Anudarse à la Lacan: El proceso psicoanalítico soportado por enlaces y trenzas (original) (raw)

Jaques Lacan, de la psiquiatría al psicoanálisis (Tesis)

La cuestión de los orígenes, trátese del tema que se trate, sin duda, siempre representa grandes problemas en cuanto a su explicitación. No otra cosa sucede –y quizá pudiéramos decir que sucede con intensidad inusitada- dentro del psicoanálisis. El ejemplo más claro: Freud, por supuesto. Freud, el primer analista; Freud, el primero en someterse a un análisis. Freud el fundador, para algunos –para él mismo, por ejemplo-, de una nueva ciencia; para otros, de una nueva discursividad; para otros más, de una nueva forma de mistificación. Freud, el que se convirtió en analista sin pasar por un análisis en su sentido más lato. Freud, el que, dicen algunos, “se autoanalizó”; dicen otros, “se analizó con Fliess”. Aquí, entre estos callejones sin salida, no parece haber algo claro. Y no tendría porqué haberlo. Por lo demás no se trata, aquí, tanto de tomar partido como de mostrar las dificultades para mostrar –no es pleonasmo, mostramos la dificultad de mostrar- eso que no se deja: el origen. Problematicemos, acaso, sólo esta interrogante, para situar todo el trabajo por venir: ¿Freud, como psicoanalista, se engendró ex nihil, “sería su propio padre, ‘analysta causa sui’, mientras que todos los demás no serían sino sus criaturas…”? Freud “el que se hizo a sí mismo” –y no nos pasa por alto la raigambre mítica del epíteto, algo así como “Atenea la de los ojos glaucos”, “Iris la de los pies ligeros”, etc.-, y el que, mediante ese gesto primordial, aseguró lógicamente a su ulterior ralea la posibilidad de la continuidad en el orden del engendramiento analítico, liberándoles de la titánica tarea de robarles nuevamente y cada vez el fuego a los dioses.