Las pinturas murales de la capilla de Santa Bárbara de la catedral vieja de Salamanca. Contar historias en la Castilla del siglo XIV (only credits and sample pages available) (original) (raw)
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Se denomina prerrománico al variado mosaico de estilos altomedievales desarrolla-dos en Europa con anterioridad a la configuración del arte románico, el primer estilo inter-nacional para la unidad religiosa de la Christianitas bajomedieval del siglo XI desde que desapareciera la unidad política del Imperium romano. La variedad prerrománica anticipa, por separado, soluciones que convergerán en la unidad románica. La definición del prerrománico en Cantabria se encuentra condicionada por el carác-ter tardío de la cristianización, como consecuencia de una romanización parcial y diluida desde finales del siglo III, y de un reino visigodo que no traspasó la línea montañosa hacia el Norte. La cultura cristiana llegó a la Cantabria intramontana con los refugiados de la con-quista musulmana, cuya memoria histórica estaba formada por usos hispanorromanos y visigodos. Eran agentes repobladores amparados por el naciente reino asturiano. Esta repo-blación se produjo de Oeste a Este y de Norte a Sur, entre los siglos VIII y X, y se vio afian-zada mediante la fundación de monasterios (tradición hispanogoda). En la Liébana de la segunda mitad del siglo VIII, adscrito al monasterio de San Mar-tín de Turieno (no el actual de Santo Toribio), vivió el monje Beato, autor de un comenta-rio al Apocalipsis según San Juan que fue repetidamente copiado e ilustrado a lo largo del siglo X, dando lugar a los manuscritos iluminados conocidos como "beatos". En las Asturias de Santillana y Trasmiera, la cristianización fue efectiva ya en el siglo IX, con la constatación documental de monasterios que ahora conocemos por sus edificios bajomedievales (Yermo, Santillana, Santoña). Las pruebas arqueológicas de su fase alto-medieval son las necrópolis con sepulturas de lajas (uso hispanogodo que se prolonga has-ta el siglo XI), eventualmente acompañadas por estelas discoides que cristianizan modos prerromanos. Para el siglo IX, la repoblación foramontana (de la montaña hacia el Sur) es un hecho incipiente, y da lugar a una serie de eremitorios rupestres (tradición hispanogoda) concentrados en Valderredible. Los oratorios de estas cuevas artificiales remiten a la arqui-tectura asturiana del siglo IX (triple ábside plano, arcos de medio punto y pilares cua-drangulares en Santa María de Valverde) o incorporan ya notas "mozárabes" del siglo X (ábside con planta de herradura en Arroyuelos, espacialmente relacionable con San Bau-delio de Berlanga). Las obras de fábrica total o parcialmente conservadas corresponden a ese siglo X en el que los reinos cristianos adoptan elementos del arte hispanomusulmán como conse-cuencia, en parte, del protagonismo de los mozárabes (cristianos que han vivido bajo domi-nio musulmán sin renunciar a su credo) en el fenómeno repoblador.
Cinco frescos desconcertantemente movibles, un encargo gubernamental para una expo-sición universal que lo fue sin el concurso de nuestro país, el final de una guerra que se llevó de calle el producto de aquella comisión por cuestión de apenas unas semanas, la peripecia vital de un artista transterrado, la paradójica condición de unas obras españolas que nunca habían estado en España, su cuando poco pintoresca aparición en 1990, las ges-tiones llevadas a cabo desde entonces para recuperarlas, la culminación de ese viaje a casa coincidiendo con el vigésimo quinto aniversario de la vuelta del Guernica, con el que guardan sobresalientes paralelismos… De todo eso y de los definitivos viajes a Nueva York comisionados por la Universidad de Cantabria para constatar la emergencia de la situación y cerrar la operación de rescate (figs. 6-19) hasta la instalación de los frescos en el Paraninfo, se ha hablado y escrito mucho, especialmente desde la rueda de prensa cele-brada el pasado 16 de marzo para presentarlos a los medios 1. Las circunstancias que rode-an el nacimiento, la muerte y la resurrección del conjunto Ama la paz y odia la guerra son tantas y tan mediáticas que han devorado por sí mismas casi todo el espacio científi-co y divulgativo que han tenido a su disposición. En una segunda instancia, cabría pro-fundizar en el encaje de esos frescos en el panorama artístico nacional que los alumbró, y eso es lo que intentaré hacer a continuación. En verdad que las concomitancias que se adivinan no desmerecen de lo que ya sabemos de las propias obras.