¿Demarquía o utopía? (original) (raw)
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ΠΗΓΗ/FONS, 2017
Resumen. El objetivo principal de este trabajo consiste en examinar la relación entre la concepción del ser y el proyecto utópico que Platón defiende en la República. Respecto a esto último, no se trata de una mera estrategia literaria o irónica, sino de un proyecto que Platón considera realizable y deseable como el mejor régimen político posible. Ahora bien, esta propuesta se basa en un paradigma cuya validez no está condicionada por la existencia y lo que defendemos es que esto es plenamente congruente con la concepción del ser que Platón sostiene en la obra, la cual no depende del significado existencial del eînai sino de sus valores predicativos o verídicos. Además hay que tener presente que la figura del filósofo gobernante como tal, de quien depende la posibilidad del estado ideal, queda delimitada por su capacidad para contemplar el ser, ya que este conocimiento ontológico es para Platón el más justo título del poder.
1. La experiencia del mito y la profilaxis de la razón El proceso civilizatorio al que han sido sometidas las sociedades, perezosamente llamadas «latinoamericanas», ha sido llevado a cabo desde una racionalidad muy específica, situada desde una determinación espacio-temporal concreta: a saber, la Modernidad. Esta implicaría una racionalidad política, a partir de la cual se han ido constituyendo ciertos «dispositivos» que han funcionado como ordenadores de la espacialidad y de la temporalidad, avasallando los modos tradicionales mediante los cuales los grupos humanos que habitaban estos territorios habían determinado su condición existencial. Además, estos dispositivos han generado específicos «operadores» de dominación que se han plasmado y encarnado en las instituciones que dan cuerpo a la construcción social de la realidad. Esta manera de comprender la realidad está signada y determinada por el surgimiento de la «utopía» como una inédita manera de comprender e interpretar la realidad.
2010
La globalización como una más de las etapas capitalistas ha acelerado la crisis mundial del sistema. Crisis que no tiene visos de solución porque las bases de la globalización tocaron la esencia fundamental del sistema, el consumo. El sistema capitalista que no es una organización social con objetivos humanos ha entrado a fase destructiva en el momento que las bases de acumulación del capital se sustentan en actividades y acciones ilícitas socialmente. El narcotráfico que se funda en la corrupción y destrucción de la esencia humana es hoy la actividad que sostiene las relaciones capitalistas. La riqueza que se obtiene del consumo de drogas crea nuevas empresas y eleva el consumo en grupos humanos relacionados con esa actividad. Pero al ser una actividad ilícita acelera el fenómeno de descomposición social que entre sus caras más duras es, la muerte, el asesinato de miles de personas por todo el mundo; la corrupción gubernamental que debilita los Estados y la adicción que cierra el círculo económico, en el momento que se enferma a la sociedad y se le hace dependiente de la droga. Ante esto es necesario seguir refinando la propuesta social y humana de crear un nuevo sistema social. Porque, dentro del capitalismo ya no hay esperanza, sus fieles promotores sólo esperan un "nuevo milagro económico que haga funcionar el sistema", y para que esta visión funcione sus medios de comunicación, como en los tiempos de la guerra fría, combaten autoritariamente todas las visiones diferentes que planteen el cambio sistémico.
Para nadie es un misterio que esta época tan especial, en la cual el capitalismo ha experimentado una reestructuración regresiva a escala planetaria, se encuentra dominada por una ideología: el neoliberalismo. Éste se ha convertido en el sentido común de nuestro tiempo, si bien es cierto que su penetración e importancia práctica se distribuye de manera sumamente desigual según países y regiones. Así como en el pasado aun los líderes más despóticos y autoritarios no dejaban de exaltar el valor de la democracia y de asegurar que los regímenes que presidían eran auténticas expresiones de la misma, en nuestro tiempo los gobernantes parecen competir en un concurso para ver quién declara con más ahínco su adhesión a los principios del "libre mercado". Tanto antes como ahora, esas expresiones tienen poco que ver con la realidad y, en el caso particular de los mercados competitivos, la retórica del neoliberalismo excede con creces la realidad objetiva de los mismos. Hay mucho menos mercado de lo que se dice, tal vez por aquello que oportunamente recordó John Williamson en un famoso paper al decir que "Washington no siempre practica lo que predica", y a lo cual podríamos agregar que no sólo Washington sino que tampoco Bonn, París, Londres y Tokio parecen demasiado preocupados por el llamativo contraste entre la hueca retórica neoliberal utilizada en sus exhortaciones a terceros países-¿pagando un lip service al Banco Mundial, al FMI y a la Casa Blanca?