Ecclesia de Eucharistia. Iglesia, ministerio, eucaristía en el diálogo católico-luterano (1967-2009) (original) (raw)
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Eucaristía, ministerio y eclesiología en el diálogo católico-luterano
El problema de la intercomunión entre católicos y luteranos es una cuestión recurrente en ámbito ecuménico. Los mutuos acercamientos entre ambas confesiones han sido afrontados de modo detallado tanto por el diálogo teológico como por distintos autores, católicos y protestantes. Junto a una notable aproximación en cuestiones doctrinales, quedan sin embargo todavía pendientes algunas cuestiones relativas a la eucaristía, el ministerio y la eclesiología. Apreciamos así los puntos de convergencia y de todavía divergencia, los avances y las cuestiones pendientes en dos niveles: la doctrina en estos tres puntos enunciada por Lutero y la Iglesia católica, y las aproximaciones que a estos debatidos temas hacen algunos teólogos, católicos y luteranos (Pannenberg, Ratzinger, Kasper, Wenz, Garijo-Guembe, Meyer…). La profundización teológica en tales puntos proporciona una puerta abierta al futuro y la esperanza.
Ecclesia de Eucharistia" en clave de teología litúrgica
Scripta Theologica
Llama la atención el arranque de la Encíclica: es una enunciado sucinto. A la cabeza de una introducción extensa-más amplia incluso que algunos capítulos-y tras evadir el protocolo acostumbrado, según el cual la primera oración del texto tiende a ser anchurosa, Juan Pablo II condensa en cuatro términos el sendero argumental de su escrito: Ecclesia de Eucharistia vivit. El verbo vivit presenta aquí una fuerte connotación experiencial, litúrgica y mística 1. Al carácter contundente de este inicio corresponde no casualmente lo temprano de la cita de otra expresión no menos contundente: «La sagrada Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia» 2. Ambas proposiciones presentan una unidad convergente, ambas se sitúan en la cabecera de la Encíclica. La última da razón de la primera: porque en la Eucaristía halla su domicilio todo bien y toda gracia, la Iglesia vive de ella. Y así, desde su comienzo mismo, la Encíclica subraya que, en la Iglesia, la Eucaristía reviste un carácter culminante. Este adjetivo traduce la realidad de que en la Eucaristía tenemos el sacrificio redentor de Jesús, su adoración 3. Una 87 SCRIPTA THEOLOGICA 36 (2004/1) 87-109
El ministerio en el diálogo ecuménico católico-luterano después del Concilio Vaticano II
Diálogo ecuménico, 2007
La relación entre el sacerdocio común y el ministerial ocupa un lugar central en la teología evangélica, y el “reconocimiento de los ministerios” presenta una especial actualidad e importancia a la hora de plantearse el diálogo católicoluterano. Nos encontramos pues ante un tema importante, de profundo calado ecuménico. En el artículo décimo de los Artículos de Esmalcalda (1538), Lutero pedía para los reformados la “potestad de ordenar y confirmar” con el fin de suplir esa carencia. Por el contrario, la doctrina católica sobre el defectus ordinis fue ratificada en el último concilio (UR 22), con el fin de buscar diversas vías de salida al problema planteado. A su vez, algunos teólogos han hablado de la existencia de una “sucesión presbiteral” en las iglesias nacidas de la Reforma: se han dado casos –recuerdan– en los que un presbítero ordenaba a otro con dispensa papal. Esto complica todavía más el problema pues, según esta perspectiva teológica, las ordenaciones que se han dado en el seno de las comunidades surgidas de la Reforma no serían inválidas, sino tan solo ilegítimas. Este era el punto de partida del estudio.
Cuerpo eucarístico y cuerpo eclesial : La Communicatio in sacris en la enc. Ecclesia de eucharistia
Annales Theologici, 2005
Cuerpo eucarístico y cuerpo eclesial: la communicatio in sacris en la Enc. Ecclesia de Eucharistia Introducción «Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan» (1Cor 10, 17). En estas concisas palabras de Pablo encontramos sintéticamente la doctrina de lo que hoy llamamos «eclesiología eucarística», con la cual la Encíclica Ecclesia de Eucharistia (EE) de Juan Pablo II 1 se relaciona no sólo por su nombre, sino muy especialmente por su contenido. La Iglesia, en efecto, vive de la Eucaristía, de ella toma su fuerza y hacia ella tiende, a ella se conforma. Conviene tener presente que en buena latinidad, la preposición "de" dice mucho más que "ex", que denota prevalentemente una relación de origen. Si hablamos de Ecclesia de Eucharistia, y no simplemente de Ecclesia ex Eucharistia, es porque además de creer en la Eucharistia faciente Ecclesiam, afirmamos que la Iglesia se conforma a sí misma según la Eucaristía, se asemeja a ella, a la vez que tiende hacia ella. Podríamos decir, con otras palabras, que la Iglesia "es", como "es" la Eucaristía, aunque evidentemente deberemos dar al "como" un carácter marcadamente analógico. Es sabido que la eclesiología eucarística, originariamente de raigambre patrística, ha recibido gran atención en escritos de teólogos ortodoxos de la diáspora 2 , aunque con una desmedida acentuación de la Iglesia local, que lleva a considerarla autosuficiente, sin necesidad de estructuras universales de comunión. En ámbito católico, encontramos contemporáneamente esta eclesiología en los escritos de Henri de Lubac 3 y en otros teólogos de su época, con una teología genuinamente católica que es recibida en el Concilio Vaticano II (LG 26) y ha seguido desarrollándose, aunque no libre de algunos desbandamientos que han sido oportunamente denunciados 4. Retomada ahora e impulsada una vez más por el magisterio, la eclesiología eucarística es confirmada en su catolicidad original. De 1 El documento lleva por fecha el 17.4.03. Usamos la versión publicada en el sito oficial de la Santa Sede (www.vatican.va).
