Ideologãa y Control Polãtico Durante El III Milenio A.N.E. En El Bajo Guadalquivir (original) (raw)

IDENTIDAD ÉTNICA Y PODER ESTATAL E N LA MESOPOTAMIA D E L III MILENIO A.C. PROBLEMAS DE RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA CRISTINA DE BERNARDI Facultad de Humanidades y Artes Consejo de Investigaciones

EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, el número de movimientos de reivindicación étnica y de guerras interétnicas se ha incrementado enormemente: el caso de la discriminación de los kurdos en los países en los que esta etnia está asentada (principalmente en Turquía, Irán e Irak); la desintegración de Yugoslavia, con los conocidos enfrentamientos entre serbios y croatas en un contexto etnorreligioso complejo; el sangriento enfrentamiento entre hutus y tutsis en el centro de África, por citar sólo algunos de los tantos conflictos reactualizados, lo que demuestra que la "civilización" o el Estado-nación y las fronteras impuestas por los procesos de colonización y descolonización sólo contuvieron o velaron estos problemas. 1 La perdurabilidad de las identidades étnicas y de sus reclamos obliga a pensar en lo denso de su historicidad, lo que unido a la universalidad temporal-espacial del fenómeno étnico, otorga especial importancia a la comprensión de las formas primarias de las identidades étnicas y de su patrón social relacional, pues por medio de ésta obtendremos algunas claves que nos ayuden a explicar dichas identidades étnicas, al 1 Para adentrarse en este problema es útil consultar el trabajo de Eric Hobsbawm Naciones y nacionalismo desde 1780, Barcelona, Ed. Crítica, 1991, en el que el autor comenta el fenómeno de las "nacionalidades" y sus vínculos con las problemáticas étnica, religiosa y social y establece diferenciaciones históricas, además de hacer una breve pero útil recomendación bibliográfica.

El Alto Guadalquivir en época Augustea

La Bética en tiempos de Augusto, aspectos históricos y arqueológicos, C. Márquez y E. Melchor (coord.), 2015

Fotografías, figuras y gráficos: Los autores. Diseño de portada: Giuseppe Palmieri Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, traducida, almacenada ni difundida en forma alguna sin permiso escrito del editor.

Dinámicas de control ideológico y territorial en el estrecho de Gibraltar

En el segundo de los casos, se produce un desequilibrio en cuanto a la generación de recursos, probablemente debido a deficiencias en innovaciones tecnológicas. La sociedad en cuestión solamente alcanzará un rendimiento positivo si consigue introducir mejoras tecnológicas que ayuden a levantar la distribución y generación de riqueza.

PAISAJE Y ASENTAMIENTO ENTRE LOS IBEROS DE LA CUENCA DEL RÍO GUADALQUIVIR (S. VI al III a. n. e)

El paisaje no es solo el entorno que enmarca las acciones de los grupos humanos que habitan un espacio. El concepto de paisaje integra la información del espacio a través del conocimiento empírico acumulado en el tiempo, es por ello herencia cultural, caracteriza el espacio apropiado por el grupo del que no lo es, es decir es posesión histórica, y se proyecta como un referente de identidad y legitimación del colectivo humano que lo ocupa. En ningún caso el paisaje es una dimensión exclusivamente económica del territorio, ni tampoco una dimensión imaginaria frente a la dimensión más material de, por ejemplo, el asentamiento. En realidad espacialmente el paisaje es una dimensión de mayor escala que el asentamiento por la capacidad que tiene de introducir espacios no reconocidos ni valorados por este; pero además el paisaje es un discurso estratigráfico compuesto en el tiempo por la suma de los efectos del sistema de relaciones entre la comunidad local y la estatal sobre el territorio local y desde luego por la historia de la comunidad local misma en su proceso de relación con la naturaleza Paisaje y asentamiento son dos lecturas de una mismo ámbito territorial, el local, y en ningún caso son independientes, puesto que uno contiene al otro. En el asentamiento, la información empírica, heredada del paisaje, es un instrumento-conocimiento con el que el productor interviene en los procesos de trabajo. En el paisaje las relaciones sociales caracterizan las condiciones históricas de apropiación de la tierra. El asentamiento contextualiza objetos, imágenes y practicas, es lógica de coexistencia; paisaje, en cambio, es espacio transferido, lógica de procesos. La articulación de los dos, que es la forma real de existencia de ambos es el Territorio Local.

La soberanía en los albores del tercer milenio

Hay que empezar por lo evidente, que frecuentemente se pasa por alto: la soberanía es poder. Tal es su género próximo. Más aún: en estricto rigor, se trata de un adjetivo que fue sustantivado, porque la expresión adecuada debiera ser “poder soberano”, es decir, aquel poder que se encuentra por encima de cualquier otro (super omnia) al inter- ior del estado, y que por lo tanto resulta “irresistible” en él para cualquier otro poder; y que, frente a otros entes, igualmente “soberanos”, resulta independiente, tal cual Jean Bodin lo definió en Los seis libros de la República. Así se había aceptado, cuando menos en términos de la teoría, durante los últimos cuatro siglos, desde que los tratados de Westfalia emanciparon al poder, político y jurídico, del Sacro Imperio Romano Germánico, aun- que no lo despojaron del carácter providencial que le había dejado impreso la predicación epistolar de San Pablo, y que de suyo ya tenía desde la anti- güedad clásica. Hoy, sin embargo, esa noción enfrenta aporías a veces en apariencia irresolubles, aunque en realidad no lo son. Pasa que la perspectiva con que se suele analizar el tema es estrecha y reducida, cuando lo que hace falta es efectuar el análisis desde el contexto sistémico al que pertenece el fenómeno (y por supuesto, el concepto que lo representa), pero siempre teniendo en cuenta su esencia: la soberanía es po- der, aunque no sea ya del todo “irresistible” e “independiente”, como los hechos han demostrado.

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