-y el curso concreto de sus políticas económicas. Pese a sus reclamos en favor de la propuesta neoliberal, los capitalismos desarrollados continúan teniendo Estados grandes y ricos; muchísimas regulaciones que "organizan" el funcionamiento de los mercados; recaudación de impuestos; promoción de formas encubiertas y sutiles de proteccionismo y subsidios y conviviendo con déficit fiscales sumamente elevados. Si se observa la experiencia de los países "reformados" según los preceptos del Consenso de Washington-América Latina, Europa Oriental y Rusia-se advierte que el triunfo del neoliberalismo ha sido más ideológico y cultural que económico. Esta victoria se asienta sobre una derrota epocal de las fuerzas populares y las tendencias más profundas de la reestructuración capitalista y se manifiesta a lo largo de cuatro dimensiones: a) La avasalladora tendencia a la mercantilización de derechos y prerrogativas conquistados por las clases populares a lo largo de más de un siglo de lucha, convertidos ahora en "bienes" o "servicios" adquiribles en el mercado. La salud, la educación y la seguridad social, por ejemplo, dejaron de ser componentes inalienables de los derechos ciudadanos y se convirtieron en simples mercancías intercambiadas entre "proveedores" y compradores al margen de toda estipulación política. Y, algo de particular interés para muchos de nosotros, el medio ambiente también ha sufrido un acelerado y gravísimo proceso de mercantilización que no sólo pone en cuestión la injusticia e inequidad de un orden económico como el capitalista sino que deteriora radicalmente la sustentabilidad misma de la vida en el planeta. b) El desplazamiento del equilibrio entre mercados y Estado, un fenómeno objetivo que fue reforzado por una impresionante ofensiva en el terreno ideológico que "satanizó" al Estado mientras se exaltaban las virtudes de los mercados. Cualquier tentativa de revertir esta situación no sólo deberá enfrentar a los factores estructurales sino que, al mismo tiempo, tendrá que vérselas con potentes definiciones culturales sólidamente arraigadas en la población que asocian lo estatal con lo malo e ineficiente y los mercados con lo bueno y eficiente.
Comencemos un trabajo que lleva tan presuntuoso título con una disquisición terminológica. Junto con el de " realismo " y algunos otros, estos grandilocuentes conceptos de la historia de las ideas conforman una familia muy apta para construir títulos, pero muy poco práctica a la hora de formular argumentos precisos, de modo que sólo pueden constituir un fundamento tras una necesaria redefinición. Entiendo la " utopía " como un subgénero literario en sentido estricto, que tiene su origen –no casualmente inglés-en la obra homónima de Sir Thomas More, 1 un típico humanista del Renacimiento. Por esencia, se trata de un subgénero crítico y racionalista (de aquí su fácil asimilación por parte de la ciencia-ficción), en tanto implica un discurso contra el status quo y una apuesta al orden humano, y aunque por lo general asume la forma narrativo-descriptiva, puede estar presentado en forma argumentativa (el modelo del diálogo platónico fue inicialmente un recurso favorito). Tras confrontar numerosas definiciones –todas parciales y discutibles, como lo demuestra Darko Suvin, pero entre las que quisiera destacar la de Davis-, he llegado a una definición tentativa y aparentemente sólida: la " utopía " sería una descripción verbal ficticia de una sociedad ideal y singular nucleada en un cierto Estado, ciudad, o comunidad, en la que la perfección se ha alcanzado no mediante un cambio esencial de la naturaleza o el hombre, sino mediante la organización humana, siendo los medios para alcanzar dicha sociedad por el momento medianamente impracticables, pero los fines, presuntamente deseables para la mayoría. Este último factor corre por cuenta del autor, por supuesto, y deja abierta la posibilidad de que la propuesta en cuestión pueda ser de cualquier signo político, desde libertaria hasta totalitaria. 2 El elemento de lo medianamente irrealizable me parece relevante, porque junto con la condición de que sea una pintura de algo imaginario, funda el estatuto de ficción especulativa que tiene toda utopía propiamente dicha y le da plena categoría literaria; la relativa imposibilidad inmediata define su recepción, más allá de las intenciones o expectativas del autor. 3 Se trata de un detalle no menor, porque implica que el soporte sensible tiende a asimilarse con las formas tradicionales de la literatura de ficción, y no con el ensayo político. La estrategia literaria marca una aproximación oblicua a un problema claramente socio-político, y por eso mismo quizá no fácil de abordar de manera explícita o autorizada. Una utopía, así pues, se lee bajo un pacto de lectura estético. Según Lewis Mumford, existen dos tipos: la " literaria " (que obedece a un propósito satírico) y la " programática " (que aspira a concretarse eventualmente, si bien a veces en forma pesimista). La frontera es más bien vaga, desde ya, pues siempre es difícil instalar una categoría estética que depende de las intenciones del autor, porque suele incurrirse en lo que Wimsatt y Beardsley llamaron la " falacia intencional ". Lo cierto es que la sátira social puede ser muy similar a una utopía, pero siempre por la vía negativa de la deformación crítica (los Gulliver´s Travels de Swift o el Erewhon de Butler sirven de ejemplo); si el mundo representado ya es el peor imaginable, entonces estamos ante un caso de distopía o contra-utopía (forma que recién floreció en el siglo XX). Como lo destacaba Karl Mannheim al oponer la " conciencia utópica " a la ideología, es claro que toda utopía contiene un momento negativo (la primera parte de la de More, de hecho, es sólo eso), pero no puede agotarse en eso: debe imaginar algo concreto, una estructura social, y esa estructura debe ser en
Pérdida y recuperación de la utopía
Del socialismo utópico al socialismo científico, 2012
Estudio preliminar a Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, de Friedrich Engels.
