Misterio, negación y experiencia ritual (original) (raw)

1992, Simposio Rito Y Misterio 1992 Isbn 84 600 8007 2 Pags 161 169

por su raíz griega (myo) alude a algo cerrado y, por ese carácter el diccionario lo define como algo cuya causa u origen queda oculto, resultando su naturaleza impenetrable, inasequible a la razón, algo que no podemos explicar. Con todo, a pesar de que así sea el misterio, no por ello dejamos de hablar de él, siendo incluso capaces de reuniros y organizar un encuentro sobre el tema. ¿Cómo es que podemos hablar de lo inefable? Misterioso, sin duda, resulta ser el misterio. De momento podemos llamarle de algún modo, aún sin saber bien a qué nos referimos. No quedando con ello satisfechos, nos vemos en la necesidad de comentar tan misterioso término con todo una serie de negaciones: Sea lo que fuere el misterio, es algo que no podemos explicar, algo en lo que no podemos penetrar, algo a lo que no accedemos con la razón, etc. No obstante, a algo nos referimos y, para de alguna forma darle forma, tenemos que seguir negando: Si a algo nos referimos no es, sin más nada, no es algo des-conocido. Alguna noticia tenemos del misterio cuando nos vemos movidos a usar tal término. Es más, por la atención que tal noticia nos exige, no parece ser lo misterioso algo de lo que podamos dar cuenta facilmente, pues reclama de nosotros la inversión del tiempo y esfuerzo, de energías considerables, siendo ello un índice de su relevancia, de la importancia que el misterio asume (o que a él le concedemos) en nuestras vidas de actores. Si de él tenemos noticia y a su vez nos resulta inexplicable, parece ser que ambas son dos notas características del fenómeno del misterio: su presencia en nuestra experiencia y la inadecuación de nuestros instrumentos discursivos para dar cuenta suficiente de dicha experiencia. No podrán ser, por tanto, ni el discurso científico, ni el ordinario, los vehículos adecuados para tratar con el misterio, sino