TERCER MOMENTO DE LOS JUICIOS DEL GUSTO, O DE LOS JUICIOS (original) (raw)

Tercer y cuarto momento del juicio de gusto

Le Radici del Senso, 2019

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JUICIO DE GUSTO Y JUICIO ESTÉTICO

Lo agradable y lo bueno tienen ambos una relación con la facultad de desear y, en cuanto la tienen, llevan consigo: aquél, una satisfacción patológico-condicionada (mediante estímulos, stimulos), y éste, una satisfacción pura práctica. Esa satisfacción se determina no sólo por la representación del objeto, sino, al mismo tiempo, por el enlace representado del sujeto con la existencia de aquél. No sólo el objeto place, sino también su existencia.1 En cambio el juicio de gusto es meramente contemplativo, es decir, un juicio que, indiferente en lo que toca a la existencia de un objeto, enlaza la constitución de éste con el sentimiento de placer y dolor. Pero esta contemplación misma no va tampoco dirigida a conceptos, pues el juicio de gusto no es un juicio de conocimiento (ni teórico ni práctico),2 y, por tanto, ni fundado en conceptos, ni que los tenga como fin.

LOS DESAFÍOS DEL TERCER MILENIO

En los últimos 50 años se han producido grandes transformaciones, que podemos decir sin temor a equivocarnos que superan ampliamente todo lo desarrollado en la historia de la humanidad hasta entonces. Son tan importantes estos cambios en los que nos encontramos inmersos, que resulta imprescindible tomar conciencia de ellos para adaptarnos a estas nuevas situaciones y no quedar rezagados y obsoletos con relación a la época que nos ha tocado vivir.

LA "LEY DE LAS TRES ETAPAS DEL REGRESO"

! Revelando esta Mentira y sus Orígenes ! ! ! Las "Tres Etapas, las "Diez Etapas", las "Cien Etapas"; todas ellas fueron inventadas por unos pocos humanos con el fin de asustar a las masas y así mantener el control espiritual. Con la disponibilidad de conocimiento en tiempos modernos, la hechicería no podía continuar siendo suprimida, entonces los opresores tuvieron que encontrar la manera de mantenerla a raya para que el verdadero poder y el control pudiera mantenerse en las manos de unos pocos. Estos pocos "conocen" la verdad y son adeptos en magia negra, que usan deliberadamente para esclavizar espiritualmente a las masas. Ellos controlan las religiones convencionales que no son más que programas para suprimir conocimiento y así controlar a la humanidad. ! El artículo que sigue revela esta mentira por lo que es: ! "La primera referencia conocida e impresa sobre la ley de las tres etapas del regreso apareció en 1970 publicada en "Hechicería Antigua y Moderna", por Raymond Buckland, a quien Gerald Gardner inició en ese arte y fue fundamental en la introducción de la Hechicería Gardeniana en los Estados Unidos". (1) ! Con suficiente investigación, resulta evidente que las "tres etapas" surgieron junto con la Tradición Gardeniana. Luego entonces también tenemos las "siete etapas" y estoy segura que todos han oído hablar de las "diez etapas". Mi punto es que nada de este absurdo recientemente creado por el hombre tiene que ver con las religiones originales. Su único propósito es impedir que la gente use su propio poder y promover una actitud pasiva que consiste en la aceptación del abuso. Es lo mismo que la iglesia cristiana. ! Esta enseñanza de las tres etapas fue robada del concepto oriental del "karma", luego de fusionarse con el cristianismo occidental. Después de que las enseñanzas orientales sobre el karma adquirieron los matices judeo/ cristianos del castigo divino, el producto evolucionó en otro sistema de control con el mismo fin de mantener el poder en manos de unos pocos que saben cómo usarlo para explotar a la humanidad. Una cosa llevó a la otra y ! 2

