Sin que de mi nombre quede otra memoria: Diego Hurtado de Mendoza y El Lazarillo de Tormes (original) (raw)

Diego Hurtado de Mendoza, autor de La segunda parte de Lazarillo de Tormes

Clarin Revista De Nueva Literatura, 2010

continuación del Lazarillo, me gustaría recordar otras usurpaciones de personajes literarios. Por ejemplo, las continuaciones de La Celestina que precedieron a la del Lazarillo, que forman una compleja historia, porque Feliciano de Silva en su Segunda Celestina se atrevió nada menos que a negar la muerte de la alcahuetapara poder hacer que siguiera con sus artimañas, y Sancho de Muñón hizo que lo desmintieran los propios personajes de st Tiagicomedia de Lkandro y Roselia, que era la <cuarta obra y tercera Celestino.Juegos literarios sobre la vida y milagros de personajes, que aunque inmortales, morían y, sobre todo, tenían que ser fieles a sí mismos para poder ser reconocidos.

Diego Hurtado de Mendoza y la cuestión mora

2009

parece ser una de esas obras un tanto relegadas de autores más leídos y conocidos en otros terrenos genéricos. Los complejísimos vericuetos de las campañas militares en un siglo XVI en el que los caballos y la geografía hacen el ochenta por ciento de la vida histórica, parecen atraer solamente a los historiadores de la época. Pero qué decir del panorama de la crónica española, que precisamente en el siglo XVI se vio revolucionada por los sucesos de Indias, y cuyos componentes principales son básicamente los mismos de la crónica de Hurtado de Mendoza: territorios difíciles, poblaciones ariscas, ambiciones libertarias y de dominación, rivalidades políticas, reyes distantes, traiciones, cruentos castigos y engañosos desenlaces que el tiempo mismo se encarga de difuminar como vanos intentos de novelar la vida. La Guerra de Granada es también el fruto de la reposada madurez de don Diego. Lejos ya de las agendas imperiales en Roma, Venecia, Siena o Inglaterra, vencido por el ajeno ejercicio de la noción más vil de la política, cuestionado por sus soberanos en el centro mismo de su fidelidad a toda prueba, retirado, en fin, en su casa de Granada, a los sesenta y seis años de existencia Diego Hurtado de Mendoza toma el toro por los cuernos, como lo hizo, dicen, literalmente en sus años mozos, y asume la delicada tarea de relatar los sucesos granadinos de los cuales fueron protagonistas su sobrino, el marqués de Mondéjar, al frente del ejército español contra la insurrección morisca, y su sobrino-nieto, el conde de Tendilla, cabeza de la ciudad de Granada y asentado en el Alhambra. La extraordinaria erudición de don Diego-a un grado inusual en los políticos de su tiempo-comprendía estudios más que elementales de la filosofía, pues la edición corregida italiana de las obras de Cicerón siguió las anotaciones y comentarios de don Diego, según testimonio del responsable, Paulo Manucio; 1 las matemáticas, la geografía y las "antigüedades," es decir, la arqueología; los idiomas que todo humanista veneraba: griego, latín, hebreo y árabe, además del afortunado cultivo de las letras, ocupando un lugar significativo al lado de sus contemporáneos. Acerca de sus preocupaciones filosóficas, hay que decir que don Diego se ubicó, desde su juventud, del lado de la modernidad renacentista, defendiendo el ideal de la ciencia libre a la manera de un Averroes, 2 a quien defendió como pensador en el Concilio de Trento, cuando el Emperador Carlos V le encomendó la dificilísima tarea de representar ahí sus intereses. Y a pesar de los sucesos que ahora resultan más emocionantes que reprehensibles-el bofetón que don Diego propinó al jefe de los esbirros del Papa por detener a uno de sus estafeteros; 3 la amenaza que dirigió a un cardenal de arrojarlo al río si se suspendía el Concilio; 4 el haber arrebatado un puñal y arrojado por un balcón del Palacio Real a Don Diego de Leiva, quien le reclamaba "unas coplas" 5-todo lo que le valió, en fin, las agrias reprensiones de Carlos V y Felipe II, su "caída en desgracia" en el convencional lenguaje monárquico de aquellos tiempos, junto con el castigo del exilio a su tierra natal a edad avanzada, a pesar de ello, repito,

Relaciones de amistad y prestigio: Diego Hurtado de Mendoza y las Vidas que Vasari le regaló.

