La desintermediación del audiovisual (original) (raw)

La industria audiovisual se ha caracterizado históricamente por un dinamismo transformador que ya se aprecia en sus albores. Desde la aparición del cinematógrafo y otros artilugios de reproducción de la imagen en movimiento hasta el protodesarrollo artístico del cine transcurren no más de quince años, otros tantos para la aparición del sonido, y entre medias ya se introducen efectos especiales y se pasa de pequeñas salas de exhibición a grandes salones. En el caso de la televisión, se suceden las primeras emisiones comerciales al mismo tiempo que se experimenta con la transmisión de imágenes en color. Este proceso de evolución industrial con su incidencia en la producción, distribución y comercialización vive, con la llamada revolución digital, su actual episodio, aunque esta quizá sea una denominación que empieza a parecernos desfasada. Si bien podemos situar el arranque de esta fase en la segunda mitad de los años noventa del siglo pasado, tomando como referencia el inicio del siglo XXI podemos comprobar cómo se ha producido una acelerada serie de fenómenos que han mudado la forma de crear, distribuir y consumir los productos audiovisuales. Desde la perspectiva de las empresas audiovisuales ha cambiado el proceso de producción, el papel que se asigna a los públicos, los instrumentos y medios para relacionarse con la audiencia o la morfología del sector. En la televisión ya no solo están las cadenas convencionales que venden grandes audiencias a anunciantes, ahora compiten con plataformas que son grandes contenedores de todo tipo de productos segmentados e incluso personalizados. La personalización de la oferta es un escalón más del proceso de conocimiento de la audiencia, que se ha potenciado con la gestión masiva de datos y la aplicación de procedimientos de inteligencia artificial a la industria audiovisual. Esas mismas técnicas han incidido en el proceso de producción, de tal manera que han servido para tomar decisiones estratégicas en creación de contenidos. En el ámbito de los contenidos estamos en una etapa que hasta puede caracterizarse como de cierto desorden creativo. El sector conoce las capacidades que las nuevas tecnologías abren, pero parece que se duda o que no se quiere avanzar con decisión por esa senda.