Una crítica "romántica" al Romanticismo (original) (raw)
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Tres grandes movimientos ideológicos y estéticos dominan el siglo XIX: Romanticismo (1815-1848, Realismo (hasta 1870) y Simbolismo (último tercio del siglo).
El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo XVIII, como una revolución hacia el racionalismo ilustrado y el Clasicismo, que proporciona una mayor importancia a los sentimientos dejando de lado la racionalidad. Existe una búsqueda constante de la libertad auténtica.
El Romanticismo fue un movimiento cultural que prevaleció en la cultura occidental entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX. Nace en el último cuarto del siglo XVIII en Inglaterra y Alemania casi al mismo tiempo, pasa luego a Francia desde donde se extiende a España, Italia y Rusia. Y aunque el espíritu del Romanticismo se difundió por toda Europa, cada país adaptó a su modo las ideas fundamentales románticas, creando cada uno su propio Romanticismo.
Posturas de la crítica contemporánea ante el Romanticismo español
Durante mucho tiempo se ha venido considerando el Romanticismo español como la cenicienta de nuestra crítica literaria. Hasta hace pocos años existían algunas monografías sobre autores románticos (Espronceda, Gil y Carrasco, Larra o Bécquer) debidas, sobre todo, a plumas de origen extranjero. La bibliografía sobre el Romanticismo español era muy amplia fuera de nuestro país, pero escasa en su interior. El Romanticismo francés, inglés o alemán, tanto en lo que se refiere a autores como a sus problemas principales, captaba la atención de la crítica de sus respectivas naciones mientras que nuestro Romanticismo era apenas tratado en un simple artículo en obras de literatura española que también trataban otras épocas y movimientos. El Romanticismo español era muy poco apreciado 1 frente a la literatura del Siglo de Oro o al Romancero y el desconocimiento que se tenía del mismo era general, exceptuando quizás alguna definición muy manida y la vida y obras de tres o cuatro autores de la época.
El romanticismo supuso el cambio de mayor envergadura ocurrido en la conciencia de Occidente a lo largo de los siglos XIX y XX. De ahí su enorme importancia. Todos los otros movimientos que tuvieron lugar durante el periodo parecen en comparación, menos importantes y están, de todas maneras, profundamente influenciados por éste. Para Isaiah Berlin, los románticos pusieron en marcha una revolución sin precedentes en la perspectiva que la humanidad tenía de sí misma. Destruyeron las nociones tradicionales de verdad objetiva y de validez ética y causaron efectos incalculables en todos los aspectos de la vida. En su opinión: «El mundo no ha sido lo mismo desde entonces, nuestra política y nuestra moral se han visto profundamente transformadas por ellos. Sin duda, éste ha sido el cambio más radical y más dramático, por no decir el más pavoroso, en la perspectiva del hombre de los tiempos modernos». En las brillantes reflexiones que recoge este libro, Berlin, uno de los principales historiadores de las ideas del siglo XX, traza el desarrollo del romanticismo desde su despertar en el siglo XVIII hasta su desenfrenada apoteosis, mostrándonos cómo este legado aún perdura en la conciencia contemporánea.
La escisión que recorre el Romanticismo, y que se plasma ejemplarmente en el Fausto de Goethe, los paisajes de Friedrich, las obras de Beethoven, estaba ya en germen en el Neoclasicismo, al modo de semilla, que en su reflexión llevaría a lo romántico, Aunque estaba en germen, fue precisa la Revolución Francesa, como suceso de dimensiones grandiosas, para que los teóricos se dieran cuenta de la imposibilidad del Neoclasicismo, que adoptando una forma imperial con Napoleón estaba inevitablemente abocado a su disoluciñon, preludiada por la nueva sensibilidad inglesa de Richardson, Gainsbororugh, la francesa de Rousseau, Diderot y Voltaire, todos ellos con enorme influencia en el movimiento que se ha llamado pre-romántico, o el clasicismo alemán, el Sturm und Drang del que Goethe fue portador