Los perros en América: algunos aspectos sobre su origen (original) (raw)

Una historia de perros. Mitos y certezas sobre su origen y dispersión en América.

En este artículo de difusión científica se analiza el proceso de surgimiento del perro doméstico, tomando como eje de la discusión en que momentos y contextos aparecieron los primeros perros, y si todos se originaron en un único proceso de domesticación. Luego se analiza la presencia del perro doméstico en América y en particular su presencia en contextos prehispánicos de Pampa y Patagonia.

Los perros en la conquista de América: Historia e iconografía

Cristóbal Colón was the first to use dogs with a military function in America during the first campaign, the repression of the island of Jamaica and the La Española in 1494. At this, the use of “man ́s best friend” as a combat weapon was not expected but later the spread to all Latin American territories. This was the case in the conquest of island of Boriquen (Puerto Rico) by Juan Ponce de León, as well as the dogs that accompanied the army Hernán Cortés and Francisco Pizarro, and in the conquest of New Granada by Jiménez de Quesada. As well as those who accompanied Hernando de Soto in Florida, etc.

Diversidad regional en una muestra de perros mesoamericanos

Etnobiología 17(2), 2019

Se ha documentado ampliamente que el perro (Canis familiaris) es una de las especies domésticas más importantes de las culturas mesoamericanas, desde el Preclásico hasta el Posclásico. A pesar de su importancia y el amplio registro en varios sitios arqueológicos, la mayoría de las veces se pasa por alto la información morfológica y morfométrica de los ejemplares, por lo que se conoce poco sobre la diversidad de tamaño que alcanzó esta especie en la época prehispánica. Con base en los datos etnohistóricos y en los registros arqueológico, se postularon al menos tres linajes principales de perros: el perro común; el tlalchichi, de baja altura y cuerpo robusto; así como el xoloizcuintli, que se asume, tiene la ausencia de dos características: tanto la falta de pelo como por la ausencia del primer premolar, algunos autores también refieren a este último linaje como un perro de tipo americano. Este trabajo se basa en el protocolo común para los estudios arqueozoológicos, con el fin de estudiar una colección de 32 especímenes diferentes de perros que se supone pertenecen a sitios ubicados en el oeste mesoamericano. La diversidad regional de tamaños de los perros prehispánicos se explora mediante la fórmula de la alzada, donde el tamaño medio es el más frecuente.

2024. Gonzalez Venanzi. Los perros en las sociedades prehispánicas del Noroeste argentino. Caracterización espacial y temporal, variabilidad morfológica e inferencia de sus roles

El objetivo de este trabajo es actualizar, sistematizar y discutir la información cronológica, geográfica, morfológica y las funciones que tuvieron los perros (Canis familiaris) entre las sociedades prehispánicas del Noroeste argentino. Para ello se volvieron a estudiar registros previos, a los que se sumaron hallazgos inéditos aquí descriptos (NMI= 14). Los resultados indican que la especie se asocia exclusivamente a sociedades sedentarias agropastoriles. El hallazgo más temprano es de ca. 400-1000 años A.D., y la mayor abundancia y dispersión geográfica se registró durante el Período de Desarrollos Regionales y el Período Inca. Los perros del Noroeste argentino no pertenecían a la variedad sin pelo; eran de tamaño mediano a pequeño y principalmente del morfotipo braquicéfalo. Esta especie participó como acompañante de entierros humanos, fueron esporádicamente consumidos y/o utilizados como recursos peleteros, mientras que no eran relevantes como auxiliares de caza. Su rol como pastores permanece inconcluso.

Devenires-perro. Abordajes etnográficos multiespecie en torno a animales de compañía

Tabula Rasa, 2021

Estamos en los albores de la segunda década del siglo XXI y la humanidad —o al menos una parte de ella—, se ha desarrollado tecnológicamente de una forma insospechada. Del mismo modo, se ha modificado el entorno habitable hacia escenarios de profundas crisis climáticas y transformaciones planetarias que ponen en riesgo a la totalidad de las formas de vida conocidas o por conocer. Ha llegado la hora de vivir en las ruinas. Tal como menciona la antropóloga Anna Tsing, nos toca danzar en un escenario antropocénico para el que necesitamos «ejercitar las artes de la inclusión» (2019, p.45) de todxs los otrxs de este mundo —aquellos más que humanxs— que han sido empujados a los bordes de la vida. Y, para ejecutar aquellos movimientos capaces de emanciparnos, apremia volver a preguntarnos ¿quiénes somos lxs humanxs? Donna Haraway respondería enseguida “(s)omos humus, no Homo, no ántropos; somos compost, no posthumanos” (2019, p.94), situada en medio de un enredo multiespecies. Pues bien, este número de Tabula Rasa, se dispone en el juego de hilos que evoca la autora, dado que necesitamos de historias de vida menos binarias y más tentaculares (Haraway, 2019, p.77) en pos de esa habitabilidad en los actuales escenarios de extinción. Reúne una serie de reflexiones que, explorando relacionamientos particularmente humanx-perro, ensayan la emergencia de un nosotrxs en devenir-con animales de compañía.

De perros pelones, buzos y Spondylus: Una historia continental

Al reunir y revisar nueva información sobre temas a primera vista inconexos como: el perro pelón, su origen y representaciones; el Spondylus, su obtención a grandes profundidades, su simbolismo y un hipotético gremio continental de mercaderes-viajeros asociado a su comercio; así como un conjunto de hallazgos en tierras michoacanas de objetos de procedencia muy lejana, se propone reavivar el interés por explorar las relaciones de Mesoamérica con el mundo andino y, en particular, el papel que podrían haber tenido en estas redes de intercambio grupos tarascos y navegantes ecuatorianos inmersos en un ancho mundo de dimensiones continentales.

