La humillación como exclusión e injusticia (original) (raw)
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Sobre la humillación y el desprecio como formas del mal moral
El problema que quiere plantearse en este escrito es que, si existe una respuesta afectiva y a la vez racional que le dé un lugar a la indignación por la vida precaria de los demás, negándose a cualquier práctica de humillación y desprecio, entonces podrá hacerse más extensiva una vida buena y moralmente plausible. En este sentido, la tesis de este texto es: la actitud moral de la indignación implica la facultad de vivenciar y aceptar que la humillación y el desprecio son formas del mal moral que se puede instaurar en la propia vida y en la relación entre seres humanos. Se concluye que una vida es dignificada si y sólo sí es tratada desde el valor que tiene en sí misma y en consecuencia una sociedad muestra su estatus moral si crea mecanismos para respetar a las personas en su dignidad.
Reflexiones sobre el significado social de la humillación
RESUMEN La palabra humillación se refiere a un acto y una emoción: es el acto de devaluar injustamente a un individuo o a un grupo por parte de otros que tienen el poder de conseguirlo. La humillación es también la emoción que surge cuando la víctima toma consciencia de que dicha devaluación ha tenido lugar. La emoción de la humillación es profundamente dañina para las víctimas, con consecuencias poderosas que aún están por determinar completamente. Evelin Lindner, una de las científicas sociales que con más profundidad ha estudiado el fenómeno de la humillación, ha publicado recientemente el libro titulado Making Enemies: Humiliation and International Conflict (2006). En él se advierte del papel que la humillación está jugando actualmente en el desarrollo de algunos de los conflictos más cruentos entre grupos sociales. El presente artículo resume las principales aportaciones de esta obra, completándolas con otras ideas complementarias de otros autores.
La humillación como una forma socialmente tolerada del mal moral
Co-herencia, 2018
El mal moral se define como un conjunto de acciones intencionales por medio de las cuales se lesiona la dignidad humana y, por tanto, se explica por la negación de derechos. Sin embargo, el mal moral no consiste solo en una negación de derechos, sino también en una experiencia que involucra, entre sus estrategias, la humillación: ésta puede entenderse como una experiencia compleja que implica también al cuerpo. Este artículo afirma que la humillación, como práctica social, es una forma socialmente tolerada del mal moral que incita a la deshumanización de otras personas, produciendo sufrimiento moral. Además plantea la necesidad de pensar la dignidad desde el cuerpo y considerar el sufrimiento como un criterio indispensable para resistir ante prácticas deshumanizadoras.
La hostil humillación y la ética
La tarea que supone elaborarse a sí mismo conlleva un desafío que constantemente nos pone a prueba, pero cuando el costo de este cometido se deposita en la espalda de alguien más, hasta desvalorizarlo, menoscabarlo y anularlo, tiene lugar la inquietante experiencia de la humillación. El presente texto se propone indagar sobre esta manera de proceder, en la que un deformado anhelo de la consecución de sí reclama la humillación del otro. De la mano de Albert Camus, Cornelius Castoriadis y Richard Rorty, el trabajo ofrece una mirada que insiste en el mérito de una constitución de sí sin disminuir al otro, pues, ante una escena de esta naturaleza, el juicio crítico se ve comprometido a dar una respuesta que sea capaz de reivindicar el valor de nuestra condición humana, frente a las iniciativas que pretenden desestimarla.
Un delito en busca de justificación: la humillación o descrédito de colectivos discriminados
Azafea: Revista de Filosofía, 2022
El presente trabajo está destinado a estudiar el contenido y alcance del delito de humillación, menosprecio o descrédito de colectivos discriminados que introdujo la reforma penal de 2015 en el artículo 510.2 a) del Código penal y que se ha identificado de forma unánime como un delito de odio. Se parte de un análisis crítico de la aplicación que están haciendo del mismo los tribunales de justicia para luego centrarse en el significado de la categoría conceptual de delitos de odio. A partir de ahí se propone una interpretación restrictiva basada en los fines del derecho penal antidiscriminatorio.
La humillación de Cristo y su exaltación
Cristo, para ello, se levantó del triclinio (lechos donde se sentaban) en que estaba "reclinado" (ν. 12), y se quitó las "vestiduras". Esta palabra significa, en general, vestido, y preferentemente manto. Pero no deja de extrañar la forma plural en que aquí está puesta. Acaso sea un modismo. También "parece designar vagamente los vestidos de calle, en oposición al vestido de los servidores reducido a lo estrictamente necesario. Luego toma una toalla de "lino," lo suficientemente larga que permitía "ceñirse" con ella. Después "echó agua en una jofaina," y comenzó a lavar los pies a los apóstoles, y a secárselos con el lienzo con que se había ceñido. Esta jofaina citada era la denominación ordinaria para usos domésticos, si no es que el evangelista quiere denominar con ella la jofaina propia para lavar los pies a los huéspedes. La toalla con que se les seca era del ajuar que allí había para el servicio. Cristo aparece así con vestidos y en función de esclavo (Gen 18:4; 1 Sam 25:41) Nunca como aquí Cristo, en expresión de San Pablo, "tomó la forma de esclavo" (Flp 2:7). Los apóstoles, "reclinados" en los lechos del triclinio, tenían los pies, vueltos hacia atrás, muy cerca del suelo. La ronda de humildad de Cristo va a comenzar. Acaso ellos, presa de sorpresa, se sentaron en los lechos, en dirección de sus pies, por donde Cristo iba. [0]
HUMILLACIÓN, LA EXCLUSIÓN DE LA HUMANIDAD
revista Alpha, 2020
En la discusión filosófica acerca de la justicia, Amartya Sen, pero también, por ejemplo, Garzón Valdés y el mismo Villoro, sostienen que resulta más urgente alejarnos de la injusticia que concentrarnos en "lo justo". En este contexto, aquí sostengo que la humillación de la dignidad es precisamente un criterio al que debemos voltear a ver cuando hablamos de lo inaceptable, que es donde se inicia la vía negativa hacia la justicia. Para ello, exploro los argumentos de Luis Villoro, Amartya Sen y Martha Nussbaum. Más adelante clarifico el vínculo entre la humillación y la exclusión, para sugerir que en ciertos contextos, y en específico el de la injusticia, el uso del concepto humillación resulta más útil que el de exclusión.
