Reseña del libro Decolonizing Dialectics, de George Ciccariello-Maher (2017). Durham y Londres: Duke University Press (original) (raw)
En el encare decolonial se pueden observar dos linajes claramente diferenciables: el primero, emparentado con el posestructuralismo, se remonta a teóricos como Derrida y Foucault, y se puede reconocer en los abordajes de Walter Mignolo y en la mayor parte del trabajo de Santiago Castro-Gómez. El otro enfoque, heredero en varios sentidos de la filosofía latinoamericana de la liberación, sigue la tradición de Marx y de diversos autores que se han apropiado productivamente de sus teorías. En esta corriente destacan escritores como Aníbal Quijano y uno de los filósofos centrales en el libro que aquí reseñamos, Enrique Dussel. Es desde esta última tendencia que descolonizar la dialéctica aparece como un proyecto teórico con consecuencias políticas significativas. Y, si bien dialéctica y emancipación social han mantenido una estrecha relación a partir de Hegel, su historia es, ante todo, la de sus negaciones. Sabido es que su primera gran negación fue la de Marx al "ponerla sobre sus pies"e indicar la primacía de la actividad práctica material sobre el mundo de las ideas y la cultura. A su vez, para el Lukács de Historia y conciencia de clase, el énfasis de la dialéctica debe recaer sobre la categoría de totalidad, mientras que, más adelante, la revisión de Adorno denuncia la falsa totalidad, cerrada y acabada que afirma encontrar en Hegel, quien plantea en su lugar una dialéctica negativa sin un cierre o síntesis definitiva. Como ha argumentado Jameson (2009: 49-51), presentar la dialéctica de manera no dialéctica-al estilo de un sistema filosófico, por ejemplo-es un intento vano, pues supone fijar de un modo rígido la lógica del movimiento.