Durkheimian Studies Research Papers - Academia.edu (original) (raw)
En 1858, en Lorena, nace Emilio Durkheim en el seno de una familia de rabinos. En 1893 defiende su tesis doctoral, De la División du Travail Social, a la que acompaña de una tesis secundaria, redactada en latín, tal como pedían las... more
En 1858, en Lorena, nace Emilio Durkheim en el seno de una familia de rabinos. En 1893 defiende su tesis doctoral, De la División du Travail Social, a la que acompaña de una tesis secundaria, redactada en latín, tal como pedían las costumbres académicas de la época, sobre la contribución de Montesquieu a la ciencia social (Quid Secundatus politicae scientae instituendae contule rit).
Entre esas dos fechas, Durkheim consiguió terminar brillantemente sus estudios secundarios, ingresar (con bastante menos brillantez) en la Ecole Nórmale Superieur (1879), viajar por Alemania y estudiar con Wundt (1885-86), ser nombrado profesor de Pedagogía y Ciencia Social en la Facultad de Letras de la Universidad de Burdeos y profesar así por primera vez en la Universidad francesa cursos de sociología (1887). Sucinto recordatorio de fechas y experiencias que, ciertamente, puede iluminarse con detalles menos banales. Así, puede evocarse al joven provinciano instalado en París para preparar el concurso de ingreso en la Ecole Nórmale que tiene como compañero de pensión a Jean Jaurés, otro provinciano que también sigue idénticos estudios, con quien habla largo y tendido sobre política: ni el uno es todavía socialista, ni el otro sociólogo, pero ambos coinciden en el apasionamiento con que observan lo que ocurre a su alrededor.
También, al flamante alumno de la Ecole Nórmale que se interesa por las enseñanzas de Fustel de Coulanges y Boutroux y se aburre soberanamente con las disquisiciones abstractas que suministran la mayor parte de los profesores.
O al recién licenciado que recorre Alemania estudiando, al tiempo, la organización universitaria y la orientación que Wundt imprime al análisis de la vida moral en las sociedades humanas. En fin, al joven profesor que tiene como colegas a Hamelin y, sobre todo, a Espinas, introductor (y crítico) en Francia de Spencer y autor de un estudio sobre Les Societés Animales (1887) que suscitó notable alboroto en los medios académicos.
Todo ello puede, sin duda, suministrar enseñanzas sobre el discurso dukheimiano y ayudar a reflexionar sobre el origen de ésta o aquella preposiciones suyas. Sólo que se deja así de lado aquello que, a mi juicio, está en la génesis misma de un proyecto de llegar a ser sociólogo o, más exactamente, aquello sin lo que Durkheim se nos escurre entre los dedos.
Me refiero, concretamente, a sus relaciones con los problemas sociales de la época.
Es preciso comenzar afirmando que Durkheim nunca concibió el trabajo del sociólogo como algo que podía ser indiferente a las situaciones concretas en que el científico se encontraba inmerso. En la División del Trabajo Social escribe: «por el hecho de que nos propongamos estudiar ante todo la realidad, no se deduce que renunciemos a mejorarla: estimaríamos que nuestras investigaciones no merecerían la pena si no hubieran de tener más que un interés especulativo» (pág. 41 de esta edición, por lo que se efectuarán todas las citas); en Les Regles de la Methode Sociólogique es igualmente terminante: «¿Qué razón puede haber para conocer la realidad si ese conocimiento no nos sirve para la vida?»
Pero ocurre que la muerte le sorprendió (1917) redactando una Moróle en la que, según el testimonio de Marcel Mauss, los problemas referentes a la política en general y al Estado en concreto ocupaban una buena parte; que unos meses antes de morir había vuelto a repetir (las ocasiones anteriores fueron en 1904 y 1912) las Lezons de Sociologie profesadas ya en Burdeos entre 1890 y 1900; que, en fin, textos menores
» de los publicados en los últimos años tienen como objeto temas tales como nacionalismo e internacionalismo, función política de los intelectuales, democracia, lucha de clases.
Es decir, desde su primer libro hasta sus últimos escritos hay una continuidad con respecto al interés por las cuestiones conflictivas de la época. Si tal ocurre, ¿donde encontrar otra base a las afirmaciones de Parsons (a saber: tras Le Suicide (1897), Durkheim dejó de lado ese tipo de problemas) que en el desinterés (y éste si que parece mas verosímil) del intérprete con respecto a tales asuntos?