El libro, de lo material a lo simbólico. Peter Lang, 2022

Relaciones de amistad y prestigio: Diego Hurtado de Mendoza y las Vidas que Vasari le regaló Resumen: El análisis y relectura del epistolario de Vasari permite entresacar el nombre de Diego Hurtado de Mendoza entre aquellos que, por su directa voluntad, fueron agraciados con un e j emplar de las Vidas, en su edición de 1550. A raíz de este dato, se resaltará la posi ble conexión que existió entre el emba j ador y el pintor, las razones que pudieron llevarle a dedicar y regalar su opera prima, al tiempo que se extraen algunas claves del obsequio como agente social y factor determinante en el ascenso de su autor.

El legado inequívoco de una época: “Especial homenaje a Francisco Hurtado Izquierdo”

2019

as― que deja sentada Mena en su estilo maduro, lo que sin duda lo hacía más fácilmente imitable. Por tanto, en este punto, equidistante diríamos, entre el magisterio de Cano y la variante personal de Mena, es donde se ubica el modelo de Mora, muy afecto a Cano compositiva y expresivamente, pero distanciado en el resultado plástico, con algo de especulación creativa y autoafirmación personal. Bastará para asegurar la pervivencia del modelo que se repite y adocena durante el Setecientos. 13 José A. Peinado Guzmán, “La obra inmaculista de los Mora y su círculo en el arzobispado de Granada”, Quintana 13 (2014): 255-265. Fig. 3. Santos Fundadores, taller de los Mora, h. 1697-1703. Capilla del Cardenal Salazar o Santa Teresa, Catedral de Córdoba. Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz 63 Otro punto de relación pudieron ser las obras de la capilla del cardenal Salazar en la catedral de Córdoba. Con una generosa donación de 26 mil ducados del mitrado mercedario (en la sede de Osio entre 1686 y 17...

A vueltas con el autor del Lazarillo. Con el testamento y el inventario de bienes de Don Diego Hurtado de Mendoza

2010

Reyes Coll-Tellechea (University of Massachusetts at Boston) De todas las atribuciones autoriales sostenidas por los estudiosos y editores del Lazarillo de Tormes (1554) la más fuerte, por longeva, es la que apunta a Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575). Las primeras atribuciones al granadino son prácticamente contemporáneas, provienen de dos bibliógrafos belgas y datan de 1607 (Valerio Andrés Taxandro) y 1608 (Andrés Schott). La atribución fue recogida también por Tamayo y Vargas (1622) y transmitida por Nicolás Antonio (1783). Por esta razón, bajo el nombre de Diego Hurtado de Mendoza es donde el investigador

La vida de Lazarillo de Tormes

La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (más conocida como Lazarillo de Tormes) es una novela española anónima, escrita en primera persona y en estilo epistolar (como una sola y larga carta), cuya edición conocida más antigua data de 1554.

Lazarillo de Tormes

La obra está dividida en siete tratados y cuenta en primera persona la historia de Lázaro González Pérez, un niño de origen muy humilde; aunque sin honra, nació en un río de Salamanca, el Tormes, como el gran héroe Amadís; quedó huérfano de su padre, un molinero ladrón llamado Tomé González, y fue puesto al servicio de un ciego por su madre, Antona Pérez, una mujer amancebada con un negro, Zaide, que le da a Lazarillo un bonito hermanastro mulato.