Palos, Joan-Lluís, Fraga, Joana, Tres capitales virreinales: Nápoles, Lisboa y Barcelona en Cardim, Pedro y Palos, Joan-Lluís, El mundo de los virreyes en las monarquías de España y Portugal, Madrid, Iberoamericana-Vervuert, 2012, pp. 345-390. (original) (raw)
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El gobierno de unos imperios de escala planetaria como los que crearon españoles y portugueses a finales del siglo XV, requirió un esfuerzo titánico: conseguir que las órdenes dictadas en Lisboa y Madrid alcanzaran y fueran en puntos del planeta tan lejanos como Goa, México, Lima, Salvador de Bahía o Rio de Janeiro era algo que sólo se podía esperar con una sofisticada organización que, en sí misma constituía un desafío a los recursos logísticos disponibles. El más socorrido de estos recursos fue la creación de virreinatos. Hasta ahora la atención que los historiadores han dedicado a los virreyes ha sido ciertamente desigual. Existe un buen número de estudios, algunos ya clásicos. En todos ellos los virreyes ocupan sin embargo un lugar relativamente secundario ya que el objetivo principal es estudiar el encuadramiento de estos territorios con una larga tradición de gobierno propio en la nueva estructura de signo imperial. Este libro ofrece una completa visión comparada y de conjunto de los resortes y fundamentos del poder virreinal de las monarquías ibéricas.
Análisis de la etiqueta de la corte virreina a partir de un documento único: las instrucciones privadas dadas al virrey de México, marqués de Montesclaros, por el presidente del Consejo de Indias.
Estudio centrado en doña Mariana Isabel de Leiva y Mendoza, quien, al ser hija única, heredó los títulos de marquesa de Leiva y condesa de Baños, siendo este último usado por su esposo Juan de la Cerda, virrey de Nueva España entre 1660 y 1684, al resultar más importante que el suyo propio. Nada más arribar a tierras mexicanas, esta familia despertó allí una franca antipatía y la señora virreina fue duramente criticada por su fuerte carácter y don de mando, al extralimitarse en las funciones propias que, en la época, se atribuían a una consorte del máximo gobernante novohispano. Tampoco sus dos hijos mayores, escaparon a las murmuraciones, por ser alocados y pendencieros. Fue, por tanto, una mujer fuerte, alejada de los cánones de invisibilidad femenina de su tiempo, aunque usara frecuentemente su influencia a través de sus problemas y enfermedades.