Dialogos con el Pasado Cerro del Teul Za (original) (raw)

obra de este ingeniero alemán, publicada en 1855, cons-tituye una de las piedras basales de la arqueología zacatecana. Por los levantamientos de Berghes se sabe que el asenta-miento prehispánico del Teúl cubrió toda la ladera media y la cima del cerro, pues en ellos registra vestigios de construc-ciones de manera ininterrumpida en toda su circunferencia. Berghes también registró una red de canales que conducía agua desde los manantiales ubicados en el extremo sur hasta el centro ceremonial en el extremo nororiental. Años más tarde, en 1881, el ingeniero Juan Ignacio Matu-te publicó Noticia geográfica estadística del partido de Sán-chez Román, censo en el que dedicó un importante seg-mento a la descripción de los vestigios del sitio y a abogar por su conservación. En 1892, con su Bosquejo histórico de Zacatecas, el historiador Elías Amador también contribu-yó a divulgar los datos acopiados por Matute. Ya en el siglo XX, el antropólogo de origen checo Aleš visitó de manera fugaz el sitio e incluyó algunas de sus apreciaciones en el estudio antropofísico regional que realizó para el Museo Nacional de Historia Natural de Estados Unidos, publicado en 1903. Otros investigadores que realizaron visitas también fugaces al sitio fueron los antropólogos Alden Mason, de la Universidad de Pennsyl-vania, y Franz Boas, por parte de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas, en 1911 y 1912; así como la arqueóloga estadunidense Isabel Kelly, alrede-dor de 1940, y el arqueólogo mexicano Carlos Margáin en 1943. Con la visión que la caracterizaba, Isabel Kelly divulgó en publicaciones posteriores la necesidad de emprender un estudio detallado del Cerro del Teúl, para poder responder algunas de las interrogantes de la arqueología del Occiden-te de México. Pero no fue posible que viera materializado este anhelo en toda su magnitud, ya que la única explora-ción formal en el sitio en aquel tiempo fue resultado del rescate residual de una tumba de tiro a cargo del arqueólo-go michoacano José Corona Núñez, quien visitó el Teúl en 1956, al recibir la noticia de aquel hallazgo accidental, y dos años después regresó para emprender algunas excava-ciones en la plaza principal del sitio, pero de estos trabajos no hubo registro preciso ni corolario. A Corona Núñez se le debe un dibujo del sepulcro, un croquis del complejo arquitectónico principal de la zona, algunas descripciones del pueblo actual que permiten for-marse una idea de su aspecto en ese entonces, y varias fotografías de materiales arqueológicos, de edificaciones del sitio, y parcialmente de sus exploraciones. Estas imáge-nes muestran con claridad el estado en que se encontraban los principales conjuntos arquitectónicos en aquel tiempo y el uso extendido del sitio como espacio de cultivo. Tres décadas más tarde, en 1986, el INAH registró oficial-mente la zona arqueológica como parte del proyecto Atlas Ar-queológico Nacional. Poco después, en 1992, el arqueólogo estadunidense Andrew Darling llevó a cabo recorridos de su-perficie y elaboró croquis de sitios en todo el valle de Tlalte-nango; además, tomó muestras de artefactos de obsidiana en varios de estos sitios e identificó un yacimiento del mismo material en los alrededores de la comunidad de Huitzila; con esta información realizó un trabajo de caracterización que le permitió esbozar las redes de intercambio de este vidrio vol-cánico en las que participaron los antiguos Teúlenses. Final-mente presentó este trabajo como tesis doctoral en 1998, por la Universidad de Michigan. Atendiendo los deseos de Isabel Kelly, pionera de la ar-queología regional del Occidente, desde el año 2008 se lleva a cabo en el Cerro del Teúl un proyecto integral y permanente de investigación y conservación, que no ha hecho sino corro-borar sus predicciones. El proyecto se ha beneficiado enor-memente con los trabajos ya descritos, pero de manera espe-cial se debe mencionar el impacto que ha tenido para las investigaciones actuales la larga tradición de estudios etno-gráficos en la sierra del Nayar, que, iniciando con Karl Lumholtz y Konrad Theodor Preuss a finales del siglo XIX y principios del XX, ha tenido una fructífera secuela, en nuestros días encabezada por el antropólogo Jesús Jáuregui. Cómo llegar Al pueblo del Teúl se puede llegar fácilmente desde tres capitales estatales: Zacatecas, Guadalajara y Aguascalientes. Para ello es necesario tomar la carretera federal núm. 23, que corre en direc-ción norte-sur conectando las ciudades de Zacatecas y Guadala-jara. De la primera dista 220 kilómetros en dirección sur; de la segunda, 120 kilómetros en dirección norte. Desde Aguascalientes es necesario trasladarse al poblado de Jalpa, Zacatecas, y de ahí conducir a través de la sierra Moro-nes a la ciudad de Tlaltenango, también en Zacatecas, para to-mar la carretera federal núm. 23. El cerro donde se localiza la zona arqueológica constituye el límite sur de la cabecera municipal de Teúl de González Ortega. Atención al público La zona arqueológica todavía no abre sus puertas al público, pero tiene acceso, previa cita, mediante visitas guiadas. Teléfono: +52 (467) 952 7407 Correos electrónicos: