SETIÉN GÜEMES, Juan de (original) (raw)
Desde la Segunda Guerra Mundial, toda revolución exitosa se ha definido a sí misma en términos nacionales-la República Popular de China, la República So-cialista de Vietnam, etcétera-y de esta manera se ha cimentado firmemente en un espacio territorial y social heredado del pasado prerrevolucionario. A la inver-sa, el hecho de que la Unión Soviética comparta con el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte la rara distinción de eludir la nacionalidad en su pro-pia denominación, sugiere que esto puede ser tanto el legado del Estado dinásti-co prenacional del siglo xix corno el signo precursor del orden internacional del. siglo xxi.1 Eric Hobsbawm está en lo cierto cuando declara: "Los movimientos y estados marxistas han tendido a convertirse en nacionales, no sólo en cuanto a la forma sino también en cuanto a la sustancia, es decir, en nacionalistas. No hay nada que indique que esta tendencia no vaya a continuar".2 Esta tendencia tampoco se limita al mundo socialista. Casi cada año las Nacio-nes Unidas admiten nuevos miembros. Y muchas "viejas naciones", ya totalmen-te consolidadas, se encuentran amenazadas dentro de sus propias fronteras por subnacionalismos que, naturalmente, sueñan con desprenderse algún día feliz de ese "sub". La realidad es bastante simple: el "fin de la era del nacionalismo" por tanto tiempo profetizado, no está ni remotamente a la vista. En efecto, la nacio-nalidad (nation-ness) es el valor más universalmente legitimado en la vida políti-ca de nuestros días. Pero si bien los hechos están claros, su explicación todavía sigue siendo obje-to de una larga disputa. Nación, nacionalidad, nacionalismo: todos se han mos-trado como conceptos difíciles de definir y, más aún, de analizar. En contraste con la inmensa influencia ejercida por el nacionalismo en el mundo moderno, es Beneclict Anderson, Imaginad Communitics. Reflections on the Origin and Sprcad of Nationalism, Verso Editions anca NLB, Londres, 1983, pp. 12-16, en la décima edición de 2000, pp. 2-7. Tra-ducción de Gilberto Gírnénez. ' Qu, ,. nquiera tenga dudas sobre la afirmación de esta semejanza del Reino Unido con la URSS bajt , ste aspecto, debería preguntarse a qué nacionalidad remite el término Reino Unido: ¿a la nacionalidad brito-irlandesa? 2 L. : ric l lobsbawn, "Some Reflections on 'The Breakup of Britain-, en f'J Left núm. 94, sepi:crnbre-octubre de 1977, p. 13. 88
Ensayo de Juan 1 14, 2022
Ensayo exegético de Juan 1 14