Guía de lectura Quijote (original) (raw)
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Olivar, 2004
A través de las páginas de Para leer el Quijote se difunde la actividad hermenéutica de un equipo de investigadores guiados por Alicia Parodi y Juan Diego Vila y en ellas, la crítica cervantina podrá encontrar renovadas muestras de ejercicio exegético. El rasgo sobresaliente de esta compilación es sin duda su variedad. El lector puede
Lectores y libros en tiempos del Quijote
Pedralbes: revista d'història moderna, 2009
Analitzar la difusió d'un llibre és una operació metodològica difícil, sobretot quan es tracta d'una obra com El Quijote. En aquest article es plantegen les circumstàncies en les quals es produí la publicació i la seva propagació: les taxes d'alfabetització a inicis del segle XVII i la clientela potencial de l'escrit, l'estat de l'activitat impressora a la Península, el mercat del llibre i dels productes de la impremta, les existències de llibres en les cases, els mecanismes invisibles de la difusió, etc. Definit així el marc-extraordinàriament negatiuen el qual El Quijote començà la seva marxa, s'intenta observar el que, finalment, es la història d'un supervivent.
Cervantes y las religiones, 2008
Quizá el rasgo más relevante de las últimas décadas de crítica cervantina sea el debate, incluso el enfrentamiento entre los partidarios de una lectura seria del Quijote y los partidarios de una lectura cómica. La primera, la lectura seria, había llegado a ser hegemónica en la era moderna (esto es, en los siglos XIX y xx) por varios motivos, entre los que no es el menor el que permite celebrar la obra como monumento de la cultura nacional española. La segunda, que nunca desapareció totalmente del panorama crítico, aunque ha permanecido casi oculta, como un resto del pasado premoderno, ha conocido una fuerte recuperación a raíz de la publicación de los trabajos de Peter RuselP y de Anthony Close 2 , que han ejercido y siguen ejerciendo una poderosa atracción sobre la nueva crítica cervantina. Lo que vamos a tratar de argumentar a continuación es que la entre tales lecturas se debe más a las limitaciones de la crítica moderna que a las contradicciones o peculiaridades de la obra cervantina. Ambas lecturas, pero especialmente la lectura sería a la que nos vamos a dedicar en esta ocasión resultan de una comprensión muy deficiente de los grandes problemas estéticos que plantea el Quijote.
La crítica de la lectura en el Quijote
El objetivo declarado del Quijote es deshacer la autoridad y cabida que en el vulgo tienen los libros de caballerías. Tradicionalmente el cervantismo se ha resistido a aceptar lo que consideraba una limitación de la obra maestra. En realidad, tamaño empeño conlleva la creación de un nuevo género literario, a partir de la crítica de la interacción del más popular de los existentes, la imprenta y el lector. En el Quijote Cervantes analiza dos tipos de lectura derivantes de dos diferentes interacciones entre el género, el medio de difusión y el lector. De esa reflexión, que conlleva una severa toma de posición respecto a la autoridad del narrador, nacerá la novela moderna.
El Diluvio Universal, Vol. V (Bubok), 2016
Se dice que el Quijote es una sátira a los libros de caballerías. El que escribe las notas a mi edición no tiene duda al respecto y, a juzgar por las tasas, aprobaciones y privilegios de los censores que aparecen al comienzo de la Segunda Parte, puede concluirse que ya cuando se escribió la obra pasaba como una ridiculización moral de esta forma popular de literatura, considerada menospreciable. Sin haber estudiado exégesis alguna del Quijote (salvo hace mucho tiempo las observaciones de Ortega y Gasset, de las que no recuerdo nada, o quizá no quiera acordarme), adivino que ésta es una presuposición común. Por mi parte, no trato de negar que el Quijote satirice a los libros de caballerías. Burla hay, y continuamente, pero dejar aquí la cosa supondría no haber comprendido el Quijote en absoluto.
