Las cartas amorosas de la imprenta Vanegas Arroyo en la educación sentimental y los ordenamientos de género en México (1900-1922) (original) (raw)
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Los impresos de Antonio Vanegas Arroyo en la historia cultural mexicana
Escripta. Revista de Historia, 2021
Este trabajo explora la etapa de la historia cultural mexicana que determinó las primeras valoraciones de los impresos publicados por Antonio Vanegas Arroyo. Se trata de los textos publicados entre 1917 y 1929 por Nicolás Rangel, Gerardo Murillo, Jean Charlot, Mariano Silva y Aceves y Rubén M. Campos. Estas aproximaciones se enmarcan en el “descubrimiento del pueblo” que fundamentó el nacionalismo cultural mexicano de la tercera década del siglo XX, pero cada una tiene su especificidad propia, lo que demuestra que, aunque posteriormente serían atendidos en general sólo como portadores de los grabados de José Guadalupe Posada, los impresos, la imprenta y la figura de Vanegas Arroyo recibieron una temprana y diversa atención por parte de figuras intelectuales relevantes de la época.
Anuario del Instituto de Historia Argentina, 2020
El artículo analiza la función social de los consultorios emocionales en el México de principios de siglo XX. Estos espacios públicos a cargo de “expertos” atendieron las tribulaciones de la vida emocional conformando una educación sentimental diferenciada por sexo. El consejo experto contribuyó al cultivo de las relaciones afectivas con énfasis en las parejas. A partir del enfoque sociocultural de las emociones, los consultorios amorosos permiten conocer el ethos terapéutico y los valores ético-morales, de acuerdo con los roles de género e identidades sociales, que requirieron de una emocionalidad diferenciada de sectores medios e intermedios en el México prerevolucionario.
Red de Investigaciones filosóficas JOSÉ SANMARTÍN ESPLUGUES, 2024
Resumen: En esta octava contribución dedicada a Going My Way (Siguiendo mi camino, 1944) la dedicamos íntegramente a comentar el texto filosófico fílmico. En la primera parte vemos cómo de una manera sutil, Leo McCarey va a revelar un dato muy relevante de la biografía de su protagonista de Going My Way (1944), el P. O’Malley (Bing Crosby). Pudo seguir la vocación al matrimonio si hubiese evolucionado en esa dirección desde su amistad con Genevieve Linden (Risë Stevens). No fue así. Eligió servir a la iglesia como sacerdote. La narración del director es, fiel a su estilo, elíptica. El espectador va a asistir como en primicia al momento en que la joven va a saber que su amigo ha elegido ser ministro de la Iglesia católica, en la que el compromiso de castidad impide que se contraiga matrimonio. Ella es una cantante de ópera que está conociendo el éxito. Fue el propio P. O’Malley quien descubrió su vocación musical y le animó a seguirla. Jenny Tuffle —como se llama realmente, Genevieve Linden es su nombre artístico— a partir de ese momento viajó por todo el mundo. Intercambió correspondencia con su amigo Chuck O´Malley hasta que en un momento dejó de hacerlo. De un golpe de vista va a saber por qué. En la segunda parte, Leo McCarey va a dibujar otras escena en la que se produce una profunda interpelación hacia el sentido del amor humano. Ahora el P. O’Malley y aparece como alguien que puede hablar de estos temas con experiencia propia y decisión personal. Lo que había llegado a la parroquia como una posible situación de convivencia extramatrimonial, el P. O’Malley va a comprobar que se trata de una verdadera historia de amor entre Carol James (Jean Heather) y Ted Haines Jr. (James Brown). Pero que tiene el riesgo de no ser discernida por ellos en todo su valor, por lo que necesitará del lenguaje de la música para que con el tema que da nombre a la película —Going My Way— aspiren a buscar su auténtico camino con el mutuo amor recibido. En la tercera parte la educación de los niños del coro en la belleza de la música muestra hasta qué punto es importante su papel en la educación de los sentimientos. El P. O’Malley con las dificultades de publicar sus propias obras, a las que se tacha de sentimentales, muestra el riesgo de una sociedad y de cuna cultura que desecha el papel del corazón para una educación integral de la persona. Finalmente, en la cuarta parte asistimos a cómo la relación entre Carol y Ted deviene en que han elegido para ellos un verdadero matrimonio por amor, lo que les permite afrontar el reto de que el joven haya sido movilizado como piloto militar. El padre, Ted Haines Sr. (Gene Lockhart), asiste como testigo privilegiado a esta maduración de su hijo y de su esposa. Como conclusión señalamos que las cuatro escenas principales que han tejido esta octava contribución de Going My Way representan muy bien tantas penetraciones por el mundo de la educación de los sentimientos y de la educación del matrimonio. La obra de C.S. Lewis ha sido una impagable acompañante en este recorrido, especialmente The Four Loves (Los cuatro amores) y The Abolition of Man (La abolición