Inmigración y derechos humanos (original) (raw)

Los flujos migratorios se han convertido en uno de los principales retos del mundo actual. Por lo que respecta a los derechos de las personas migrantes, la inmigración se han convertido en un fenómeno estructural que plantea, de manera radical, un "jaque mate" al compromiso de las sociedades democráticas con la libertad, la igualdad y la fraternidad, y de la misma manera, al carácter universal y generalizable de los Derechos Humanos y de las formas de vida democrática. Por ello, las políticas migratorias han presentando en los últimos años dos aspectos claves. Uno es la regulación de los flujos migratorios, el control de los inmigrantes y las políticas de admisión, es decir, todo lo que tiene que ver con cuántos, cómo y quiénes pueden entrar en un país: es lo que, genéricamente, se denomina políticas de inmigración. El otro aspecto atañe a la vida de los inmigrantes residentes, sus derechos y su participación en la vida social y política, en una palabra, su integración y acomodación: esto se conoce como las políticas de integración de los inmigrantes en la sociedad receptora. El primero de estos aspectos tiene en cuenta, principalmente, los intereses de los Estados receptores, que tienen que ver con sus objetivos demográficos, económicos, humanitarios o de política de seguridad y orden público, y que en la mayoría de los casos, y en el contexto de la globalización económica, se resume en el intento de hacer de la inmigración un depósito de mano de obra flexible, vulnerable, barata, adaptada a las necesidades del mercado laboral y fácilmente reemplazable. Mientras que el segundo se preocupa de las necesidades reales y cotidianas de los inmigrantes. El uno apunta al control de los inmigrantes, la lucha contra la inmigración ilegal y el control de las fronteras; el otro se interesa por la participación social y política, así como por la defensa de la dignidad humana y por la efectiva protección y observancia de los derechos humanos.