Historia de la domesticación del perro

Los descubrimientos más recientes indican que el perro (Canis familiaris) es una subespecie doméstica que desciende del lobo gris (Canis lupus). Según estudios de los mapeos genéticos (mtDNA) de ambas especies y de anatomía comparada basados sobre todo en cráneos encontrados, el perro prehistórico se separó del lobo al encontrar cerca de los grupos nómadas humanos un nicho ecológico; es muy probable que el perro haya sido el primer animal domesticado, siendo usado posteriormente para ayudar a bandas de hombres en la caza, para defender al grupo y su morada. Se cree que el primer perro doméstico conocido, que poseía una gran mandíbula canina con dientes más desarrollados que los perros que hoy conocemos, vivió hace 31.700 años y que este tipo de perros prehistóricos subsistieron con una dieta carnívora, a base de cazar grandes animales: presas como caballos, renos y el buey almizclero eran su comida. Estas suposiciones están basadas en un estudio tras el descubrimiento de restos arqueológicos que fueron excavados en la cueva Goyet en Bélgica, sugieren a los investigadores que el pueblo Auriñaciense de Europa desde el período Paleolítico superior fue la primera población del planeta en tener como compañeros a perros domesticados. Bellas joyas y herramientas, manifestaciones estéticas donde se representan los grandes animales de caza, caracterizan a esta cultura. La cultura Auriñaciense, que se extendió por Europa central y el levante mediterráneo sustituyó hace unos 38.000 años antes de nuestra Era aproximadamente, a la cultura Musteriense y en otros lugares al Chatelperroniense, en el inicio del Paleolítico Superior. Dentro del debate sobre los restos de mayor antigüedad que corresponden a perros prehistóricos se consideró hasta el año 2008 que las pruebas más antiguas se habían encontrado en Eliseevich, Rusia. Un fragmento de mandíbula descubierto en el año 1873 en una cueva de Kesslerloch, en el norte de Suiza, había sido ignorado hasta que unos paleontólogos alemanes, Hannes Napierala, Hans-Peter Uerpmann, publicaron un artículo científico titulado A 'new' palaeolithic dog from central Europe en la revista International Journal of Osteoarchaeology. Según sostienen los autores de la investigación, la mandíbula perteneció a un perro doméstico con una antigüedad de entre 14.100 a 14.600 años, a través de la técnica del carbono 14. El hombre se dio cuenta rápidamente de los finos sentidos del olfato y el oído que tenía el perro; su área olfatoria es 20 veces más gruesa, en el caso del Pastor Alemán con un volumen 34 veces mayor y con 40 veces más células olfatorias, y su oído es capaz de percibir sonidos muy por debajo y por encima del rango que oyen los humanos. Ventajas que aumentan su utilidad para la caza y las labores de guardia. Su uso como pastor y protector de los rebaños es cronológicamente muy posterior, yendo pareja a la domesticación y explotación de otros animales, cuando las bandas de cazadores y recolectores se volvieron sedentarias ya hacia el Neolítico, hace 10.000 años hasta nuestra Era, con el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Animal de costumbres sociales, que convive en grupos perfectamente jerarquizados, se adaptó a convivir con los humanos. Poco a poco, el hombre los adaptó a sus necesidades, seleccionando a los perros para las distintas labores y características ambientales y geográficas. Los perros enterrados en el cementerio mesolítico de Svaerdborg en Dinamarca muestran que, en la antigua Europa, eran ya una valiosa compañía. El dingo es un perro antiguamente domesticado, unos 5.000 años antes de nuestra Era en el territorio que actualmente ocupa Australia, aunque hoy en día se considere salvaje o al menos silvestre. Los grupos humanos previos al Neolítico consumieron la carne de los perros prehistóricos como una fuente más de alimento. De manera extremadamente gradual los asentamientos humanos valoraron al perro en simbiosis artificial, empleándolo en tareas de apoyo como la caza, la guardia

A dos y a cuatro patas: el Occidente de Mesoamérica y la relación entre el perro, el humano y viceversa… Una aproximación a través de estudios de caso

Archaeofauna. International Journal of Archaeozoology, 2019

El Canis Familiaris resulta un campo paradigmático de estudio, que ha arrojado considerables resultados dentro de la investigación arqueológica mexicana. Sin embargo, al revisar este fenómeno en la región del Occidente de Mesoamérica, surge la necesidad de realizar una aproximación integradora, que no se limite a la recurrente visión etnohistórica. Desde el marco teórico que nos ofrece la Zooarqueología Social, desarrollamos una estrategia de investigación con base en estudios de caso, adscritos a tres subáreas distintas. El sitio de La Mina en las Tierras Altas Orientales, se trata de una plataforma habitacional de finales del Epiclásico (500/600–900 A.D.), con entierros en su base donde aparecen cachorros junto a humanos. Los Guachimontones en el centro de las Tierras Altas Occidentales, una urbe neurálgica para el Clásico temprano (100 B.C.–250 A.D.), en la que se documentan cánidos domésticos en diversos contextos hasta el Postclásico (900–1521 A.D.). Por último, en las Planicies Costeras estudiamos el sitio de la Loma Funeraria en la TGNLM y el área residencial y fúnebre de Chocohuistle en el PMTII. Las bases metodológicas tienen una orientación hermenéutica, en las que prima la obtención de datos inductivos y la colaboración en términos transdisciplinares. Utilizamos el análisis de los restos óseos en niveles primarios y secundarios, la estimación de las tendencias paleodietéticas por XRF y datación por AMS. De esta forma accedemos al análisis de la relación entre el perro, el humano y viceversa en sus propios términos, con el objetivo principal de reconocer el contexto social en el que se dio esta simbiosis.