La heteronormatividad en disputa (a propósito del Libro de buen amor) (original) (raw)
Que veamos a Juan Ruiz como moralista o cínico, que le demos giros ortodoxos o heterodoxos, que situemos sus raíces en Oriente u Occidente, la única verdad indiscutible es ésta: que la historia que él relata con mayor empeño es la de un hombre que busca la consumación sexual. En su Libro encontramos atisbos de una conciencia sexual-la medición del deseo humano contra las construcciones culturales que lo controlan y le dan voz, la repetida representación del deseo en múltiples vías discursivas y con tanto abandono que el mismo Sánchez-Albornoz protesta: "Tengo muy graves dudas... de que ningún pecador se apartara en verdad contrito de sus torpes 'dóneos' tras leer el \licionario de santidad}, del regocijado clérigo de Hita". 1 Sánchez-Albornoz resiste lecturas spitzerianas al destacar en el Libro la presencia del deseo sexual como un elemento activo y constitucional. A Juan Ruiz le pinta como un sujeto conflictivo, al sexo como ese impulso vital que le lleva a descartar las inhibiciones impuestas por una sociedad ortodoxa. Con todo, esta intuición no constituye ninguna epifanía, sino un giro nuevo sobre la identidad nacional, fundada esta vez sobre normas tanto sexuales como culturales: "en el clérigo de Hita triunfaba la robusta, natural y simplista concepción heterosexual del amor de la Castilla de su época". 2 De este modo responde Sánchez-Albornoz a la inestabilidad producida por los aportes de Américo Castro, al posible contagio del buen amor por modos nefandos de amar, pues si se admite la influencia cultural de Al-Andalus, ha de admitirse también la posible influencia de su "concepto ambiguo del amor", un amor que "no excluía las 'amistades particulares', ni la sentimental inclinación, e incluso la pasión carnal, de varón a varón".' Al parecer de Sánchez-Albornoz, aunque Juan Ruiz se balancee vertiginosamente entre ortodoxia y heterodoxia, aunque se desborde en su elogio al deseo sexual, en ningún momento se aparta de ese punto de intersección entre la civilización romano-cristiana y una resuelta identidad heterosexual.