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El infierno de Boccaccio

Algunas respuestas a sutiles esfinges, 2007

In the text, the tenth story of the III Giornata of the Decameron is analyzed, from its probable links with the medieval popular comic culture. The mechanisms of desacralization, the resulting metaphorization, the topic of "the world upside down" are opposed to a repressive conception of the natural instincts of man, which receive his defense, on the part of Boccaccio in the "Introduction" to the IV day of the book. The other story that is examined is the eighth of the V Giornata, starring Nastagio degli Onesti. We analyze a series of narrative procedures that reconsider the medieval image of the world on its official side, and with it, that of hellish punishment. En el texto se analiza el décimo cuento de la III Jornada del Decamerón, a partir de sus probables vínculos con la cultura cómica popular medieval. Los mecanismos de desacralización, la metaforización resultante, el tópico de "el mundo al revés" se oponen a una concepción represiva de los instintos naturales del hombre, que reciben su defensa, por parte de Boccaccio en la “Introducción” a la IV jornada del libro. El otro cuento que se examina es el octavo de la V Jornada, el protagonizado por Nastagio degli Onesti. Se analizan una serie de procedimientos narrativos que reconsideran la imagen medieval del mundo en su costado oficial, y con ella, la del castigo infernal.

Masetto de Lamporecchio--Giovanni Boccaccio

Masetto de Lamporecchio se hace el mudo y entra como hortelano en un monasterio de mujeres, que porfían en acostarse con él.-Hermosísimas señoras, bastantes hombres y mujeres hay que son tan necios que creen demasiado confiadamente que cuando a una joven se le ponen en la cabeza las tocas blancas y sobre los hombros se le echa la cogulla negra, que deja de ser mujer y ya no siente los femeninos apetitos, como si se la hubiese convertido en piedra al hacerla monja; y si por acaso algo oyen contra esa creencia suya, tanto se enojan cuanto si se hubiera cometido un grandísimo y criminal pecado contra natura, no pensando ni teniéndose en consideración a sí mismos, a quienes la plena libertad de hacer lo que quieran no puede saciar, ni tampoco al gran poder del ocio y la soledad. Y semejantemente hay todavía muchos que creen demasiado confiadamente que la azada y la pala y las comidas bastas y las incomodidades quitan por completo a los labradores los apetitos concupiscentes y los hacen bastísimos de inteligencia y astucia. Pero cuán engañados están cuantos así creen me complace (puesto que la reina me lo ha mandado, sin salirme de lo propuesto por ella) demostraros más claramente con una pequeña historieta. En esta comarca nuestra hubo y todavía hay un monasterio de mujeres, muy famoso por su santidad, que no nombraré por no disminuir en nada su fama; en el cual, no hace mucho tiempo, no habiendo entonces más que ocho señoras con una abadesa, y todas jóvenes, había un buen hombrecillo hortelano de un hermosísimo jardín suyo que, no contentándose con el salario, pidiendo la cuenta al mayordomo de las monjas, a Lamporecchio, de donde era, se volvió. Allí, entre los demás que alegremente le recibieron, había un joven labrador fuerte y robusto, y para villano hermoso en su persona, cuyo nombre era Masetto; y le preguntó dónde había estado tanto tiempo. El buen hombre, que se llamaba Nuto, se lo dijo; al cual, Masetto le preguntó a qué atendía en el monasterio. Al que Nuto repuso:-Yo trabajaba en un jardín suyo hermoso y grande, y además de esto, iba alguna vez al bosque por leña, traía agua y hacía otros tales servicios; pero las señoras me daban tan poco salario que apenas podía pagarme los zapatos. Y además de esto, son todas jóvenes y parece que tienen el diablo en el cuerpo, que no se hace nada a su gusto; así, cuando yo trabajaba alguna vez en el huerto, una decía: «Pon esto aquí», y la otra: «Pon aquí aquello» y otra me quitaba la azada de la mano y decía: «Esto no está bien»; y me daba tanto coraje que dejaba el laboreo y me iba del huerto, así que, entre por una cosa y la otra, no quise estarme más y me he venido. Y me pidió su mayordomo, cuando me vine, que si tenía alguien a mano que entendiera en aquello, que se lo mandase, y se lo prometí, pero así le guarde Dios los riñones que ni buscaré ni le mandaré a nadie. A Masetto, oyendo las palabras de Nuto, le vino al ánimo un deseo tan grande de estar con estas monjas que todo se derretía comprendiendo por las palabras de Nuto que podría conseguir algo de lo que deseaba. Y considerando que no lo conseguiría si decía algo a Nuto, le dijo:-¡Ah, qué bien has hecho en venirte! ¿Qué es un hombre entre mujeres? Mejor estaría con diablos: de siete veces seis no saben lo que ellas mismas quieren. Pero luego, terminada su conversación, empezó Masetto a pensar qué camino debía seguir para poder estar con ellas; y conociendo que sabía hacer bien los trabajos que Nuto hacía, no temió perderlo por aquello, pero temió no ser admitido porque era demasiado joven y aparente. Por lo

Bocaccio

De la Edad Media al Romanticismo 4 de agosto de 2008 El Decamerón: escapando del Apocalipsis La unidad lingüística del latín había sufrido la influencia de las lenguas autóctonas anteriores y fue modificando lentamente el latín. Se diferencia entre un latín vulgar y un latín