Las ciencias penales y criminología frente al espejo del tiempo (original) (raw)

PRÓLOGO Prof. Dr. Dr. h. c. mult. Ignacio Berdugo Gómez de la Torre «Una reflexión necesaria en estos tiempos» Las páginas que siguen contienen una reflexión necesaria en el tiempo que nos toca vivir y la lleva a cabo un penalista que, por su curriculum y por el contenido de su obra, hay que leer y hay que escuchar. Conocí a Eduardo Demetrio Crespo como brillante alumno de mis clases de la entonces Licenciatura de Derecho, en las aulas de la ocho veces centenaria Universidad de Salamanca. Más tarde tuve el honor y el privilegio de dirigir su tesis doctoral y de guiarle en los sucesivos pasos de su carrera académica. Carrera, por otro lado, ejemplar, siguiendo los pasos que durante décadas marcaron la formación de los penalistas españoles: estancia en Alemania, antes y después de alcanzar el grado de doctor, en su caso en Colonia con nuestro común maestro Hans Joachim Hirsch, y a ser posible, como también ocurrió con Eduardo, becado por la fundación Alexander von Humboldt. La carrera académica de Eduardo Demetrio también es clásica, la inició en su, en nuestra, Universidad de Salamanca, y la continuó en la sede toledana de la Universidad de Castilla la Mancha, donde profesa en la actualidad. A todo ello hay que agregar su vocación internacional, muy especialmente orientada hacia la colaboración con colegas de distintos países iberoamericanos. Eduardo Demetrio tiene una sólida formación dogmática, basta con leer su ya extensa obra, pero no se refugia en la reflexión lógica, sino que profundiza en la razón de ser y en las consecuencias del contenido de sus interrogantes y en la teoría de la pena. Baste recordar entre sus últimas investigaciones sus trabajos sobre las consecuencias penales de las aportaciones de las neurociencias o sobre los Derechos Humanos y la gran delincuencia económica. En síntesis, no cultiva un pensamiento dogmático pretendida y falsamente neutro, sino, muy al contrario, comprometido con el hombre y sus Derechos, estamos ante el pensamiento de un jurista que cree y está comprometido con los principios de un Estado social y democrático de Derecho. Buena prueba de todo los expuesto es el contenido de este “Espíritu del tiempo y Derecho penal”, su lectio doctoralis. El nuevo doctor honoris causa, siguiendo una vieja tradición salmantina, dicta una lección ante sus compañeros del claustro de doctores al que se incorpora, en la que refleja el contenido de su pensamiento que le hace acreedor de este reconocimiento. En su intervención el doctor Demetrio Crespo, ratifica lo que he adelantado, estamos ante un jurista comprometido, de una sólida formación y que aborda muchos de los problemas básicos del actual Derecho penal. El contenido del Derecho en general y del Derecho penal en particular está sometido a los cambios que experimenta la sociedad y a los que experimentan los criterios que determinan el cuándo y el cómo de la regulación, en consecuencia, está condicionado por el “espíritu del tiempo”. A lo largo de la historia ha habido momentos donde se han concentrado importantes modificaciones del ordenamiento jurídico, obviamente fueron estos, momentos de importante tensión social, que, al tratarse de cambios en los principios que legitiman la acción del legislador, determinan nuevos contenidos en la legislación penal. En las páginas de esta muy brillante y necesaria “lectio doctoralis”, se abordan dos, por otra parte, relacionados entre sí. En ambos se produce una discrepancia entre la legislación vigente y las demandas del “espíritu del tiempo”. El primero de estos momentos es el de la irrupción del pensamiento ilustrado en la política y muy especialmente en el Derecho penal, en síntesis, los cambios vinculados al Estado de Derecho. El segundo, es el momento actual, en el “espíritu del tiempo” en el que estamos inmersos, lleva a demandar en bastantes casos y con razones en muchos casos no aceptables una mayor utilización del Derecho penal con cambios importantes en su contenido. Sin duda, la proyección del pensamiento ilustrado sobre el modelo de estado y sus consecuencias sobre el contenido del ordenamiento jurídico marca un antes y un después. El análisis que efectúa el doctor Demetrio de los debates y respuestas críticas que generó la obra de Beccaria, no sólo de los defensores del Antiguo régimen, también de autores del peso de Kant o Hegel, ponen de relieve que no fueron tiempos pacíficos pues había que construir un nuevo Estado que tomara como referencia al ciudadano y sus derechos, no como hasta entonces al monarca con soberanía emanada de la divinidad, con las consecuencias de recurrir a la religión o a la moral como principio legitimador, “delicta quia pecatum es.” Como con razón se sostiene en este escrito, Beccaria fue un adelantado a su tiempo con propuestas cuyo desarrollo continúa teniendo validez en nuestros días. Fue un tiempo en el que el hombre dejó de ser súbdito y pasó a ser ciudadano. El espíritu de aquel tiempo exigía cambios políticos y jurídicos de gran alcance que fueron fruto de tensiones y debates. En el campo penal estos cambios se tradujeron en Códigos que, con carácter general, asumían el respeto al principio de legalidad y una humanización lenta, pero importante, de la sanción penal. En suma, se trata del primer paso del Derecho penal del Estado de Derecho. Hoy vivimos otro momento de grandes cambios, en el que es necesario como hace Demetrio reflexionar sobre el contenido del espíritu de nuestro tiempo y sus consecuencias sobre los principios que rigen el Derecho penal, que hunde sus raíces en la obra de Beccaria. Eduardo Demetrio toma como punto de partida para su análisis el contenido de la obra de Beck, para construir y abordar las consecuencias en un mundo donde los riesgos son globales, donde el desarrollo científico y tecnológico, ni puede ni debe ser ignorado. Esta nueva realidad convive con un populismo en lo político, condicionado por nuevas formas de alimentar una opinión pública, que demanda una expansión punitiva. El legislador recurre a esta opinión pública como erróneo principio de legitimación del recurso, excesivo, a los delitos y las penas. Estamos realmente en una vía populista que lleva a poder afirmar que estamos viviendo un momento crítico de nuestros modelos de estado, asentados sobre el hombre y sus derechos. Por todo ello es preciso llevar a cabo reflexiones, desde la fuerza de la razón, como las que efectúa el doctor Eduardo Demetrio y que justifican el que sea distinguido con este doctorado honoris causa. En lo personal me llena de satisfacción y de orgullo tener un discípulo como Eduardo Demetrio y suscribo plenamente la frase que utiliza como síntesis de su posición: “no toda evolución significa un avance, pero todo avance debe ser analizado cuidadosamente con la lupa del conocimiento científico en aras de combatir la arbitrariedad y la inequidad”. Este es el camino, que muchos suscribimos, el de las garantías irrenunciables internacional y constitucionalmente consagradas, y que constituyen el principio legitimador del contenido del Derecho penal frente a los cambios actuales y futuros o, si se prefiere ante la metamorfosis, que experimenta el mundo. Salamanca, agosto 2021 Ignacio Berdugo Gómez de la Torre Catedrático de Derecho penal Universidad de Salamanca