“Pensar la Iglesia: el Río de la Plata entre la reforma y la romanización (1820-1834)”, Anuario de Historia de la Iglesia (Universidad de Navarra), Vol. XIX (2010), págs. 221-239. (original) (raw)

"En torno a la Iglesia colonial y del temprano siglo XIX. El caso del Río de la Plata", Takwá. Revista de Historia, Año 5, Nº 8 (otoño de 2005), págs. 49-65.

Basta recorrer superficialmente la bibliografía dedicada al estudio de la historia de la Iglesia Católica en Iberoamérica para advertir de inmediato la atención que los historiadores han concedido a las relaciones entabladas entre ella y el Estado 1 . Esa atención es heredera de una tradición que se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, cuando nace como parte del conjunto de discursos sobre el pasado que acompañan la formación de estados nacionales en el continente. Hay que reconocer que la continuidad que en ese plano puede verificarse entre esa producción historiográfica decimonónica y los discursos sobre la historia de la Iglesia que formulamos hoy es como mínimo curiosa, teniendo en cuenta que el horizonte mental en el que fue elaborada originalmente se ha desdibujado bastante. Los propósitos de aquellos historiadores, en efecto, estaban relacionados con el esfuerzo político orientado a construir estados nacionales en conformidad con una tendencia del mundo occidental que sugería la conveniencia de edificarlos por todas partes -tardíamente en la Alemania unificada bajo la égida prusiana, en la Italia del Risorgimento, en los Estados Unidos que iniciaban una nueva etapa tras la guerra civil, y aun tal vez en la Rusia de Alejandro II-. Desde un cietrto punto de vista la Iglesia se vislumbraba como un obstáculo a ese proyecto, en parte porque su carácter supranacional era cada vez más difícil de adecuar a un mundo en el que la nitidez de las fronteras espaciales ganaba progresiva importancia. Pero también porque el catolicismo era concebido, por parte de aquellos historiadores decimonónicos más o menos liberales y más o menos positivistas, como una rémora del pasado colonial del que las nuevas naciones iberoamericanas debían librarse para marchar hacia el futuro promisorio. La Iglesia era un escollo para la formación de los estados nacionales que se suponía debían ser el punto de llegada de las revoluciones de independencia, un factor de atraso que convenía quitar del espacio público a la espera de que el progreso y la ciencia terminaran con ella también en el ámbito de las conciencias. Los historiadores que por el contrario se identificaron con la causa del catolicismo consideraron igualmente que las no siempre armónicas relaciones entre la Iglesia y el Estado eran la cuestión nodal para comprender su pasado y su presente, si bien por supuesto declinaron el tema en otra clave, acusando al Estado de haber

"Ut unum sint. La reforma como construcción de la Iglesia (Buenos Aires, 1822-1824)”, Rivista di Storia del Cristianesimo, Nº 3 (2008), págs. 499-523.

El 21 de diciembre de 1822, al cabo de meses de debates en comisión y en aula, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires promulgó una Ley de reforma del clero que habría de reglar la vida eclesiástica porteña durante casi medio siglo. De la enorme trascendencia de la ley eran bien concientes los legisladores y los publicistas de la época, que no dudaron en definirla como la piedra angular de un programa de reformas más vasto. Ignoraban, sin embargo, que las virulentas controversias en torno a la ley pronto excederían la arena religiosa para proyectarse sobre los conflictos políticos en ciernes. Las posturas antagónicas en materia eclesiástica, en efecto, pasarían en los años sucesivos a constituir marcas identitarias de los dos partidos que a lo largo de décadas habrían de disputarse a sangre y fuego la hegemonía política en las provincias argentinas: unitarios y federales. El hecho -no casual-de que buena parte de los hombres que pensaron y llevaron a cabo la reforma militaran luego en el partido unitario permitiría a los federales enarbolar contra ellos la bandera de la defensa de la religión, tildándolos de herejes e impíos. No es de extrañar, entonces, que la ley de reforma, asociada principalmente a la figura del ministro de gobierno Bernardino Rivadavia (pocos años después presidente de las Provincias Unidas), continuase agitando las aguas del debate intelectual a lo largo de un siglo y medio de historia. 1 4 J. Lynch, Administración colonial española, 1782-1810. El sistema de intendencias en el Virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires, Eudeba, 1962; T. Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972. 5 J. M. Portillo Valdés, Crisis atlántica. Autonomía e independencia en la crisis de la monarquía hispana, Madrid, Fundación Carolina-Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos-Marcial Pons, 2006.

