Afrodescendientes Research Papers - Academia.edu (original) (raw)

Durante las primeras centurias coloniales, la ocupación de los valles de Tucaní, Castro o San Pedro, Mojaján, San Antonio, Santa María y Bobures estuvo impulsada por las favorables perspectivas para el desarrollo agrícola que los... more

Durante las primeras centurias coloniales, la ocupación de los valles de Tucaní, Castro o San Pedro, Mojaján, San Antonio, Santa María y Bobures estuvo impulsada por las favorables perspectivas para el desarrollo agrícola que los hispano-criollos apreciaron en aquel territorio, lo que motivó una intensa fase de adjudicación de la propiedad del suelo, en cuya cesión se benefició a emeritenses y a gibraltareños. Ese proceso de transferencia de la propiedad del suelo, fue cumplido ante los cabildos de Mérida y Gibraltar, cuyos ayuntamientos concedieron las mercedes originales a los “beneméritos” que constituyeron el núcleo original de propietarios, quienes vislumbraron el éxito económico en ese espacio. La apropiación del suelo se continuó durante todo el periodo colonial, bajo la dirección de los jueces de composición de tierras, cuya función fue legitimar las sucesivas apropiaciones en concordancia con las disposiciones reales destinadas a regularizar la propiedad del suelo. De esa forma, se redujo de manera acelerada el desequilibrio preexistente entre espacios ocupados y los de frontera, es decir, espacios carentes de actividad con un significado no sólo social sino también económico.
De acuerdo con esas premisas, se considera que los hispano-criollos propietarios del suelo en los valles de Tucaní, Castro o San Pedro, Mojaján, San Antonio, Santa María y Bobures establecieron una sociedad agraria desarrollada sobre la hacienda cuya categorización puede ser aplicada a las unidades de producción que se desarrollaron en los expresados valles debido a que las haciendas funcionaron como una actividad económica privada, organizada con el propósito de concentrar recursos y manejarlos de una manera racional, cuya finalidad fue generar riqueza.
Asimismo, la investigación se dirige a identificar, caracterizar con precisión los diversos eventos cíclicos y el momento coyuntural del desastre, lo que permite lograr entender y aprehender los procesos cíclicos recurrentes que pueden reproducirse en tiempos venideros. Las variables del análisis están determinadas por los factores de amenaza, riesgo, vulnerabilidad y resiliencia. Con la finalidad de examinar los cambios experimentados por las expresadas variables son de fundamental interés para el presente estudio: la red hidrográfica, los patrones climáticos y la conformación del relieve en los valles enunciados, que determinaron el comportamiento de las corrientes fluviales, el cual pudo ser apreciado desde principios del siglo XVII, y cuyas consecuencias inmediatas fueron las constantes inundaciones, el deslave sucedido en la segunda mitad de esa centuria y las continuadas riadas ocurridas durante la primera mitad del siglo XVIII, que se incrementaron durante el período comprendido entre 1748 y 1758 y, causaron la anegación del valle de Río Seco, por tanto, constituyen eventos de impacto lento.
Una de las especiales motivaciones del presente estudio es examinar la evolución y características de la sociedad agraria, representada por los hacendados y pobladores del valle de San Pedro, en cuyas costas se fundó el puerto que le dio su nombre en 1582, por Pedro de Maldonado, siguiendo las órdenes emanadas del cabildo de Mérida. El desarrollo agrario de ese valle muestra un interesante y significativo crecimiento tanto demográfico como de sus unidades de producción, la especial conformación de su estratificación social; en la que paulatinamente se constituyeron diversos sectores, los que son identificados mediante el estudio de las tipificaciones representativas de los mismos, descritos en los registros de la época, a los efectos de revelar la formación de una nueva colectividad con especiales características.
Además, uno de los hitos fundamentales en la historia de los valles de San Pedro, Santa María y San Antonio, fue la edificación del templo dedicado a San Pedro Apóstol, lo cual fue el resultado del empeño de sus pobladores para proporcionarse una casa de oración. El estudio sobre la construcción del templo de San Pedro, se enmarca dentro de la arquitectura religiosa como patrimonio, cuyo enfoque no está limitado a la fábrica en sí misma, o solo a los términos de su diseño y construcción. En conjunto, se concibe al templo como un hecho cultural, que en este caso específico responde a la afirmación de su papel como ente integrador colectivo a finales del siglo XVIII, pues con ello se logró consolidar un “complejo encuentro cultural” entre esa sociedad agraria, en la cual participaron hispano-criollos, hacendados, trabajadores libres, esclavizados, y también comerciantes, la mayoría de ellos afrodescendientes.
La ocupación de los valles de Tucaní, Castro o San Pedro, Mojaján, San Antonio, Santa María y Bobures no sólo fue lograda por los hispano-criollos, sino también por los africanos, quienes fueron forzosamente trasladados al sur del Lago de Maracaibo y de sus descendientes, quienes a su llegada se establecieron en la planicie como trabajadores agrarios en condición de esclavitud, pero con el transcurrir del tiempo conformaron una sociedad particular, en cuyo estudio se propone analizar variados factores, como sus orígenes, la adaptación a un nuevo hábitat, el aprendizaje de nuevas costumbres, idioma y de otra cultura; al mismo tiempo, su lucha por mantener la pervivencia de su herencia ancestral, resguardada en sus memorias, las sinuosas vías para alcanzar su libertad, su esfuerzo por lograr la condición de propietarios y hacendados-empresarios agrarios, acceder y dominar los espacios de poder y prestigio, los que posibilitaron la consolidación de una nueva sociedad, que aún permanece en ese espacio geográfico con características propias.