Entre la centralidad del dramaturgo y la producción colectiva: experiencias teatrales e izquierdas en la transición de la dictadura a la democracia (original) (raw)
2019, X Jornadas de Jóvenes Investigadorxs Instituto de Investigaciones Gino Germani
A principios de los años ´80, en momentos donde la última dictadura militar argentina comenzaba a mostrar ciertos grados de debilidad, tuvo lugar Teatro Abierto, un movimiento que se ha cristalizado en las memorias colectivas como el “hito” de la resistencia cultural a la dictadura. Quiénes iniciaron este movimiento, fueron dramaturgos, muchos de ellos provenientes de la tradición del teatro independiente, ligados a una estética realista y vinculados al Partido Comunista. Esta experiencia, sin embargo, ha dejado fuera de las “cartografías” de la época a diversas grupalidades, que, provenientes desde otras estéticas y vinculados a otras tradiciones políticas también venían desarrollando prácticas que buscaban configurar espacios de libertad en el marco del terror imperante. Es el caso del Taller de Investigaciones Teatrales (TIT), que tuvo vínculos con el trostkismo y produjo sus montajess desde una estética ligada a los principios surrealistas. Mientras que en la experiencia de Teatro Abierto la figura del dramaturgo, como autor teatral, aparece en el centro de la escena, tanto en términos sociológicos (por ser quiénes impulsan el movimiento) cómo en términos estéticos, siendo el tipo de teatro propuesto uno fuertemente anclado en el texto, en el caso del TIT, los autores serán disparadores para la construcción de lo que llamaban “partituras”. Las mismas no eran guiones sino una suerte de directrices que partían de las lecturas críticas hechas de autores como Artaud, Jean Genet o Ionesco que luego eran operativizadas en acciones teatrales que escapaban a las estéticas realistas. En este trabajo nos proponemos abordar de manera comparativa el modo en el que el autor aparece en cada caso. Nos interesa indagar en los dos tipos de autoralidades una de ellas caracterizada por un autor en el sentido fuerte de la palabra y otra en la que el autor, es el disparador para un arte, paradójicamente, sin autor. De esto se desprende la pregunta central de este escrito ¿es posible un teatro sin autor?