Arreola: cinco años (original) (raw)
La mañana era tan luminosa que dolía en los ojos -y, en verdad, no era lo más doloroso esa mañana. Había llovido, o así lo recuerdo, porque en mi memoria aquel momento trasciende a nardos y a humedad. La habitación, en la planta alta, espaciosa, toda de maderas y lienzos claros; algunos libros -muy pocos, arrinconados en el olvido, un mueble curiosamente pequeño-; bugamb i l i a s y jacarandas en la enorme ventana que se abría a la calle de Córdoba -estábamos en Zapopan-, esfumadas por una cortina de gasa, sutilísima, que moderaba la luz.