CUANDO LA CIENCIA DE LA CONDUCTA SALVA VIDAS (original) (raw)

2020, cuadernos de neuropsicologia/panamerican journal of Neuropsychology

Si algo nos ha mostrado el coronavirus (COVID-19), además de la precaria situación de la salud mental en general, es que las políticas y sistemas de salud subvaloran el aporte de la psicología para poder abordar esta enfermedad. En algunos casos, la psicología ha sido simplemente descartada por ciertas instituciones que se vinculan a los gobiernos de turno o incluso, por qué no decirlo, hasta de los propios actores de la psicología, muchos de los cuales se han visto limitados en sus funciones. Una simple búsqueda de información, realizable por cualquier estudiante de último ciclo de su carrera universitaria, puede desempolvar conocimientos disponibles desde hace años respecto a la importancia de ciertas conductas para el cuidado de la salud física y mental. Las consecuencias nocivas de una cuarentena prolongada en niños cuando se interrumpen la interacción con sus pares, así como en adultos cuando se provoca un asilamiento afectivo obligado, son temáticas ampliamente investigadas por nuestra disciplina. Mientras ese conocimiento se convierte en "polvo virtual" en algún repositorio, biblioteca o disco duro de algún computador de ciertos entusiastas (estudiantes, académicos, investigadores, reporteros, etc.), gran parte de la comunidad científica está realizando estudios sobre las consecuencias psicológicas del COVID-19 en la población. No se trata de criticar el avance de la ciencia en una temática de actualidad. Es cierto que cada epidemia tiene sus particularidades y se presenta en un contexto dinámico que debe ser explorado. Sin embargo, es también probable qué una buena parte de esas investigaciones se encuentren motivadas por un cierto grado de oportunismo, ya sea en términos personales como institucionales, lo cual se verá materializado en una nueva publicación que quizá no tendrá mayor repercusión que en los currículos académicos de los investigadores responsables. Cierto es que numerosos estudios aparecerán, esperemos que para nutrir el avance de la disciplina en el mediano plazo. De momento, lamentablemente no se observan intervenciones aplicando el conocimiento que la psicología ha acumulado desde hace décadas, especialmente en lo referente a cómo cambiar los estilos de vida de las personas. Hoy, un cambio de estilo de vida o cambio comportamental salva vidas. Parece que todo ese conocimiento no existiera. Es llamativo que tampoco se perciban representantes de nuestra disciplina en la toma de decisiones de políticas públicas o asesorando directamente a las autoridades en las intervenciones para orientar el bienestar psicológico y físico de la población. Si no logramos que los resultados de los numerosos estudios ya realizados, sean consultados por las personas involucradas en toma de decisiones en salud pública para abordar la pandemia, toda nueva producción de conocimientos tendrá poco sentido o propósito. Se convertirá probablemente en un acervo de polvo virtual para futuros historiadores. Quizá sea el momento de hacer mejores y más importantes esfuerzos de marketing científico para poder dar a conocer a la población los conocimientos existentes. De esta manera, la próxima PANDEMIA nos pillara más informados.