RESUMEN PROBELMAS (original) (raw)

La cultura extraviada en sus definiciones-García Canclini Hace décadas que quienes estudian la cultura experimentan el vértigo de las imprecisiones. Más que precisar el comienzo y el despliegue del zumbido, interesa razonar cómo se fue llegando en las ciencias sociales a cierto consenso en una definición sociosemiótica de la cultura y qué problemas colocan a ese acuerdo las condiciones multiculturales en que varía este objeto de estudio. Luego, me iré ocupando de las redefiniciones operadas por el periodismo, los mercados y los gobiernos. Dado que esas nociones tienen eficacia social, deben formar parte de lo que corresponde investigar. Laberintos del sentido Hasta hace pocas décadas se pretendía encontrar un paradigma científico que organizara el saber sobre la cultura. Aun quienes reconocían la coexistencia de múltiples paradigmas aspiraban a establecer uno que fuera el más satisfactorio o el de mayor capacidad explicativa. No hay que abandonar esta aspiración, pero el relativismo epistemológico y el pensamiento posmoderno han quitado fuerza, por distintas vías, a aquella preocupación por la unicidad y la universalidad del conocimiento. La propia pluralidad de culturas contribuye a la diversidad de paradigmas científicos, en tanto condiciona la producción del saber y presenta objetos de conocimiento con configuraciones muy variadas. Podemos preguntarnos, entonces, cuáles son hoy las principales narrativas cuando hablamos de cultura. a) La primera noción, la más obvia, es la que sigue presentándose en el uso cotidiano de la palabra cultura cuando se la asemeja a educación, ilustración, refinamiento, información vasta. En esta línea, cultura es el cúmulo de conocimientos y aptitudes intelectuales y estéticas. Se reconoce esta corriente en el uso coloquial de la palabra cultura, pero tiene un soporte en la filosofía idealista. Rickert, tenía una distinción muy cómoda para diferenciar la cultura de la civilización. Decía que un trozo de mármol extraído de una cantera es un objeto de civilización, resultado de un conjunto de técnicas, que permiten extraer ese material de la naturaleza y convertirlo en un producto civilizatorio. Pero ese mismo trozo de mármol, según Rickert, tallado por un artista que le imprime el valor de la belleza, lo convierte en obra de arte, lo vuelve cultura. Entre las muchas críticas que se pueden hacer a esta distinción tajante entre civilización y cultura una es que naturaliza la división entre lo corporal y lo mental, entre lo material y lo espiritual, y por tanto la división del trabajo entre las clases y los grupos sociales que se dedican a una u otra dimensión. Naturaliza, asimismo, un conjunto de conocimientos y gustos que serían los únicos que valdría la pena difundir, formados en una historia particular, la del Occidente moderno. No es, entonces, una caracterización de la cultura pertinente en el estado de los conocimientos sobre la integración de cuerpo y mente, ni apropiada para trabajar luego de la desconstrucción del eurocentrismo operada por la antropología. b) Frente a esos usos cotidianos, vulgares o idealistas de cultura, surgió un conjunto de usos científicos, que se caracterizaron por separar la cultura en oposición a otros referentes. Las dos principales confrontaciones a que se somete el término son naturaleza-cultura y sociedad-cultura. Antes de considerar cada una de estas vertientes, veamos brevemente qué se requiere para construir una noción científicamente aceptable. Por lo menos, dos requisitos: • Una definición unívoca, que sitúe el término cultura en un sistema teórico determinado y lo libre de las connotaciones equívocas del lenguaje ordinario.