Armas inglesas para don Carlos: el incidente de la Express Packet (original) (raw)
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Armas inglesas para don Carlos: el incidente de la Express Packet
Hispania, CSIC. Vol 78, No 260 , 2018
En la Primera Guerra Carlista, el bando legitimista, en su desigual lucha contra el Estado isabelino, se vio lastrado por la falta de recursos. Una de las alternativas para paliar este problema fue la compra de armas en el exterior. La malograda misión de la balandra británica Express Packet —objeto de estudio de este trabajo—, constituye un incidente de indudable interés por varias razones. Por una parte, nos ofrece una visión de los entresijos del tráfico de armas al que hubo de recurrir el carlismo en el marco de la convulsa situación que vivía Portugal —país con una guerra similar a la que se desarrollaba en España y donde don Carlos María Isidro residía en un forzado retiro—. Por otra, desvela las intenciones del carlismo para, desde el norte de Portugal, lograr un alzamiento guerrillero de envergadura en Galicia que facilitase la entrada en España del titular de la dinastía carlista. Con documentos procedentes, entre otras instituciones, de la Capitanía General de Galicia, este trabajo pretende dar a conocer información inédita y ahondar en los detalles que rodearon el apresamiento de la Express Packet y en las esperanzas carlistas depositadas en esta operación.
El contrabando de armas durante la III Guerra Carlista. El incidente del Deerhound (1873)
Revista de Historia Naval nº 160, 2023
El incidente del Deerhound tuvo su origen cuando el 13 de agosto de 1873 el yate británico de ese nombre fue capturado por la goleta española Buenaventura, habiéndolo sorprendido realizando contrabando de armas destinadas a las tropas carlistas. A lo largo de los meses siguientes se desarrolló una ardua contienda diplomática entre el gobierno español y el Foreign Office sobre la legalidad de dicha captura y el alcance de la rectificación exigida a las autoridades españolas y las condiciones en las que debía producirse. El barco británico acabó por convertirse en pieza de cambio para la recuperación de las fragatas Almansa y Vitoria, las cuales se encontraban bajo custodia de la Royal Navy en Gibraltar. El presente artículo se ha escrito con la intención de profundizar en los hechos, los cuales acabaron por constituirse en un precedente de cómo actuar en casos semejantes desde el punto de vista diplomático y legal.
Sobre la Expedición del marqués de la Romana y otros hechos de armas
Académico correspondiente de la RACV En estos últimos años han aparecido publicados en diversas revistas diversos artículos sobre la expedición militar del Marqués de la Romana en los que se estudian las causas de su envío a Francia así como las vicisitudes que acaecieron a los personajes y unidades de tropas que participaron en la misma. A parte del estudio sobre el romántico Costa 1 y los nombres que de pasada se citan de algunos oficiales, apenas tenemos noticias sobre los casi quince mil individuos que formaron la llamada División del Norte 2 . Sirvan estas líneas para rendir un pequeño homenaje sacándoles del olvido, a esos sufridos militares, en este caso miembros de una determinada familia, que rara vez aparecen citados a lo largo de las grandes páginas de la historia y que a lo sumo aparecen como meros números en las relaciones de muertos y heridos, pero sin los cuales no hubiese sido 1 ALBI DE LA CUESTA, Julio. El capitán don Antonio Costa, una muerte romántica en Dinamarca. Revista de Historia Militar. nº 54 Madrid 1983 2 Estas notas se escribían en 2007, antes de la conmemoración del Bicentenario de la expedición, que celebró diversos actos en España y Dinamarca y sacó del olvido a partir de entonces a la División del Norte y a sus protagonistas. Me animó a escribirlo la lectura del relato breve de Pérez Reverter, que de una manera sarcástica y descarnada, a la vez que divertida, narraba las vicisitudes de los pobres españolitos que atrapados en Dinamarca, se vieron obligados a marchar con el ejército francés a la campaña de Rusia.
