La perspectiva de los otros (original) (raw)

Este trabajo se debe a mi hija, dos amigos y Maurice Sendak 1. Cuando me prestaron Dónde viven los monstruos, el relato en palabras e imágenes que hizo famoso a Sendak, pensé que Rosario, que entonces acababa de cumplir cuatro años, primero tendría miedo, pero pronto amaría la historia del pequeño Max en el lugar donde viven los monstruos. El cuento, publicado originalmente en 1963, es breve. Max, disfrazado de lobo, comete toda clase de tropelías en su casa, hasta que su madre, probablemente desesperada, le grita "¡Monstruo!" y lo manda a la cama sin cenar. En su cuarto, Max ve nacer un bosque, surgir un océano y aparecer un barco que, tras casi un año de navegación, lo lleva al lugar donde viven los monstruos. Aunque ellos rugen rugidos terribles, crujen dientes terribles, mueven ojos terribles y muestran garras terribles, son finalmente amansados por Max, a quien reconocen como el más monstruo de todos. Convertido en su rey, Max juega con los monstruos hasta que decide terminar los juegos y mandarlos a la cama sin comer. Entonces, Max se siente solo, quiere estar donde alguien lo quiera más que a nadie. En la lámina que acompaña al texto, se ven tres monstruos durmiendo y, a la entrada de una carpa, Max sentado en un piso, con el rostro entre triste y aburrido. Un olor de comida le llega de alguna parte y decide dejar de ser el rey de los monstruos. Contrariando gritos y amenazas, Max vuelve por mar al cuarto del que nunca ha salido y donde lo espera una comida todavía caliente 2. Como suponía, Rosario primero tuvo miedo de los monstruos que había dibujado Sendak. Pronto se encantó con la historia y me pidió que se la volviera a leer. Como otras veces, le fui haciendo algunas preguntas durante esa segunda lectura. Al llegar al pasaje en que Max estaba sentado en un piso, le pregunté: "¿Cómo está Max?" Y Rosario contestó: "Triste". Volví a preguntar "¿Por qué crees que está triste?" Y ella dijo: "Porque no es un monstruo. Es un niño y quiere estar con su familia". Sorprendido con la respuesta, repetí el ejercicio con las dos abuelas. Tanto mi madre como mi ex suegra-una profesora básica jubilada-vieron aburrimiento y no tristeza en Max: el niño estaba aburrido de jugar y tenía hambre, por lo que ya quería volver a casa. Mi propia interpretación del pasaje, antes 1 Tampoco habría sido posible sin el apoyo del proyecto Fondecyt 1110525. Agradezco las sugerencias