EL TERCER OJO

Até los dos cabos a un gancho que había por dentro de la ventana. Apareció mi padre y, como de costumbre, los jinetes se precipitaron a su encuentro. Sólo cinco de ellos. El sexto quedó atado a la ventana. Gritaba que los demonios se habían apoderado de él. Se le soltó el cinturón y, en la algarabía que se formó, logré huir inadvertido. Luego me divertía extraordinariamente diciéndole: "¡Así, que tampoco tú, Ne-tuk, sabes montar! De las veinticuatro horas del día, nos pasábamos dieciocho despiertos. Eran unos días de trabajo intensivo. Los tibetanos creen que es una insensatez dormir mientras hay luz natural, pues los demonios del día podrían llevárselo a uno. Incluso los bebés han de estar despiertos para que los demonios no puedan atacarlos. Y ha de cuidarse de que los enfermos no se duerman durante el día. Un monje se encarga de mantenerlos despiertos mientras hay luz natural. Nadie se libra de esto; ni siquiera los moribundos, a los que hay que tener despiertos a partir del alba y hasta bien anochecido. El caso de los moribundos es especialmente peligroso, pues si se durmiesen de día, poco antes de morirse, no podrían encontrar el camino que, cruzando las tierras fronterizas, les conducirá al otro mundo. En las escuelas nos hacían estudiar idiomas: tibetano y chino. El tibetano no es únicamente nuestro idioma patrio, sino dos distintos: el ordinario y el honorífico. Empleábamos la lengua vulgar para dirigirnos a la servidumbre y a otras personas de clase baja, y el honorífico para hablar con personas de nuestra misma o superior condición social. Es más: ¡al caballo de un noble había que hablarle en estilo honorífico! Uno de nuestros criados, al encontrar a nuestro aristocrático gato en el patio, debía dirigirse a él de este modo: " Querría dignarse el honorable Minino venir a beber esta indigna leche?" Por supuesto, era inútil emplear el tratamiento si el honorable Minino prefería quedarse donde estaba. Nuestra escuela era un local muy espacioso. En tiempos había servido de refectorio para los monjes que nos visitaban, pero desde que terminaron la reconstrucción de la casa, convirtieron aquella estancia en escuela del Estado. Asistíamos a las clases por lo menos sesenta niños. Permanecíamos sentados en el suelo con las piernas cruzadas y también en un banco muy largo y muy bajo. Nos sentábamos dando la espalda al maestro para que no pudiéramos saber cuándo nos estaba mirando. Nos hacía trabajar sin perder un minuto. El papel tibetano está hecho a mano y es muy caro, demasiado para dárselo a un niño. Por eso usábamos pizarras. Nuestros "lápices" eran tizas duras que podían encontrarse en los montes Tsu La, que dominaban a Lhasa con sus 3.700 metros. Y Lhasa está a su vez a casi 3.700 metros sobre el nivel del mar. Yo procuraba encontrar tizas de color rojizo, pero a mi hermana Yaso le gustaban muchísimo las de color morado. Podíamos obtener una variada gama de colores: rojos, amarillos, verdes, azules, con gran riqueza de matices. Creo que algunos de los colores se debían a la presencia de unos yacimientos metálicos en la base de tiza suave. La verdad es que la aritmética me fastidiaba. Si setecientos ochenta y tres monjes bebían cada uno cincuenta y dos copas de tsampa al día, y cada copa contenía cinco octavos de medio litro, ¿qué tamaño debía tener la vasija necesaria para la provisión de una semana? Mi hermana Yaso resolvía estos enigmas con asombrosa facilidad. Yo no era tan listo. En cambio, me vi en lo mío en cuanto empezamos a tallar en madera. Esto me gustaba y lo hacía bastante bien. En el Tíbet se hace toda la impresión con planchas de madera grabada. De ahí que el arte de labrar la madera tuviese una buena salida. Pero a los niños no nos permitían gastar madera, que estaba muy cara y había que traerla de la India. La madera tibetana era demasiado basta y carecía de la adecuada granulación. Usábamos una especie de piedra pómez que se podía cortar fácilmente con un cuchilo bien afilado. ¡Y a veces empleábamos queso rancio de yak! Lo que nunca se dejaba de hacer era recitar las Leyes. Teníamos que decirlas en cuanto entrábamos en la escuela y al terminar la clase, para que nos permitieran marcharnos. Estas leyes eran:

TRES MOMENTOS

Y es que, por mucho que haya sido triunfal el rasgo predominante de la ciencia moderna y por más obvia que resulte para quienes hoy viven la penetración de los presupuestos científicos de nuestra cultura en la conciencia existencial de todos ellos, el pensamiento de los hombres sigue constantemente dominado, a pesar de todo, por problemas para los que la ciencia no tiene respuesta alguna. (Gadamer, 1994: 91) Este texto enuncia los postulados fundamentales de tres de las corrientes teóricas que han hecho un ejercicio reflexivo frente al proyecto ilustrado occidental, con el objeto de identificar sus aportes a la visualización de la marginalidad. Se discute, entre otros elementos, la crítica postmoderna a los conceptos de razón y sujeto; la pretensión postcolonial de reinterpretar la historia a partir de espacios silenciados e híbridos; y la insistencia feminista en el desdibujamiento de las categorías homogeneizantes.