Orbis Tertius, 2015
RESUMEN El objetivo de este artículo es indagar en los cambios producidos por la tecnología en la manera de abordar problemas tradicionales de las humanidades como la idea de texto y narrativa. Para ello se trabajará la variación de lo humano en las sociedades contemporáneas en diálogo con la comunicación y las nuevas tecnologías de la información desde la perspectiva provista por la obra del escritor Michel Houellebecq y la invitación del filósofo Peter Sloterdijk de realizar una ontoantropología que cuente la historia de la hominización en un estilo polivalente, superior a las primitivas antítesis. ABSTRACT The purpose of this article is to discuss the traditional problems of the humanities and the idea of text and narrative in contemporary societies. We will work in dialogue with information and communications technology from the perspective provided by Michel Houellebecq and Peter Sloterdijk. Palabras claves: Houellebecq – Sloterdijk – poshumanismo – transmisión – subjetividad Introducción Michel Houellebecq es un escritor que se deja intoxicar por los males de su época. Un experto en el arte de introducir contra-excitaciones en el seno de campos colectivos de excitación. El hombre que despliega en su obra colisiona con el pensamiento tranquilo de sus contemporáneos. Inspiración para escritores jóvenes franceses como Régis Jauffret o Frédéric Beigbeder, problematiza la idea de lo social cómo vía de trascendencia pues condena la expresión de la individualidad. A este hombre – signado por la imposibilidad de generar síntesis en los valores trascendentes del republicanismo, la patria o el consenso– las certezas religiosas y las utopías sociales, que daban sentido y estructura a la existencia, han perdido la propiedad de abrigo semántico. Tampoco la liberación de lo reprimido, tal como era entendido por el pensamiento de fines del siglo XIX y principios del XX, logra mantener el estatus de alternativa en la narrativa houellebecquiana. La sociedad de consumo (de signos, bienes y seres) señala un punto de quiebre donde lo social, para su correcto funcionamiento, no necesita fundarse en un sujeto de derecho ni en la opresión de las pulsiones. Por el contrario, el flujo del deseo y la comunicación es estimulado en el juego lúdico propuesto por el mercado. Se puede decir que Houellebecq propone una aproximación a modos de organización social en que la instancia ética del superyó se reemplaza por un constante reclamo de exigencia al gozo. Su conclusión es notable, aunque previsible, el resultado de este desplazamiento es la desensibilización y hastío de un individuo que se abandona a la satisfacción narcisista de un deseo planificado en laboratorios de McCann-Erickson.
Dinámica de la Humillación en la Violencia Doméstica
Este workshop invita los participantes a reflexionar en un aspecto hasta ahora postergado de los estudios de la paz y resolución de conflictos. Existe un fenómeno global, que es la dominación de unos grupos por otros, que tiene un reflejo en la dinámica de la violencia familiar.
Prólogo a M. Delgado, G. Horta y A. López-Bargados, La humillación, Bellaterra, , 2009
Es posible que haya sido desde siempre que determinados seres humanos, individualmente o como miembros de ciertos colectivos, hayan sido o se hayan sentido humillados –o ambas cosas a la vez– por otros que eran más numerosos o más poderosos que ellos. Ser o sentirse humillado es saber que tú no eres como los demás, que eres demasiado o demasiado poco no importa qué, y que ese exceso o esa carencia te hace merecedor de un trato denigrante que te rebaja, te hunde, te inferioriza, te inhabilita para merecer esa dignidad elemental que nadie debería ver nunca escamoteada. Ser o sentirse humillado es ser o sentirse una mierda, es decir literalmente un detritus, un desecho, algo que está de más, que sobra, que, además, apesta y ensucia, y frente a cuyo potencial contaminante solamente cabe la condena al aislamiento, a la expulsión o al borrado definitivo. Esa negación que afecta a ciertas personas –algunas, casi siempre muchas– no es un fenómeno nuevo; es posible que la marginación, la discriminación, la segregación, la xenofobia, el clasismo, el machismo y todas las demás formas de exclusión o de opresión hayan conocido todo tipo de expresiones en sociedades que probablemente nunca ni en ningún sitio han llegado a devenir justas.