del hombre). Con esa alianza entre cine y pensamiento, entre cine y filosofía hemos podido vincular cómo McCarey dibuja las relaciones de amistad que renuncian al amor erótico, de amor erótico que necesita ser rectificado por la vocación y el compromiso, haciendo ver en un caso y en otro cómo la música es un lenguaje excepcional para la educación de los sentimientos. Algo a mantener frente a la erosión de su sentido. Palabras clave: Personalismo fílmico, humildad, educación, amistad, amor erótico, educación de los sentimientos. Abstract; In this eighth contribution dedicated to Going My Way (1944), we devote it entirely to commenting on the philosophical filmic text. In the first part we see how in a subtle way, Leo McCarey is going to reveal a very relevant fact of the biography of his protagonist of Going My Way (1944), Father O’Malley (Bing Crosby). He could have followed the vocation to marriage if he had evolved in that direction since his friendship with Genevieve Linden (Risë Stevens). He didn’t. He chose to serve the church as a priest. The director’s narration is, true to his style, elliptical. The viewer is going to witness as if in preview the moment when the young woman is going to learn that her friend has chosen to become a minister of the Catholic Church, where the pledge of chastity precludes marriage. She is an opera singer who is meeting with success. It was Fr. O’Malley himself who discovered her musical vocation and encouraged her to follow it. Jenny Tuffle – as she is really called, Genevieve Linden is her stage name – from that moment on traveled all over the world. She exchanged correspondence with her friend Chuck O’Malley until at one point she stopped. At a glance you’ll find out why. In the second part, Leo McCarey will draw another scene in which there is a profound questioning of the meaning of human love. Now Fr. O’Malley appears as someone who can speak about these issues with his own experience and personal decision. What had come to the parish as a possible situation of extramarital cohabitation, Fr. O’Malley will see that it is a real love story between Carol James (Jean Heather) and Ted Haines Jr. (James Brown). But it has the risk of not being discerned by them in all its value, so he will need the language of music so that with the theme that gives name to the film –Going My Way– they aspire to find their authentic way with the mutual love received. In the third part, the education of choir children in the beauty of music shows how important their role is in the education of feelings. O’Malley with the difficulties of publishing his own works, which are labeled as sentimental, shows the risk of a society and a culture that rejects the role of the heart in the education of the whole person. Finally, in the fourth part we witness how the relationship between Carol and Ted becomes that they have chosen for them a true love marriage, which allows them to face the challenge that the young man has been mobilized as a military pilot. The father, Ted Haines Sr. (Gene Lockhart), is a privileged witness to the maturation of his son and his wife. In conclusion, we point out that the four main scenes that have woven this eighth contribution of Going My Way represent very well so many penetrations into the world of the education of feelings and the education of marriage. The work of C.S. Lewis has been a priceless companion in this journey, especially The Four Loves and The Abolition of Man. With this alliance between cinema and thought, between cinema and philosophy, we have been able to link how McCarey draws the relationships of friendship that renounce erotic love, of erotic love that needs to be rectified by vocation and commitment, showing in one case and in another how music is an exceptional language for the education of feelings. Something to maintain in the face of the erosion of its meaning. Keywords: Filmic personalism, humility, education, friendship, erotic love, education of feelings.
Revista HISTEDBR On-line, 2019
En el presente trabajo, se analiza el discurso que ofrecen dos libros sobre el lugar de las mujeres en la sociedad y en la familia. Se consideran para ello, dos manuales importantes en las escuelas femeninas: el Manual de economía doméstica de Appleton, de circulación en México y América Latina y El hogar mexicano. Nociones de economía doméstica de Laura Méndez de Cuenca, que tuvo difusión en el centro de México, de contenidos acordes a la experiencia cultural mexicana. Lo que se problematiza es la tensión y transformación de los discursos patriarcales y la apropiación y adaptación de saberes pedagógicos y prácticos que se ofrecen naturalizados por género a las estudiantes. Asimismo se revisa la autoría por género de este tipo de textos escolares. Cómo es que se visibilizaba e invisibilizaba a las autoras de saberes pedagógicos propios de mujeres a la vez que se les subordina o excluye en la autoría más allá de las fronteras parroquiales. Se enfatiza el caso de Laura Méndez de Cuenc...