Chichen Itza Archaeology Research Papers (original) (raw)
Se nos ha ido Peter Schmidt. Se va un extraordinario arqueólogo y restaurador, un gran defensor del patrimonio, un humanista universal, un incansable estudioso, una persona irremplazable que, para muchos, muchos afortunados, fue un... more
Se nos ha ido Peter Schmidt. Se va un extraordinario arqueólogo y restaurador, un gran defensor del patrimonio, un humanista universal, un incansable estudioso, una persona irremplazable que, para muchos, muchos afortunados, fue un maestro, un amigo, un conse-jero, un benefactor o un padrino. Para Pili, un compañero de vida. Las palabras no alcanzan para definirlo como persona. Los mayas con los que trabajaba y para los que trabajaba le llamaban Jalach winik. Primer hombre. Hombre verdadero. Nos deja Peter Schmidt un legado académico impresionante en edificios restaurados, nuevas excavaciones y descubrimientos, poligonales de protección, caminos abiertos, colec-ciones formadas y estudiadas, minuciosos catálogos y registros, clasificaciones tipológicas, mapas, fotografías, dibujos ortográficos, piezas restauradas, planes y estrategias de mane-jo, libros, artículos, tesis, informes... Un tesoro tan grande y complejo (no completamente publicado) que se habrá de presentar y ponderar pausadamente en mejores reseñas. La tarea de resumir su vida en unas cuartillas es imposible, porque su historia de trabajo es muy larga y diversa y abarca todas las especialidades, que Peter transitaba como si no hubiera divisiones entre ellas. Cuando bajé del tren en Mérida hace 30 años, el Dr. Peter Schmidt era ya una leyenda entre los estudiantes de arqueología. Su prestigio era enorme y su biografía abrumadora: había estudiado su doctorado en Hamburgo con Franz Termer, Wolfgang Haberland y Gün-ter Zimmermann; tenía una formidable educación clásica, que incluía arqueología, historia, etnología, arte y filosofía, botánica y zoología; hablaba y escribía perfectamente alemán, francés, castellano e inglés; sabía latín, griego antiguo y maya. En su cruzada para proteger el patrimonio de Mesoamérica había estado en todos lados, comenzando sus trabajos con estudios arqueológicos y etnográficos en Nicaragua, para pasar a Belice en 1968 como comisionado de arqueología. Allí estableció el Registro de Sitios y Piezas de la Colección Nacional, excavó y restauró Xunantunich y Cahalpech, determinando y abriendo sus rutas de acceso, visitando remotos sitios por veredas de chicleros y atendiendo reportes de saqueos a lomos de mula y caballo, mientras encontraba tiempo para redactar una Ley de Arqueo-logía y planear un museo para la nueva capital, Belmopán. En 1973 llegó a México, donde se asentaría de por vida, volviéndose en su corazón mexicano. Inició aquí como director del Proyecto Huejotzingo en el valle de Puebla Tlaxcala, realizando extensos recorridos y excavaciones para determinar el patrón de asentamiento en las diferentes épocas prehispánicas y creando la primera tipología cerámica y lítica del área. Además, participó en el descubrimiento de los murales de Cacaxtla, escribiendo un detallado informe en que se constata por primera vez el nexo de estos murales con la cultura maya.