Los niños y la propensión al aprendizaje (original) (raw)
Al nacer el ser humano es pura propensión al aprendizaje i. Simplemente aprende; no puede evitarlo, aunque quisiera. Así como no sabe que aprende, también ignora si tiene alguna dificultad para aprender ii , ya que todavía no le han " enseñado " que aprender es difícil, ni ha aprendido esa lección, tal vez una de las de consecuencias más radicales en su vida. No le teme a su ignorancia, porque se nutre de inquietudes, que convertirá en preguntas simples (" mamá que hay debajo de la tierra " , inquiere la niña iii de 5 años), pero de una complejidad inconmensurable iv , que requerirá de muchas precisiones para ser respondida en todas sus magnitudes y relaciones que puede generar v. La niña no es conciente que ha entrado en un campo donde las relaciones no están previamente descritas, sino que se construyen a medida que los interrogantes emergen desde las nuevas ignorancias que nacen incesantemente, a no ser que el proceso se detenga por una imposición inhibidora vi , como aquellas tan comunes en la escuela (" no pregunte tonteras " , por ejemplo), las cuales con mucha seguridad se pueden volver en contra del mismo maestro) Para poder responder la madre tendrá que recurrir a su historia personal y colectiva llena de emociones, creencias, condicionamientos y conocimientos. Podrá dar muchas respuestas posibles, aunque ninguna definitivamente verdadera, Le dirá, por ejemplo, que debajo de la tierra, donde está instalada la casa, hay más tierra y muchas rocas. La niña la escuchará atentamente solo para volver a preguntarle qué hay más abajo y más abajo. Así, indefinidamente, hasta que sus preguntas insistentes, inocentes y no ingenuas vii , atraviesen la tierra y aparezcan al otro lado del globo terráqueo donde lo que antes era " abajo " ahora es " arriba ". La niña, sin proponérselo y gracias a una facilidad asombrosa, llega al relativismo y a la exigencia de tener que definir un criterio para establecer los parámetros que eviten la anarquía. Lo más probable es que se confunda y no comprenda. La confusión y perplejidad de la niña, originadas por las consecuencias de su pregunta inocente, exige al adulto optar por varios caminos explicativos. Uno,