Revista Complutense de Historia de América
En el presente trabajo nos hemos interesado por la problemática de la reposición en las Indias de armas de fuego portátiles, artillería y municiones durante el reinado de Carlos II. Una cuestión que no siempre fue fácil de resolver, ni a la que se le daba salida, a menudo, de un modo eficiente y rápido. Una Monarquía en plena decadencia hubo de ingeniárselas para acompasar los pedidos llegados de Ultramar con los recibidos desde las diversas fronteras europeas y norteafricanas. No fue tarea fácil, pues, a menudo, las discusiones acerca de la remisión de las armas y las municiones necesarias para utilizarlas escapaban al ámbito del Consejo de Indias, de la Junta de Guerra de Indias, y acababan siendo materia de reflexión por parte del Consejo de Guerra (y del de Estado), sobre todo en los años en los que había guerra en Europa. Para poder alcanzar algunas conclusiones, se ha debido analizar, por lo tanto, documentación depositada en el Archivo de Indias (Sevilla), el General de Siman...
El ocaso de la defensa británica durante la Guerra Fría
COLOM, Guillem: "El ocaso de la defensa británica durante la Guerra Fría", Ayer nº 93 (enero 2014), 2014
The article is aimed at studying the United Kingdom’s defence policy during the Cold War. The analysis of the four defence reviews the country carried out during this period – in 1957, 1966-68, 1975-76 and 1981 – will demonstrate that the British defence policy was characterized by the loss of strategic autonomy, the regionalization of its aim and scope, the atlantization of its military planning and the inability to balance the national defence objectives and the means to meet them.
HISTORIA DE UN TRIUNFO LA ARMADA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII
HISTORIA DE UN TRIUNFO LA ARMADA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII, 2023
En la batalla naval de Trafalgar (1805) no hubo navíos portugueses, ni tampoco los hubo holandeses. Las glorias de la marina portuguesa, que tanto habían aportado a la expansión marítima europea, no estaban allí. Ni tampoco acudió a Trafalgar la poderosa armada de la República de los Países Bajos, con la que había dominado todos los mares en el siglo XVII y que todavía a comienzos del siglo XVIII disponía de una flota de guerra impresionante de 86 navíos. Ni siquiera se hallaba la novedad naval del siglo, la flota rusa, que ya poseía una de las fuerzas navales más importantes. Los que sí estuvieron fueron los navíos españoles. En el lado inglés, lo estaban por derecho propio: Gran Bretaña era la mayor fuerza naval al empezar el siglo XVIII y lo seguía siendo en los inicios del siguiente; algo similar se podría decir para la marina francesa. La auténtica sorpresa en aquel combate naval fue que la Real Armada española sí estuvo. Contra todo pronóstico histórico, nadie habría pensado al comienzo del siglo XVIII que llegaría a existir una Armada digna de acudir a la «mayor batalla naval» acontecida hasta el siglo XX. Lo que no se ha destacado con la misma rotundidad es que si la Armada estuvo en Trafalgar fue porque durante el siglo XVIII había vivido una auténtica Edad de Oro.
Asclepio
Al final de la Primera Guerra Mundial, el valor de la transfusión sanguínea era ampliamente reconocido, pero no fue hasta la Guerra Civil Española (1936-1939) cuando se crearon grandes organizaciones civiles de donantes de sangre para proporcionar sangre conservada (citratada) para la transfusión en pacientes civiles y militares en ambos bandos. Se desarrollaron técnicas de transfusión indirecta para administrar esta sangre, con instrumental de fácil manejo, capaz de ser llevado a cabo en cualquier lugar y por cualquiera con experiencia en la administración de inyecciones endovenosas. También se establecieron sistemas eficaces de transporte y distribución, a fin de abastecer adecuadamente las instalaciones sanitarias que prestaban servicio en los frentes de batalla en movimiento. Este trabajo pionero permitió la creación, por primera vez en la historia, de servicios militares de transfusión de sangre. Si bien este fue el caso tanto de las fuerzas insurgentes (nacionalistas) como del...
