REFLEXIONES SOBRE ESTÉTICA Y VIOLENCIA EN COLOMBIA REFLEXIONES SOBRE ESTÉTICA Y VIOLENCIA EN COLOMBIA (original) (raw)

Las preguntas más interesantes respecto al sufrimiento social surgen en los intersticios entre disciplinas como la antropología, el psicoanálisis y la crítica cultural y en encuentros fortuitos con artistas, homicidas y perpetradores. Como aquel fugaz encuentro que tuve una tarde con un asesino a sueldo quien antes de comenzar mi interrogatorio me dijo lo siguiente: "Yo quisiera tener dos corazones, uno para tratar con la gente buena y otro para tratar con la gente mala, esa que no tiene enemigos y es peligrosa porque traiciona". Una lógica, en principio, ininteligible para una persona que como yo cree tener un solo corazón; sin embargo, explica muy bien porque en sociedades donde los delincuentes son católicos creyentes, y tal es el caso de México y Colombia, la única manera de circular entre la legalidad y la ilegalidad es evitando que colisionen el bien y el mal que cada quien lleva por dentro y teniendo bien claro quiénes son los amigos y quienes los enemigos. A partir de allí entendí que se puede ser asesino cruel y devoto practicante de manera simultánea, siempre y cuando la cultura lo permita. Me viene a la memoria un texto de Zizek quien parafraseando la parábola de Chuang-Tse y la mariposa, que es también una de las referencias de Lacan, hace referencia a un profesor burgués tranquilo, bondadoso y decente que, por un momento, sueña que es un asesino. En Colombia los asesinos sueñan, con frecuencia, que son personas decentes.