Psicothema, 2005
Yo sé quién soy', dijo don Quijote hace ahora cuatrocientos años, pero eso ya apenas lo puede decir la gente hoy, tales son de confusos los tiempos actuales, como también podría añadir el mismo don Quijote (Cervantes, 1605-1615/2005). Eso fue dicho en los albores de la constitución del individualismo moderno, de modo que el Quijote bien puede figurar en la historia de la psicología (Leahey, 2005). En efecto, de acuerdo con este autor, el Quijote sería «la primera creación literaria en la que la conciencia, el carácter y la personalidad del protagonista se exploran de manera artística» (p. 101). Es más, aun cabría decir que dichos constitutivos psicológicos son antes que nada 'creaciones literarias'. En este sentido, la literatura psicológica, sin duda plural, vendrían a ser 'recreaciones científicas'. 'Literatura científica', podría proponer Sancho Panza, extendiendo la célebre solución del 'baciyelmo'. Siendo así, la cosa sería reconocer sin remilgos científicos la condición literaria del sujeto psicológico. Bien entendido, que esta 'condición literaria' no apunta tanto a 'discursos' como propiamente a los 'cursos' de la vida. Quiere decir que esta 'condición literaria' está en el desenvolvimiento mismo de la vida, al margen de la cultura literaria de cada cual. Se refiere aquí a la 'invención de lo humano' que, según Bloom (1998/2002), se debería a Shakespeare. Como quiera que sea, a la par de Shakespeare estaría Cervantes estableciendo el canon occidental (Bloom, 1994/1995), así de la literatura como de la vida. «Muchos de nosotros somos figuras cervantinas», dice Bloom (2000), «mezclas de lo quijotesco y lo sanchopancesco situados en las dimensiones aun más amplias con que Shakespeare reinventó lo humano» (p. 158). Consi
El Quijote entre los libros de caballerías
El presente artículo analiza ciertas técnicas compositivas del Quijote en relación al género de los libros de caballerías y determina de esta manera el vínculo de la obra cervantina con el mencionado género. No sólo se parodian (y, por tanto, se imitan) una enorme cantidad de motivos caballerescos, sino que muchos pasajes aparecen redactados con una prosa inequívocamente caballeresca. Por tanto, parece que el hidalgo no es el único que confunde realidad y ficción en esta obra, sino que el propio Cide Hamete Benengeli con su estilo caballeresco, parece compartir esa visión caballeresca de la historia de don Quijote. Asimismo, el presente artículo establece las paradojas internas en el texto que impiden rechazar de plano su consideración como libro de caballerías. Palabras clave: Don Quijote, libros de caballerías, motivos, parodia, imitación, estrategias narrativas. This article analyzes some narrative techniques of Don Quixote in relation with the genre of spanish chivalric novels and thus determines the relation of Cervantes' work with this genre: not only parody (and thus imitation) of a huge amount of chivalrous motives, but also an unequivocally chivalric-style prose that affects many passages. Therefore, it seems that the hidalgo is not the only one who confuses reality and fiction in this work, but also Cide Hamete, with his own chivalric style, seems to share Don Quixote's chivalric vision of history. In addition, this article exposes the internal paradoxes in the text that prevent a flatly consideration of Don Quixte as a novel of chivalry.
