A proposito de ANNE CARSON, "Decreación", en La Torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales, ISSN: 2255-2022 Nº 30 2021/2 (original) (raw)

Si confundes la danza de los celos con el amor de Dios, o el espejo de una hereje por la historia verdadera, es probable que pases el resto de tus días con un hambre terrible. No importa cuántas páginas comas. ANNE CARSON Decreación, una sugerente palabra que, inexplicablemente, como es habitual, no ha quedado registrada en nuestro diccionario, señala, no la destrucción total de la creación, sino un descenso, aunque seguramente a los infiernos de la realidad cotidiana, en modo alguno absoluto, y también un ascenso. Podría decirse, en especial de la obra poética de Anne Carson, que decreación es el proceso incompleto que caracteriza sus poemas, en ocasiones verdaderamente magistrales, solamente posible entendida como recreación. No solo se trata, respecto a su poesía, de volver a crear, es decir, de crear en el fondo lo increado, sino de regresar a la creación original. La poesía, la creación poética, consiste para Anne Carson en la disolución de la forma, una aproximación a lo sublime en un intento por desbordar al lector. Decreación es un neologismo prestado de la filósofa francesa Simone Weil cuyo peso en el libro-dentro de una ópera en tres actos que también incluye respectivamente al matrimonio de Hefesto y Afrodita y a la mártir medieval Marguerite Perete-resulta tan asombroso y desconcertante como la gravedad y la gracia con la que Simone Weil solía escribir. Perteneciente a la que el crítico literario Harold Bloom llamaría la escuela de Wallace Stevens, la poesía de Anne Carson, basada en un conocimiento extraordinario de la literatura y de la filosofía clásicas, está dotada del maravilloso don filológico al alcance de muy pocos, como sucede con Nietzsche, de extraer de la palabra que espera en la profundidad aquello que irónicamente está más allá del significado, y que bastaría para cualquier lector, siendo el significado la mayoría de las veces lo único que se puede hallar. La escritura de lo sublime evoca una vitalidad desmesurada que contiene el expediente de lo documental y la grandeza, donde lo documental es tanto una composición de documentos como el predominio de lo factual sobre lo ficticio, y la grandeza se despliega solo en el terreno del éxtasis cuando la escritura se desborda a sí misma incapaz de contener el mundo. Igual que en la recuperación de Antonioni de Anne Carson, quien desbordaba a los actores y buscaba ser desbordado por ellos. Convenientemente, el otro rostro de la creación, del genio poético, es el sueño como visión. El sueño se ofrece como terapia en la que "algo no es nada" (p. 48), por lo que la búsqueda del conocimiento significa aquello que nunca llegamos a conocer, "lo