PAPEL DE AMÉRICA LATINA EN LA ACUMULACIÓN ORIGINARIA CAPITALISTA DE EUROPA (original) (raw)

fue un historiador e intelectual argentino, luego obtuvo la nacionalidad chilena. La revolución industrial no sólo fue producto de fenómenos internos de Inglaterra o Francia sino el resultado de un largo proceso de acumulación mundial de capital, extraído fundamentalmente de la explotación colonial proveniente de Asia, África y América. Perry Anderson sostiene que la conquista de América fue "el acto singular más espectacular de la acumulación originaria del capital europeo". Ya Marx había apuntado en 1847 que "en el siglo XVI, la cantidad de oro y plata en circulación en Europa aumentó a consecuencia del descubrimiento de las minas americanas. El resultado fue que el valor del oro y de la plata disminuyó con relación al de otros artículos de consumo (…) el salario disminuyó porque a cambio de la misma cantidad de dinero recibían una cantidad menor de bienes. Este fue uno de los factores que favoreció el crecimiento del capital y el ascenso de la burguesía en el siglo XVI". Pierre Vilar sostiene que las ganancias de los empresarios europeos se hicieron a expensas de los trabajadores mineros latinoamericanos: "la intensidad de la acumulación monetaria en Europa, condición para la instalación del capitalismo, dependió del grado de explotación del trabajador americano". Las 4/5 partes de la producción mundial de metales preciosos provenía de América Latina entre 1500 y 1660. Enrique Semo afirma que "las colonias americanas le produjeron a España aproximadamente hasta 1518, alrededor de 70.000 pesos anuales, un total de 1.2 millones hasta 1554. Después de la conquista del Perú, el ingreso anual subió a 3.5 millones y llegó en tiempos de Felipe II a 45 millones". En 1626 un alto funcionario de la corona, Pedro Fernández de Navarrete, "computaba los ingresos hasta su época en 1.536 millones, mientras el ilustre doctor Sancho de Moncada, lamentando la escasez de dinero, ya advertida en la Península, admite el dato de que los ingresos registrados de América habían sido de 2.000 millones sólo en el siglo XVI". La Cambridge History of the British Empire ha reconocido que los empresarios ingleses obtuvieron entre 200 y 300 millones de libras inglesas en oro de beneficio por el trabajo esclavo en las Indias occidentales. Las ganancias obtenidas por Francia en el tráfico de esclavos durante el siglo XVIII ascendieron a 500 millones de libras francesas oro. Más todavía, poco antes de la revolución burguesa de 1789, las dos terceras partes del comercio exterior francés provenía de la explotación de Las Antillas, especialmente del azúcar haitiano. En fin, puede afirmarse que América latina se constituyó en la periferia colonial más importante del capitalismo europeo en formación. Las islas antillanas del azúcar fueron uno de los basamentos de la acumulación originaria, especialmente en los siglos XVII y XVIII en que el azúcar se convirtió en uno de los productos básicos del mundo. Los políticos y escritores ingleses, entre ellos John Ashley en 1744, reconocieron que el azúcar fue uno de los factores claves en la acumulación de capitales para el ulterior desarrollo manufacturero. El azúcar brasileño del siglo XVI y parte del XVII contribuyó a la acumulación originaria del capital en los Países Bajos sobre la base de la comercialización y el transporte de dicho producto controlado por Holanda. Durante el siglo XVIII, el oro y los diamantes del Brasil aportaron en gran medida al fondo de acumulación que permitió el despegue industrial, porque esos minerales preciosos pasaban a Lisboa y de allí a Londres. Con toda razón se ha dicho que "entre 1700 y 1770, el comercio anglo-portugués contribuyó sustancialmente al desarrollo de la economía inglesa". Celso Furtado ha remarcado también la importancia de Brasil en relación al proceso de acumulación originaria de capital inglés: "Para Inglaterra, el ciclo del oro brasileño proporcionó un fuerte estímulo al desenvolvimiento manufacturero, una gran flexibilidad a su capacidad de exportación y permitió una concentración de reservas que hicieron del sistema bancario inglés el principal centro financiero de Europa". La acumulación de capital en este período superó millones de libras inglesas en oro, es decir, más del valor total del capital invertido en todas las empresas industriales hacia 1800. Los europeos hicieron sustanciosas inversiones en las materias primas de América, obteniendo altas cuotas de ganancia que reforzaron el proceso de acumulación originaria. Estas cifras demuestran que el despegue industrial de Inglaterra y Francia no fue el resultado de las virtudes tan ideológicamente sobreestimadas de los europeos, sino el producto de la explotación de millones de indígenas y esclavos negros. Como decía Marx, el capital advino al mundo "chorreando sangre y lodo, por todos los poros, de la cabeza a los pies (…) el descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria".