Manuel de Falla y Leopoldo Torres Balbás. Evocación y restauración de la Alhambra (original) (raw)
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Obras de restauración en la ciudad de Granada de Leopoldo Torres Balbás (1927-1936)
CUADERNOS DE LA ALHAMBRA, 2023
La enorme y acertada obra de restauración de la Alhambra, realizada por su arquitecto director entre 1923 y 1936, Leopoldo Torres Balbás, ha sido objeto de notables investigaciones. Sin embargo, su actividad en Granada ha sido estudiada solo de manera concreta en algunos monumentos, pero sin una visión conjunta. Su intervención en edificios andalusíes de la ciudad empezó en 1927, dos años antes de que fuera nombrado arquitecto conservador de los monumentos de la 6ª Zona, y duró hasta su cese en 1936. Su gestión fue siempre muy proactiva, pues con el dinero de las cuotas de entradas a la Alhambra consiguió comprar para el Estado y restaurar los cinco edificios andalusíes más notables de la ciudad, que estaban en peligro de ruina o demolición: El Bañuelo, el Corral del Carbón, la casa del Chapiz, Daralhorra y la casa de los Girones. Todos se estudian en este trabajo, analizando los proyectos de restauración y comparándolos con las obras ejecutadas. De este modo, se puede ver los aciertos conseguidos en unas intervenciones con economía de medios y, también, las contradicciones entre los principios teóricos generales y la realidad de cada uno, que exige una intervención diferente.
La Alhambra y los difíciles comienzos de la restauración arquitectónica (1814-1840)
El periodo analizado ha sido el peor conocido de las obras de restauración en la Casa Real de la Alhambra. Este artículo desmonta afirmaciones erróneas, rescata del olvido a protagonistas y establece de manera precisa cuáles fueron las intervenciones realizadas. Tras unos años de dramático abandono se inicia un periodo de prudente consolidación, pero este camino se abandona para aventurarse en el complejo campo de las restauraciones ornamentales. En pleno auge del orientalismo romántico, los trabajos se desarrollaron con altas dosis de improvisación.
Organigrama de las obras reales de la Alhambra en época de los Reyes Católicos y de Carlos V
Construyendo Historia. Estudios en torno a Juan Luis Castellano (eds.) Antonio Jiménez Estrella, Julián J. Lozano, Francisco Sánchez-Montes y Maragarita Birriel, Universidad de Granada, 2013
Las primeras obras cristianas llevadas a cabo en la Alhambra fueron dirigidas, al poco de su conquista, por los Reyes Católicos, restaurando los muchos daños que el abandono consecuente al proceso bélico final habían producido en el alcázar nazarí. El deseo de asegurar esa importante fortaleza, unido al de readaptar los palacios árabes a su propia residencia real en Granada, hizo que los Reyes Católicos invirtieran ingentes cantidades de dinero en su reforma. Esas primeras transformaciones fueron las que más influencia tuvieron sobre el alcázar granadino, convirtiéndolo, siguiendo unas líneas directrices de mimesis con lo existente y de respeto por el valor artístico del arte musulmán, en una de las más valiosas residencias reales peninsulares, a la que a su valor intrínseco, se añadía su valor histórico de último bastión musulmán peninsular. Al convertirla en su residencia granadina, los Reyes Católicos y sus sucesores, se sintieron obligados a financiar su conservación, evitando que sin uso ni valor funcional, los palacios pudieran acabar desmoronándose y desaparecer. En esas primeras obras, llevadas a cabo aún en el siglo XV, el organigrama laboral era aún muy primitivo y no se llegaron a establecer fondos fijos para su financiación. Poco antes de finalizar definitivamente el periodo histórico de los Reyes Católicos, muerta ya la reina Isabel y su sucesor en Castilla, Felipe I, el 13 de septiembre de 1515, Fernando el Católico emitió una real provisión en Segovia, en nombre de su hija Juana, por la que se definía ya claramente de dónde debían de provenir los fondos que regularmente habrían de servir para mantener la Alhambra, a saber, de las cantidades que los jueces sentenciasen como penas aplicadas a la cámara y fisco de la corona, tanto en la ciudad de Granada y su corregimiento, como en el corregimiento de Loja y Alhama. Lo más importante de esa real provisión es que por primera vez se fijaba una renta para que con ella y con lo que más mandaremos lybrar, la dicha Alhanbra y hedifiçios della estén bien reparados y no se consuman e pierda tan eçelente memoria e suntuoso edifiçio como es. Con esos primeros fondos fijos y con un mínimo organigrama laboral se siguió laborando en la real fortaleza granadina hasta la llegada de la pareja imperial a Granada en 1526, donde los monarcas disfrutaron durante más de seis meses de su luna de miel. Nada he conseguido encontrar hasta ahora acerca de la actividad constructiva llevada a cabo en ese aún algo oscuro periodo que va desde 1515 a 1526, y me temo que será difícil de localizar, ya que en 1542 la propia administración real confirmaba que, tras una larga búsqueda de esos datos en los archivos, no habían podido ser localizados, creyendo que hubieran desparecido. La larga y productiva estadía del emperador Carlos V en Granada, que duró desde junio a diciembre de 1526, y que se vio prolongada por la permanencia de la embarazada emperatriz Isabel de Portugal en el monasterio de San Jerónimo, hasta febrero de 1527, reactivó nuevamente las obras de la Alhambra al convertirse Granada y su fortaleza en la residencia imperial. Por el calado de las nuevas obras, especialmente por el deseo imperial de construir una nueva residencia real paralela a la antigua nazarí, se tuvieron que organizar nuevos fondos y se diseñó un nuevo organigrama laboral. Granada y su alcázar soñaron a la sombra de la corte imperial un sueño de grandeza, que más tarde se mostraría esquivo, pero que tendría como principal consecuencia la reanudación de la actividad constructiva en la Alhambra, tanto en los palacios árabes como en las murallas, a la vez que la construcción de una nueva residencia real de corte romano en el interior de la real fortaleza.
Torres Balbás y la restauración moderna y científica en España
El arquitecto español Leopoldo Torres Balbás estuvo activo en la primera mitad del siglo XX, destacando su restauración de la Alhambra de Granada. Importante teórico, participó en la redacción de la Carta de Atenas (1931) y difundió en España las teorías de la restauración moderna (Boito) y científica (Giovannoni).
Fortaleza recobrada. La ciudad palacial, cuyos edificios mejor conservados datan de los siglos XIV y XV, comenzó a ser objeto de renovado interés en el XVIII y, desde entonces, no ha dejado de deparar sorpresas. Susana Calvo Capilla. Casas de la Sabiduría. Con el Patio de los Leones, un espacio dedicado al cultivo del saber, los nazaríes seguían la tradición de los omeyas de Córdoba, quienes, como hemos estudiado, tuvieron su propia casa de la sabiduría y una enorme biblioteca: Susana Calvo Capilla
Con el libro Alhambras. Arquitectura neoárabe en Latinoamérica el lector se adentrará en el sugestivo mundo de la arquitectura orientalista que, inspirada en cualquier tipo de arquitectura musulmana, podemos encontrar en América. Ciertamente la Alhambra es el modelo más recurrente, pero abundan también los edificios que toman como re-ferentes en mayor o menor medida la arquitectura otomana, egipcia, iraní o mogol, sin olvidar otros edificios de al-Andalus como la mezquita de Córdoba o la Giralda. Como señala Rafael López Guzmán –coordinador del libro junto con Rodrigo Gutié-rrez Viñuales–, la América hispana había tenido en los siglos XVI y XVII una relación con la cultura arquitectónica andalusí a través de las técnicas constructivas y ornamentales del mudéjar. Sin embargo, el orientalismo que se desarrolla en América no presenta continuidad con ese periodo, sino que debe vincularse con el europeo y englobarlo bajo conceptos como romanticismo, estética pintoresca o atracción por lo exótico. Apuntan al respecto los coordinadores que " el neoárabe pasó a América bajo el signo común del eclecticismo, como una alternativa dentro de ese mosaico de estilos históricos que se iban adaptando según sociedades y necesidades en cada región ". No fue tampoco ajeno a la influencia de otras modas europeas como el Art Nouveau y el Art Decó. La mayoría de los edificios de la segunda mitad del siglo XIX están relacionados con las exposiciones de Londres, París y otras grandes ciudades, y fueron difundidos por catálogos o visitados directamente por muchos americanos. La arquitectura orientalis-ta americana es en ese periodo una suma de casos aislados en la que se aprecia cierto retardo respecto a Europa. Es en la última década del siglo XIX y el primer tercio del XX cuando vemos multiplicarse los ejemplos al calor de una emergente sociedad de con-sumo donde proliferan las casas de veraneo, los hoteles-balneario, los cines o las plazas de toros. La eclosión de un gusto por la arquitectura fantasiosa no sufre el trauma de
La Restauración de la Casa del Chapiz, en Granada, por Leopoldo Torres Balbás (1929-1932)
Leopoldo Torres Balbás y la restauración científica. Ensayos., 2013
La recuperación de la Casa del Chapiz, situada en el barrio del Albaicín de Granada, fue dirigida por el arquitecto Leopoldo Torres Balbás entre 1929 y 1932. En ella se instaló entonces la sede de la Escuela de Estudios Árabes, institución creada durante el último año de las obras. Se trata de una intervención importante, que ha pasado bastante desapercibida en la historiografía de la restauración arquitectónica contemporánea en España. En ella el ilustre arquitecto, mediante tres proyectos sucesivos, consolidó, reparó y, también, restauró, con materiales tradicionales y en un estilo tradicional, copiando con absoluta fidelidad los modelos decorativos utilizados por los moriscos granadinos. Pocos años después también diseñó el ajardinamiento de una parte de su antigua huerta, aunque para esta actuación no se tramitase un proyecto específico. El análisis detallado de sus intervenciones y la comparación con las teorías mantenidas en sus trabajos teóricos nos muestran que realizó algunas reconstrucciones científicas que nunca justificó en alguna memoria o publicación correspondiente. No obstante, consiguió llevar a cabo con éxito dos de sus principios de actuación básicos: La economía de medios, pues con escasos presupuestos pudo adquirir y recuperar un monumento de gran interés, que estaba casi en ruinas; la acertada adecuación funcional a un uso, a pesar de ser tan diferente al que tuvo el edificio en su origen.