racionales. Actuar por deber es obedecer la voz de la razón que hay en nosotros. La persona que escucha y se guía por la razón actúa como corresponde a un ser racional, Para nosotros, humanos, la voz de la razón se nos impone como un deber porque somos seres racionales imperfectos. Y somos imperfectos porque estamos dotados de deseos e inclinaciones que nos impulsan en sentido distinto al de la razón. Si fuésemos seres racionales perfectos, dotados solamente de razón, la voz de la razón no nos parecería un deber, sino que la seguiríamos espontáneamente. ¿Y cuál es la voz de la razón? ¿Cuál es el deber que la razón nos impone, que nos imponemos en tanto que seres racionales? Según kant, la razón prescribe la ley según la cual han de vivir los seres racionales: la ley moral. Y esta ley moral, que se dirige a los mismos seres racionales que la dictan, ha de ser tan formal-tan universal y racional, diríamos-que no contenga referencia alguna a circunstancias particulares-a deseos o inclinaciones, por ejemplo. Es como si la razón dijera: "Actúa solo según una máxima (norma o regla) tal que puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley universal". Kant denomina a este imperativo de la razón, del cual ofrece hasta cuatro formulaciones distintas,

SOBRE LA "CRÍTICA DEL JUICIO" DE KANT

Kant trata de introducir el concepto de finalidad de la naturaleza a partir de la subjetividad trascendental, es decir, tomando el punto de vista de la finalidad como un modo de ser en el que se nos manifiesta el mundo cuando partimos de la exigencia trascendental de que la libertad realice sus fines en la naturaleza. La finalidad de la naturaleza no va a ser para Kant una certeza ontológica, sino una perspectiva sobre el mundo gracias a la cual la subjetividad puede afirmarse a sí misma como real y afirmar a su vez la realidad del mundo, es decir, como una perspectiva que viene exigida por un interés trascendental de la subjetividad. No obstante, vemos que es en el terreno del interés teleológico donde el pensamiento kantiano se ve obligado a lidiar con una mayor problematicidad ontológica, en tanto en cuanto tal interés nos lleva a plantearnos si no es la misma naturaleza la que proporciona sus propios fines. El tránsito, necesariamente exigido por la subjetividad, de la libertad a la naturaleza para que aquella se realice, nos llevaría a tener que rebasar la limitación ontológica de la KRV ("Crítica de la razón pura"), según la cual el mundo se nos da como objetividad mecanicista, pero no como hecho absoluto, sino solo en tanto que "fenómeno", hacia el descubrimiento de la finalidad de lo libre como algo efectivamente real en el mundo. Kant apunta en la KU ("Crítica del Juicio"), según sus propias palabra, hacia un fundamento suprasensible de la naturaleza, que además tiene que poder pensarse en concordancia con lo que viene exigido por la instancia práctica de la libertad. Pero ese fundamento suprasensible no puede quedar como un "más allá" posible y por lo tanto postulable desde un interés práctico, sino que tienen que estar en concordancia con lo fenoménico, más aun, tiene que poder ser visto como manifestándose en lo fenoménico. Por tanto nos encontramos ante el problema de hallar una dimensión fenoménica de las ideas de la razón y de sus propios intereses. Se trata de mostrar la manera en que lo especulativo alcanza a lo fenoménico, es decir, la manera en que la idealidad alcanza la contingencia que es el mundo, en tanto objeto de nuestro interés técnico-pragmático. Si entendemos el concepto no en el sentido constitutivo de la KRV, sino como lugar de la idealidad opuesta a la particularidad, bien podemos decir que Kant está planteando en la KU lo que luego será la gran problemática hegeliana de la relación entre particularidad y concepto, de la idealidad del concepto realizada y actuante en el mundo, del concepto como dotado de un dinamismo que está presente en el ser del mundo, del concepto como núcleo racional de lo particular. El Juicio reflexionante consiste en el tratamiento del concepto no como idealidad "a priori" constitutiva, sino como idealidad realizada en lo particular y que hay que descubrir en ella. Queda así contrapuesto el concepto heterónomo con vistas al dominio pragmático-técnico del objeto al concepto actuante en un plano no ya fenoménico, sino ontológico. Un concepto, este último, que alcanza materialmente al objeto. La búsqueda de la ley o concepto particular por parte del Juicio reflexionante significa el intento de mostrar que la particularidad es idealidad realizada y actuante. Pero el concepto significa finalidad, y la finalidad es la idealidad de la libertad. Por lo tanto podemos decir que Kant también se está plantando lo que también será la problemática hegeliana de cómo la libertad se realiza en el mundo. También la búsqueda del Juicio reflexionante implica la noción de totalidad, no como idea de la razón, sino como totalidad delimitada que se muestra en la experiencia, como totalidad concreta. Creemos que podemos afirmar que nos encontramos ante el intento de conseguir una elevación de la particularidad a idealidad, pero a una idealidad que se encuentre internamente

KANT: UNA ÉTICA PARA LA MODERNIDAD

El texto pretende una aproximación a la ética de Kant a 200 años de su formulación, destacando elementos vigentes que permiten hablar de lo pertinente de volver a Kant, al tiempo que se señalan algunos puntos problemáticos de su pensamiento. En especial se enfatiza en tres asuntos: primero, la construcción de una ética ilustrada que responde a las exigencias de un hombre moderno y a una sociedad en la que conviven distintas ideas de vida buena; segundo, la forma como la reflexión kantiana sobre la libertad, da paso al horizonte de la racionalidad práctica y a la configuración de una imagen moral del mundo; tercero, se muestra que con la formulación de los imperativos categóricos se constituye una ética del respeto recíproco universal.

ÉTICA CÍVICA

La sociedad actual presenta un evidente desequilibrio entre los aspectos aceptables y no aceptables en la mayoría de conductas vivenciadas por los ciudadanos de todo el mundo, aunque tocar este aspecto conlleve a aclarar las diferencias culturales existentes en el género humano, pues por razones de la misma cultura existen discrepancias en torno a particularidades tales como el nacimiento, desarrollo, muerte, cosmovisión de la creación, explicación de fenómenos naturales, entre otros tantos aspectos en que se desenvuelve el ser humano. Lo cierto es que a pesar de las diferencias culturales existe un elemento común en todas y se relaciona con la armonía social, esta es la que garantiza la convivencia plena y sana entre los miembros de una misma comunidad, lográndose esta a través de la práctica de normas y principios que solo la moral y ética pueden garantizar.