Revista de Historia Naval nº 80, 2003
La Corona española iniciaba el siglo XVIII con su poderío naval muy mermado. En concreto, después de la batalla de Vigo (Rande), en 1702, y las escaramuzas marítimas de la guerra de Sucesión, la Armada Real española se hallaba al borde de su casi total desaparición. Es más, pudiera decirse que tal Armada no existía en la Monarquía hispana; más bien las fuerzas navales del Reino se habían formado tradicionalmente, desde fines de la Edad Media, por una serie de armadas y escuadras sin vínculo orgánico dedicadas a tareas muy concretas. Entre éstas eran muy conocidas la Armada del Mar Océano, que aseguraba las rutas ultramarinas, o la Escuadra de Galeras, destinada a patrullar el Mediterráneo limitando la acción de la piratería berberisca o el contrabando en las costas españolas, función análoga a la cumplida en el Caribe por la Armada de Barlovento. La Marina de Guerra se convertía así en un punto central de la política del reformismo borbónico, tendencia que acabaría consagrándose a partir de 1714, año en que la Corona española recurrirá a la compra de unidades navales (Real Mary, Penbrok, Lanfranco l y San Francisco) a diferentes particulares, nacionales y extranjeros. Este recurso se vería incrementado posteriormente con otras adquisiciones realizadas en Génova por el ministro Alberoni. El fin último de todas estas medidas era colocar a la Corona española, por la fuerza de su Armada Real, en un papel de mediadora entre Inglaterra y Francia. Es decir, que tanto una como otra tuvieran que contar con España para dirimir sus pretensiones hegemónicas sobre Europa. Pero, además, la economía española seguía ligada estrechamente al flujo de metales preciosos y materias primas provenientes de América, circunstancia que condicionaba enormemente el crecimiento del país. A esto debemos añadir el carácter eminentemente costero de España, que hacía que la mayor parte del tráfico comercial interior se realizara a través del cabotaje de pequeñas embarcaciones. Por todo ello, la Corona española se enfrentaba a una tarea imprescindible con la potenciación de su Armada. La orientación de la acción se fundó en cuatro pilares básicos: a) crear instalaciones que permitieran la construcción naval; b) desarrollar políticas de fomento para el acopio de las materias primas necesarias; e) racionalizar e incrementar los ingresos nacionales, y d) acometer una política eficaz de reclutamiento y formación de la marinería y de los oficiales.
La Compañia de rifleros ingleses
Revista de Historia de Militar N° 3, 2014
El estado de guerra entre la Argentina, Brasil y Uruguay contra el Paraguay, llevó al Estado argentino a la urgente necesidad de incrementar el número de plazas de su menguado ejército, escasos 6.000 hombres, con que por ese entonces contaba, distribuidos en siete batallones de infantería de línea, once compañías de granaderos de la misma arma, nueve regimientos de caballería y dos de artillería, en la que revistaban 600 artilleros.1 Además de convocar a la Guardia Nacional y establecer cupos de hombres, que cada una de la provincias debían convocar, el gobierno decidió el 19 de abril de 1865 la creación de una 2da Legión de Voluntarios que fue puesta al mando del coronel Antonio Susini, que había comandado la Legión Italiana de Voluntarios, y en 1857 había sido nombrado jefe de la escuadra del gobierno del Estado de Buenos Aires. El cuerpo creado en esa fecha debía conformarse con los voluntarios extranjeros que habitaban en el país.2 El estallido del conflicto tuvo gran repercusión en amplios sectores de la sociedad porteña y numerosos habitantes se ofrecieron como voluntarios, llegando el entusiasmo popular hasta la creación de un regimiento de estudiantes, que juiciosamente fue desactivado a escasos días de su formación.3 La prensa de la ciudad estimuló el voluntarismo de los vecinos, tanto argentinos como extranjeros, y el prestigioso periódico de la colectividad inglesa en la Argentina, "The Standard of the River Plate" del 19 de abril de ese año, daba cuenta a sus lectores que … hemos conocido que numerosos alemanes e italianos se han ofrecido como voluntarios.4