El discurso del método psicoanalítico (original) (raw)

2007, ALTER Nº3, El psicoanálisis como parte de la comunidad científica

Si hablamos de «paisaje psicoanalítico» (1), ¿cómo no evocar a Lacan? La comparación [con Laplanche] se impone enseguida, no para medir el «peso» respectivo de Lacan y de Laplanche -lo que sería vano y hasta pueril-sino para señalar de entrada la diferencia esencial entre el uso lacaniano del texto de Freud y el trabajo al que lo somete Laplanche. Sabemos que Lacan, gran lector de Freud, apeló a un «retorno a Freud». Retorno necesario, en efecto, pero que a menudo fue para Lacan un recurso, pues la referencia a Freud le sirvió para hacer pasar por freudianas unas sentencias en realidad bien lacanianas. La posición de Laplanche es muy distinta: su retorno sobre Freud, con las armas del método freudiano, intenta introducir un cuestionamiento fundamental en el seno del propio texto freudiano. En el caso de Laplanche, la referencia a Freud no es una garantía de nada; es sólo lo que nos hace pensar y lo que se somete a trabajo psicoanalítico. A diferencia de Lacan, Laplanche no intenta enrolar al psicoanálisis bajo la bandera de una ciencia piloto, lingüística o matemática, ni tampoco «volcar toda la moneda de Freud en su propia escalera» (2). Más bien pretende mostrar las múltiples corrientes, en ocasiones divergentes y hasta contradictorias, que atraviesan la obra de Freud, sin obligarse siempre a elegir. Lo que no le impide operar elecciones determinantes en ciertos momentos decisivos, pero reivindicándolas claramente en su propio nombre. Para Laplanche no se trata de establecer el «verdadero» sentido de los escritos de Freud; de lo que se trata es de ser fiel al propio método freudiano, si es necesario contra Freud mismo. Fidelidad al método que sin embargo no es un fin en sí misma: con ese método, indisociablemente ligado a la situación analítica, se trata de poner a trabajar la invención freudiana para seguir respondiendo a la exigencia freudiana, es decir, cercar ese objeto cuya búsqueda puso en movimiento el pensamiento de Freud: el inconsciente en su realismo.