Estudios de Deusto, 2015
1. Cuantificación de logros y expectativas. 2. Formalización de las relaciones. 3. Tecnificación de las actividades.
2014
El artículo explora las implicaciones posibles entre el concepto de utopía —sobre todo entendido como categoría política— y la arquitectura. Se muestra la íntima relación que existe entre la idea de utopía y el surgimiento de los totalitarismos contemporáneos y cómo esta relación encuentra su origen en el proceso de secularización laicista propia de la modernidad ilustrada, sobre todo en la vertiente vinculada al pensamiento rousseauniano. Esto tiene como consecuencia que la praxis de la arquitectura que se comprende a sí misma desde un horizonte utópico corre siempre el peligro de ponerse al servicio de proyectos totalitarios y deshumanizadores, como ya de hecho sucedió durante el siglo XX. Por lo tanto, se propone prescindir de la utopía para pensar la política y la arquitectura. The article explores the possible implications between the concept of utopia, mainly understood as a political category, and architecture. It shows the intimate relationship between the idea of utopia and the emergence of contemporary totalitarianism and how this relationship finds its origin in the process of secularization of enlightened modernity, especially in the aspect linked to Rousseau’s thought. This has the consequence that the practice of architecture that understands itself from a utopian horizon is always in danger of serving dehumanizing and totalitarian projects, as in fact happened in the twentieth century. Therefore, the author proposes to abolish the idea of utopia in order to think politics and architecture. Der Aufsatz untersucht die möglichen Implikationen des Begriffs der Utopie —vor allem als politische Kategorie— für die Architektur. Er zeigt die enge Beziehung zwischen der Idee der Utopie und dem Auftreten des zeitgenössischen Totalitarismus und wie diese Beziehung ihren Ursprung im Prozess der Säkularisierung der aufgeklärten Moderne findet. Dies hat zur Folge, dass eine Architektur, die sich aus einem utopischen Horizont versteht, immer Gefahr läuft, totalitären und menschenverachtenden Projekten zu dienen, wie schon der Fall im 20. Jahrhundert gewesen ist. Deshalb schlägt der Autor vor, auf die Utopia zu verzichten, um die Politik und die Architektur zu denken.
En el umbral entre la utopía y la distopía
"Luchas invisibles en tiempos de pandemia" I, 2022
Desde las primeras semanas del inicio del lockdown mundial, se abrió el debate sobre las implicaciones sociales de la pandemia. Uno de los primeros argumentos fue que avanzábamos directamente hacia la realización de la distopía social. Las estrictas medidas de distanciamiento y vigilancia social para combatir la pandemia otorgan validez a esta perspectiva. La emergencia del coronavirus ha sido una catástrofe en varios sentidos, particularmente, por las miles de vidas que se han perdido en todo el mundo. Pese a ello, las redes autogestionadas de apoyo mutuo y las manifestaciones rebeldes, a pesar de la pandemia, demuestran que en la crisis de las relaciones capitalistas se despliega su propia negación.
Respublica utopiensium, ¿una utopía republicana?
Las Torres de Lucca, 2024
Respublica utopiensium, ¿una utopía republicana? ESP Resumen: A los efectos de mostrar el compromiso de Utopía de Moro con el ideal republicano de una civitas libera se siguen en este trabajo tres pasos o momentos. Tras unas breves, pero necesarias consideraciones terminológicas acerca de los dos principales sentidos de "república" a comienzos del siglo XVI, se desarrolla la concepción acerca de la naturaleza y legitimidad del poder defendida en la obra. Luego se analiza cómo dicho principio se traduce en las instituciones y prácticas de la comunidad utopiense. Y finalmente se intenta dar cuenta de cómo dichas instituciones y prácticas cristalizan en aquel modelo político (típico del republicanismo renacentista) llamado "régimen mixto", que combina la monarquía, la democracia y la aristocracia. Ahora bien, la expresión concreta de este último aspecto en la vida de Utopía da lugar a una interesante tensión interna. En efecto, por una parte, produce una significativa restricción de la libertad política al reconocer derechos desiguales al "pueblo" (que solo elige, pero no puede ser elegido para las principales magistraturas) respecto del estamento intelectual (que es el único que puede ser elegido para las mismas). Pero, al mismo tiempo, si tenemos en cuenta que la pertenencia a dicho estamento no depende en absoluto de la riqueza (puesto que en Utopía no hay propiedad privada, sino propiedad común), de aquí podemos inferir que se ha comenzado a pensar de modo decidido y disruptivo la igualdad material como condición necesaria de la auténtica libertad política. Palabras clave: Moro; Utopía; republicanismo; comunismo; régimen mixto. ENG Respublica utopiensium, A Republican Utopia?