Norberto Fuentes, Heberto Padilla y el heroísmo revolucionario (original) (raw)
El 30 de octubre de 1980 Raúl Rivero le enseñó a Norberto Fuentes un cable de Prensa Latina donde Heberto Padilla lo mencionaba. "pensaba en Norberto Fuentes, también él una criatura de la policía", decía allí el poeta recién exiliado. Esa liniecita, comenta ahora Fuentes, era "aviesa", "hijaputeril", "traicionera", "gratuita", y aclara enseguida: "No porque me acusara de algo que, a diez últimas, me hubiese producido aventuras, satisfacción, poder y mujeres y que la configuración de una pistola abultándome claramente bajo la camisa fuera parte de mi estilo. Sino porque, extrañamente, intentaba ponerme a la defensiva con algo de lo que me hubiera podido enorgullecer." (Plaza sitiada, Cuarteles de invierno, 2018, p.534) Fuentes decide entonces actuar. Le había pedido a Luis Pavón que le consiguiera una entrevista con Antonio Pérez Herrero, el secretario ideológico del Partido. En ese encuentro, que sería al cabo muy fructífero para Fuentes, este propone escribir en cuatro o cinco meses un libro que habría de llamarse La plaza sitiada, y que contraatacaría, desde la posición oficial del gobierno cubano, las entrevistas que estaba dando Padilla, así como la salida, ya anunciada, de sus memorias y de la novela En mi jardín pastan los héroes. "Se ha de contraponer a sus declaraciones, hechos.