Emilio Komar y su lectura de Santo Tomás (original) (raw)

Hacia la década de 1980, el Dr. Emilio Komar 1 hacía llegar a sus discípulos una hoja manuscrita que llevaba por título "Siete propuestas tomistas". Eran siete consejos para abordar el pensamiento y la enseñanza de Santo Tomás. No habían surgido sólo de una noche de trabajo: él mismo los había respetado durante muchos años, y había llegado a un punto de maduración en el que podía resumirlos y proponerlos a sus discípulos. Detrás de cada propuesta se puede leer, aunque implícito, un diagnóstico sobre las razones de la crisis del tomismo en la última etapa del siglo XX, que tanto le dolía y preocupaba. En este trabajo las leeremos procurando aportar algunas reflexiones que ayuden a comprenderlas un poco mejor, y las repropondremos como lineamientos que pueden ser útiles para el desafío, que nos mueve a todos los presentes, de impulsar un renacimiento de los estudios tomistas en nuestro tiempo. 1. La primera dice: hacer querer a Santo Tomás. El amor atrae nuestra mirada hacia el objeto, ubi amor ibi oculus. 2 Y este "ojo" impulsado por el amor genera el círculo virtuoso: mayor amor lleva a mejor conocimiento, y mejor conocimiento engendra mayor amor. La pasión contraria, el odio, nos aleja. Komar había tenido experiencia, como muchos de nosotros, de este odio a Tomás, y había meditado sobre él. En algunos casos resultaba comprensible y quizá inevitable, en cuanto brotaba de un profundo desacuerdo con aquella Verdad a la que el santo obedecía lúcida y firmemente en cada instante de su intensa actividad contemplativa. Pero en otros casos, especialmente entre los propios católicos, el odio estaba causado no tanto por los contenidos, ni siquiera por las formas de su pensamiento, que a lo sumo podían generar cierto rechazo por falta de afinidad fundamental; sino por una manera de enseñarlo que no acerca, sino que aleja. Que no nos abre el corazón ni el intelecto hacia él, sino a lo sumo la ratio discursiva, que librada a sí misma puede resultar muy seca y árida. Tomar una fórmula de Tomás: por ejemplo, ipsa actualitas rei est quoddam lumen ipsius 3 , y mostrar su belleza a los jóvenes ávidos de aprehender la luminosidad desbordante del ser. O hacer ver las múltiples implicancias de este principio a legos no preparados en la especialidad: médicos, psicólogos, empresarios, o simples amas de casa…, esto era hacer querer a Tomás, y es lo que muchos de nosotros experimentamos a través de su enseñanza. 2. La segunda es consecuencia de la anterior: No imponerlo jamás. Y agrega: Esto implica la ausencia de toda 'voluntad de poder intelectual' en su enseñanza. Tanto la 'voluntad de poder intelectual' en sus formas directas como en las indirectas, más 'políticas' y 'diplomáticas', pero no menos impropias. Escuchemos en este contexto a un admirador no tomista de Tomás, Romano Guardini, cuando describe con finas palabras a quien se acerca al