El Quijote, el lector, la crítica
Revista de Filología Española, 2005
El Quijote llega al siglo XXI y se enfrenta a su aniversario. Esperemos que no salga menoscabado y deforme de las conmemoraciones que, inevitablemente, van a acorralarle; y que, al arrimo de cuantas operaciones mercantiles se or-' ganicen, se propague su lectura, en cualquiera de las muchas ediciones que se disputan el mercado. En efecto, buena cosecha sería, para empezar, la de extender una lectura simple de la obra, con un cuerpo ponderado de notas que lo permitan, que hmpien el texto de las pequeñas manchas que el tiempo ha depositado sobre su superfice textual sin enredarse en laberintos críticos. Y excelente cosecha, que se recuperara cuidadosamente su lectura fuera de los niveles rabiosamente críticos, sobre todo en universidades, escuelas y colegios, en donde siempre habrá que sazonar su presentación, para que no repela a quienes vienen variando sus gustos estéticos de modo tan radical. Los lectores disfrutarán, sin duda, se reirán probablemente y la obra les dejará un poso de futuro incierto, al que cada uno podrá acudir, desde su propio caudal cultural, para ulteriores menesteres. Inevitable y afortunadamente, además, seguirá suscitando su interpretación todo tipo de terremotos críticos al cruzar por estos años del nuevo siglo, quizá de modo minoritario, quizá solo en círculos de iniciados, quizá entre lectores que gustan abordar desde Cervantes otro tipo de cuestiones. No faltará ese tratamiento: y no debe faltar. Tales aspectos terminan por concernir a los lectores comunes, desde luego, que encarrilan lecturas e interpretaciones por lo que se les predica desde lugares sagrados, o dicho con más respeto: parece inevitable que muchos lectores se encaren con el Quijote desde el ámbito cultural dominante que ha dirigido su educación. Mas no vamos a ocupamos en las páginas de una revista especializada de los vericuetos mundanos y didácticos de la obra, sino de poner orden a los hitos críticos por los que ha discurrido su lectura e interpretación recientemente, hasta llegar a nuestros días, y exponer la razón de los que son en estos mo
La recepción del Quijote en Colombia se empieza a apreciar en las primeras décadas del siglo XIX. Hasta hoy carecemos de crónicas o documentos que den cuenta de la recepción de la obra durante la época colonial, algo que no ocurre con los virreinatos del Perú y de Nueva España. Allí se sabe que los personajes cervantinos fueron representados en festejos, como en la población peruana de Pausa que en 1607 celebró el nombramiento del virrey el "Cauallero de la Triste Figura don Quixote de la Mancha..." (Rodríguez Marín), aparece junto con el cura, el barbero y Sancho Panza. También, como explica Rodríguez Marín, hubo festejos similares en Lima y México a lo largo del siglo XVII e incluso en el XVIII. Sin embargo, hay constancia de que en 1605 se envió a Cartagena de Indias un cargamento de libros que incluía ejemplares de la primera edición. La demanda de libros en Nueva Granada era notable y esto se hace evidente en las colecciones de los padres jesuitas y de algunos granadinos y santafereños. Del mismo modo, Hispanoamérica no fue ajena al autor del Quijote que acarició la idea de ocupar alguno de los cuatro cargos vacantes por entonces en las Colonias, uno de ellos, precisamente en Cartagena de Indias, en el Nuevo Reino de Granada.
Mujeres lectoras en el Quijote
A L pensar en las mujeres lectoras ha venido enseguida a mi imaginación el óleo «Virgen de la Anunciación» de Antonello de Messina, pintado alrededor de 1477. En él aparece el retrato de una mujer leyendo un libro que descansa sobre una escribanía y cuyas hojas parecen estar en movimiento. Sabemos que es una Virgen porque el título de la obra así nos lo indica; sin embargo, lo que vemos es una mujer corriente tocada con un paño azul, sin ningún contexto y que no fija sus ojos ni en el libro ni en los que la contemplamos, ya que su desconcertante mirada se pierde en el ángulo izquierdo del cuadro. No hay ángeles, no hay rayos divinos, no hay trompetas ni oropeles, pero algo llama la atención sobremanera: su mano derecha ligeramente levantada hacia nosotros, y aunque no nos mire, nos conmina a mantenernos en nuestro sitio: ella está allí, leyendo seguramente a la luz de una vela, y nos hace sentir que la hemos importunado (¿o tal vez la llegada del Ángel?). Su mano se convierte en una especie de puerta, de frontera, de línea de demarcación: allí está ella en su intimidad, con su libro, y aquí estamos nosotros, extrañamente integrados en su momento; porque esa mano no es límite, sino una frontera porosa que permite la traducción entre su momento y su espacio y nuestro momento y nuestro espacio de contem-