Calvo, Javier (2016). El fantasma en el libro. La vida en un mundo de traducciones . Barcelona: Seix Barral, 189 pp (original) (raw)

es además autor de varias novelas. En esta obra Calvo presenta algunas de sus ideas acerca de la traducción. Uno de los temas principales de la obra es la invisibilidad del traductor. Así se expresa el autor en la introducción: «Aspiramos a desaparecer. Nuestra escritura es la única que intenta que nadie se fije en ella, que quiere ser literalmente invisible, algo en lo que la mente no se detenga en absoluto. Nuestro ideal es que nuestra traducción se lea como si no fuera una traducción» (p. 8). De ahí la imagen del traductor como fantasma en el libro. Javier Calvo da algunas pinceladas sobre los temas que desarrollará más tarde: la omnipresencia de la traducción (no solo literaria), los criterios necesarios para valorar la calidad de una traducción, el factor económico, etc. Con gran acierto afirma que los críticos normalmente no se leen la versión original y la traducida para sacar conclusiones sobre la calidad de la última, y cuestiona así el valor de sus juicios. De modo lapidario afirma que «no existe una traducción correcta ni incorrecta, dado que traducir no es un problema matemático» (p. 14). Sobre la imposibilidad de traducciones incorrectas, sin duda, caben muchas opiniones. Calvo defiende que la traducción no se aprende en la universidad y que la «única escuela es la práctica» (p. 15). La primera parte del libro consta de tres capítulos, en los que sin pretender hacer una historia de la traducción literaria ofrece algunos apuntes de modo «subjetivo e incompleto», como dice el propio autor. Conviene reproducir el resumen que hace en el primer capítulo: «La traducción empezó siendo un oficio de príncipes y sabios, que la usaron a menudo para cambiar la Historia. Después estuvo en manos de los poetas y fue una modalidad de creación literaria que dio forma al canon de Occidente. A medida que se democratizaba, sin embargo, la traducción se fue volviendo una especie de profesión liberal de segunda fila, desligada de la creación literaria» (p. 21). Calvo se detiene en la historia de la Septuaginta, versión al griego de la Biblia judía y en las traducciones latinas de la Biblia y del pensamiento griego, donde resalta las figuras de Cicerón y san Jerónimo. A toda esta etapa la llama la Edad Heroica. Para Calvo, en la Edad Media las traducciones disminuyen y la vida cultural queda restringida a los monasterios; es entonces cuando nacen las lenguas vernáculas y comienzan a crearse las identidades nacionales. En el segundo capítulo, «Un monte en Darién», narra una anécdota sobre una poesía que John Keats dedica a la traducción de Homero realizada por su amigo Chapman. Aunque el salto temporal parece dejar de lado varios siglos, la historia de Keats le sirve para comentar que desde el Renacimiento hasta el siglo