Teología de la Iglesia local y eucaristia
Me propongo con esta contribución recuperar algunos aspectos centrales de la eclesiología de comunión, desarrollar algunos pilares de la teología de la Iglesia local, y mostrar algunas de sus consecuencias más significativas. En continuidad con estas cuestiones, pretendo resaltar los vínculos íntimos entre una “eclesiología eucarística” y la Iglesia local. Finalmente, lo que considero un capítulo a desarrollar con más amplitud en la eclesiología de inicios del tercer milenio: me refiero a la sinodalidad como figura vital de la eclesiología de comunión.
Caridad Cristiana y Eucaristía. Un punto de vista desde la historia de la Santa Misa
La caridad cristiana viene de la conciencia de que Dios es Padre, nos ama, y nosotros somos realmente hermanos, y debemos atender como tales a los más necesitados. En este artículo se trata de como las aportaciones caritativas hechas siempre en el momento del Ofertorio de la Santa Misa se fueron integrando en la liturgia de la misma a través de los tiempos, dejando algunos curiosos vestigios. Posiblemente el vestigio litúrgico más destacado que une liturgia y caridad sea la presencia de los dos papeles principales de los celebrantes de la Santa Misa, nos referimos al presbítero como ministro de la predicación y Consagración Eucaristica junto con su auxiliar el diácono como encargado de la asistencia y las obras de caridad a los más necesitados de la comunidad (diaconía). Dos figuras clericales que se unen en la celebración litúrgica de la Santa Misa, como imprescindible en la visión evangelica es la "unión de culto y caridad" que forma parte esencial del cristianismo y que se ha manifestado desde la Iglesia primitiva . Se pone de manifiesto también como desde principios del siglo VI cuando se comienza con la entrega anual del diezmo en especies , aunque fuera de la celebración de la misa como un tributo obligado para la Iglesia, desde entonces el vinculo de las ofrendas como una “forma litúrgica” de ejercer la caridad cristiana se debilita. A ello contribuyó también la introducción del pan ácimo en las hostias consagradas en las misas, eliminando la presencia del pan común fermentado apto para ser entregado en cantidades notables a los pobres. Esa evolución culmina en la configuración de la misa tradicional que pervivió desde el s. XVI hasta mediados del s. XX y conservó algunas rúbricas que recordaban la entrega de las ofrendas en especies del pan y del vino por parte del pueblo. Es decir desde las constituciones del Concilio de Trento hasta que los principios del Movimiento Litúrgico encuentran eco en el papa Pío XII. Así en la misa tridentina en el ritual del Ofertorio disocia de manera definitiva la ofrenda eucarística que ocurre en el altar, de la entrega de bienes correspondiente a la exigencia cristiana de compartir en caridad con el pobre que se materializó definitivamente en una cuestación monetaria sin ninguna vinculación con lo que pasa en el altar. Mientras en el altar se ofrecen los dones eucarísticos (oblatas) simplemente de manera simultánea en la nave de los fieles ocurre el acto sin trasfondo litúrgico de recoger el dinero en el cestillo o cepillo que es directamente llevado a la sacristía. Las indicaciones del el Concilio Vaticano II, fueron interpretadas como que de alguna manera había de restaurar el sentido litúrgico de la participación del pueblo en el Ofertorio. Se recuperó por ello para las misas solemnes una ceremonia del Ofertorio que podía recordar los usos de la Iglesia primitiva. De esta manera los fieles llegan en procesión a través de la nave presentando unas “ofrendas simbólicas” consistentes en diversos elementos necesarios para la celebración de la misa sacrificial tales como el pan y el vino, los vasos sagrados etc, ; elementos que el celebrante recoge para subirlos al altar y proceder posteriormente a su ministerio sacerdotal de celebrar el Santo Sacrificio actuando In Persona Christi con la materia de los dones presentados.