Respublica spiritualis : un estudio de la cultura teológica en el Río de la Plata (siglos XVII-XIX)

Entre los siglos XVII y XIX se vivió un periodo de intenso combate entre posturas teológicas dentro del catolicismo, en ese contexto, nació y se formó la Iglesia de Buenos Aires, de la cual emanarían los presbíteros y teólogos que forjaron las bases de lealtad al gobierno hispánico, al proceso revolucionario y los primeros intentos de formación republicana. Existió una composición heterogénea de la cultura teológica durante el periodo hispánico y las primeras décadas de la independencia, formada por elementos e ideas desiguales, muchas veces antagónicas, las cuales llegaron a articularse en la mente de algunos autores dando luz a sistemas coherentes. Estas tendencias, que llamamos “cultura teológica” conformaron y dominaron el ámbito eclesiástico, avanzando, reformando y reestructurando la Iglesia porteña. Esta cultura teológica implicó un programa reformista cuyo fin era llevar a la Iglesia Militante a la pureza de la Iglesia Apostólica, obscurecida (según los autores de la época) por la escolástica tardomedieval y jesuítica. En el presente estudio proponemos abordar de manera sistemática la cultura teológica en Buenos Aires entre los siglos XVII y XIX; es decir, nuestro arco temporal abarca desde poco antes de la expulsión de los jesuitas hasta la instalación de Mariano Medrano y Cabrera como obispo de Buenos Aires. Durante este periodo la cultura teológica se destacó por su estabilidad e inmovilidad, tanto en lo que se refiere a su estructura y gobierno, a la formación de los ministros, a los aspectos doctrinales y a las prácticas exotéricas mismas. Esta cultura teológica alimentó y fortaleció a la Iglesia, considerada según los tratadistas como una respublica spiritualis, gobernada por un cuerpo colegiado que delegaba ciertas funciones ejecutivas en un princeps senatus. Para comprender la cultura teológica de la respublica spiritualis porteña estudiaremos el contexto en el cual se formó la Iglesia de Buenos Aires y sus órganos de gobierno diocesano; luego analizaremos la formación intelectual de los teólogos (tanto clérigos como seglares), que se prolongaba a lo largo de toda su vida. Para esto recurriremos al análisis de la composición de las bibliotecas a fin de conocer cuales eran las lecturas principales de las que se nutría esta aristocracia intelectual. Finalmente analizaremos la aplicación de estas lecturas y como estos sistemas de pensamiento en las prácticas cotidianas reguladas por la Iglesia. En todo momento mantendremos que había una heterogeneidad de sistemas teológicos, y así analizaremos desde los procedimientos de la elección de los presbíteros y cual era el procedimiento para la designación de aquellos a los que se confiaba la cura de almas y como se resolvían las cuestiones morales, las distintas ideas soteriológicas y finalmente, los conflictos eclesiológicos, es decir, aquellos que atendían a la forma de gobierno y de organización de la Iglesia en Buenos Aires, que se hará evidente al momento del conflicto con Roma por el nombramiento de directo e inconsulto de obispos para la Iglesia de Buenos Aires, y que marcaría el declive y ocaso de la respublica spiritualis.

La erección de la diócesis de Barranquilla (1905-1932): un nuevo camino romanizador

2015

Este articulo busca analizar como fue el proceso que se desarrollo para alcanzar que se erigiera la Diocesis de Barranquilla, y como este proyecto se apoyo en sus inicios en el interes de los poderes locales que buscaban la consolidacion y permanencia del departamento del Atlantico. Como en el desarrollo del proceso surgio al interior de clero local dos visiones, la idea de continuidad de monsenor Valiente y la de un nuevo camino propuesto por el padre Revollo. Este acercamiento se logro usando la informacion que ofrece la prensa de la epoca, documentos y actas oficiales, ademas de varios escritos que dan testimonio del hecho. Como estas dos visiones defendidas por ambos, lo que realmente deseaban era que el proceso de romanizacion en el Atlantico se diera ya fuera dependiendo de la Arquidiocesis de Cartagena o dando origen a la institucionalidad eclesial en el nuevo departamento.